Sorprendente
El Cine como forma expresiva y estética
martes, 29 de septiembre de 2009
Yo, también
Pablo Pineda, licenciado en Psicopedagogía, ha conseguido la Concha de Plata en San Sebastián, por su interpretación en la película Yo, también. 
Sorprendente
Sorprendente
¿Polanski es una persona especial?
Al parecer, Alonso Cano asesinó a su esposa... No le aplicaron los procedimientos indagatorios de la época (tortura) gracias a su calidad de pintor y a que tenía buenas relaciones con Velázquez... A la postre, Alonso Cano esquivó la acción de la justicia...
Multitud de cineastas y personalidades relacionadas con el medio han solicitado la puesta en libertad inmediata de Roman Polanski. Su deuda con la justicia viene del año 1977, cuando, según la calificación del fiscal americano, en aquellos lejanos días suministró drogas a una menor para cometer un acto obsceno o lascivo con ella, violación mediante uso de drogas, realización de acto sexual ilícito, perversión y sodomía.
Multitud de cineastas y personalidades relacionadas con el medio han solicitado la puesta en libertad inmediata de Roman Polanski. Su deuda con la justicia viene del año 1977, cuando, según la calificación del fiscal americano, en aquellos lejanos días suministró drogas a una menor para cometer un acto obsceno o lascivo con ella, violación mediante uso de drogas, realización de acto sexual ilícito, perversión y sodomía.
Los mayores "errores" del director franco-polaco: aprovecharse de una niña de 13 años en un país donde no prescriben estos delitos y viajar a Suiza, donde exisen convenios que permien actuar a la justicia norteamericana.
Un director español, de cuyo nombre no quiero acordarme, se ha asomado a la pequeña pantalla para decir que es el mejor cineasta norteamericano y más tonterías por el estilo. Otros profesionales (entre ellos, Almodóvar, Wim Wenders, Julian Schnabel, Wong Kar Waï, Ettore Scola, Costa-Gavras, etc.) se han manifestado públicamente en favor del director de "reconocido prestigio internacional" con argumentos diversos y surrealistas. Para unos es inadmisible que el Festival de Zúrich se haya utilizado como cebo; para otros es incompresible el celo de la justicia sobre un delito tan viejo, cuando hasta la víctima ha solicitado su perdón...
Alguien ha mencionado la afición pedofílica de Woody Allen ¿como atenuante?
Hasta el ilustre director de la Academia Española se ha sumado a la corriente dominante...
"Cuando alguien habla de cultura, echo mano a la cartera"... La preeminencia de la "calidad personal" sobre los principios sociales es cualidad específica del feudalismo, del Derecho Canónigo y de los Regímenes Totalitarios. Estamos perdiendo los papeles o me estoy volviendo loco.
Hasta el ilustre director de la Academia Española se ha sumado a la corriente dominante...
"Cuando alguien habla de cultura, echo mano a la cartera"... La preeminencia de la "calidad personal" sobre los principios sociales es cualidad específica del feudalismo, del Derecho Canónigo y de los Regímenes Totalitarios. Estamos perdiendo los papeles o me estoy volviendo loco.
lunes, 28 de septiembre de 2009
“SPIRAL JETTY, LA PELÍCULA”, DE ROBERT SMITHSON.
Por Antonio Ferreira
… Encendí mis lascivos párpados impulsivamente cuando asomaron las primeras imágenes y sonidos del “documental”, los cuales empezaron a modelar una atmósfera peculiar. No estaba resultando un día memorable, pero me esperaba una media hora que modificó mi percepción cósmica, magnificando mis intuiciones y sensaciones. Divagué por la habitación y las pulsaciones bombearon violentamente enormes ráfagas de interés existencial. Smithson empezó a mostrarme un camino que se advertía verdadero, pero a su vez pedregoso y arduo, como aquella débil carretera de Salt Lake City por la que estallaron los primeros fotogramas. Arrojaba folios, papeles en blanco rebosantes de sabiduría sobre el desértico terreno (arrojaba revelaciones ambiguas sobre un psique incompleto). Conjugaba bruscamente imágenes y ruidos, me agitaba, hablándome en un idioma maravilloso que no quería entender, susurrándome evidencias que debían ser gritadas. A través de la remota carretera fue mostrándonos un largo viaje evolutivo, universal, eterno… Interconectaba conceptos prehistóricos como dinosaurios, fósiles, o mapas primigenios del lago Salado que ansía volver a ser mar, con herméticos conceptos de maquinaria y paredes industriales de 1970, lo que plasma la fría y cruda contradicción entre el hombre y sus raíces. Fue a continuación cuando sentí el vértigo y la depresión de la correa del reloj cuando empecé a oír ese tic-tac oscuro e intrigante, en ocasiones ralentizado, que me envolvía en un trance esférico. Disparó entonces imágenes del lago, del agua, que se convertiría en su lienzo. Un lienzo natural, vivo, atávico, real, sangrante como la especie humana, sangrante como la profundidad de un lago. Era como la disección de un corazón inmenso… que se había cansado de funcionar, que estaba estancado en su propio latir. Así, la naturaleza empezó a sucumbir ante el siglo XX… El camión, la máquina, a modo de feroz autómata se adentró sin remordimientos en el ventrículo del lago. Fue una lucha violenta… peleaban el silencio del agua contra el estruendo del motor, la liquidez del agua contra la solidez de las enormes piedras, la inmensidad de los puntos cardinales contra la finitud del objetivo video-gráfico… Disfrutando mi angustia, una enorme mosca motorizada empezó a revolotear encima de la metafórica trifulca, atraída por el hedor orgánico del sentimiento creador. Creí que enloquecía cuando la mosca-helicóptero fue mostrando el proceso de la obra…
Mi paranoia me trasladó al siglo tercero de nuestra era y pensé estar observando la construcción de las mismísimas Líneas de Nazca. Mientras la avioneta galopaba entre las nubes, me sumergí en la imagen y ya no me encontraba en Utah, sino en algún lugar de Perú, y tenía el secreto de la enigmática construcción de las líneas que quiebran las cabezas de tantos y tantos investigadores. Esa sensación se esfumó vomitivamente cuando el teléfono móvil vibró “cariñosamente” en mi pierna derecha de hombre del siglo veintiuno… De vuelta en Utah, y con la sensación de escuchar una obra experimental de John Cage, ¡pude ver al propio Robert Smithson recorriendo su obra! Tiré el despertador contra la pared cerebral y quedó hecho añicos. Olvidado y sin manecillas quedé pálido: estaba recorriendo poco a poco su obra, ¡vaya!, era algo puro, inédito. No recuerdo cuánto se prolongó su especial camino, pero quedé aún más absorto (pseudo-oligofrénico) cuando llegó al límite de la espiral… se quedó quieto, hierático… sin más, contemplando su inutilidad e insignificancia. El nacimiento y la muerte del arte equidistantes al creador.
Pensé y pensé, congelado. Lloré estalactitas. Me imaginé trepando por enormes escaleras que se hacían cada vez más empinadas. Yo subía sin motivo por aquellos escalones rebosantes de conocimiento. El priapismo arquitectónico crecía velozmente a la par que iba limando sus apéndices. Me encontraba entonces elevándome por una enorme columna desde la cual ya podía arañar el cielo. El sendero vertical fue estrechándose cada vez más hasta que al final caí al vacio, muriendo, volviendo sobre mis propios pasos como Robert Smithson volvió sobre su espiral.
Esa columna, esa espiral, para mi define la inutilidad y el carácter retorcido del posmodernismo. La recta infinita que es manipulada por el hombre y retorcida hasta convertirla en espiral. La espiral ansía volver a ser recta. El lago que sueña volver a ser mar. En ese momento, próximo al final del film, mi mundo interno quedó cerrado bajo llave entre las cuerdas vocales y simplemente guarde silencio… la inmensidad de la obra me hizo percibirme aún más pequeño, un garabato humano devorado por la ansiedad. Lo último que recuerdo antes de desmallarme entre dos pliegues cerebrales exhaustos, es la ira que gritó el sol, escupiendo sus rayos sobre el agua manchada de tierra, deslumbrando así a la cámara. Recuerdo también ver la imagen girar y fundirme con ella… girar, girar, girar con el mundo, como el mundo, girar, girar como la espiral, girar, norte, sur, este, oeste… girar, girar, girar…
… Encendí mis lascivos párpados impulsivamente cuando asomaron las primeras imágenes y sonidos del “documental”, los cuales empezaron a modelar una atmósfera peculiar. No estaba resultando un día memorable, pero me esperaba una media hora que modificó mi percepción cósmica, magnificando mis intuiciones y sensaciones. Divagué por la habitación y las pulsaciones bombearon violentamente enormes ráfagas de interés existencial. Smithson empezó a mostrarme un camino que se advertía verdadero, pero a su vez pedregoso y arduo, como aquella débil carretera de Salt Lake City por la que estallaron los primeros fotogramas. Arrojaba folios, papeles en blanco rebosantes de sabiduría sobre el desértico terreno (arrojaba revelaciones ambiguas sobre un psique incompleto). Conjugaba bruscamente imágenes y ruidos, me agitaba, hablándome en un idioma maravilloso que no quería entender, susurrándome evidencias que debían ser gritadas. A través de la remota carretera fue mostrándonos un largo viaje evolutivo, universal, eterno… Interconectaba conceptos prehistóricos como dinosaurios, fósiles, o mapas primigenios del lago Salado que ansía volver a ser mar, con herméticos conceptos de maquinaria y paredes industriales de 1970, lo que plasma la fría y cruda contradicción entre el hombre y sus raíces. Fue a continuación cuando sentí el vértigo y la depresión de la correa del reloj cuando empecé a oír ese tic-tac oscuro e intrigante, en ocasiones ralentizado, que me envolvía en un trance esférico. Disparó entonces imágenes del lago, del agua, que se convertiría en su lienzo. Un lienzo natural, vivo, atávico, real, sangrante como la especie humana, sangrante como la profundidad de un lago. Era como la disección de un corazón inmenso… que se había cansado de funcionar, que estaba estancado en su propio latir. Así, la naturaleza empezó a sucumbir ante el siglo XX… El camión, la máquina, a modo de feroz autómata se adentró sin remordimientos en el ventrículo del lago. Fue una lucha violenta… peleaban el silencio del agua contra el estruendo del motor, la liquidez del agua contra la solidez de las enormes piedras, la inmensidad de los puntos cardinales contra la finitud del objetivo video-gráfico… Disfrutando mi angustia, una enorme mosca motorizada empezó a revolotear encima de la metafórica trifulca, atraída por el hedor orgánico del sentimiento creador. Creí que enloquecía cuando la mosca-helicóptero fue mostrando el proceso de la obra…
Mi paranoia me trasladó al siglo tercero de nuestra era y pensé estar observando la construcción de las mismísimas Líneas de Nazca. Mientras la avioneta galopaba entre las nubes, me sumergí en la imagen y ya no me encontraba en Utah, sino en algún lugar de Perú, y tenía el secreto de la enigmática construcción de las líneas que quiebran las cabezas de tantos y tantos investigadores. Esa sensación se esfumó vomitivamente cuando el teléfono móvil vibró “cariñosamente” en mi pierna derecha de hombre del siglo veintiuno… De vuelta en Utah, y con la sensación de escuchar una obra experimental de John Cage, ¡pude ver al propio Robert Smithson recorriendo su obra! Tiré el despertador contra la pared cerebral y quedó hecho añicos. Olvidado y sin manecillas quedé pálido: estaba recorriendo poco a poco su obra, ¡vaya!, era algo puro, inédito. No recuerdo cuánto se prolongó su especial camino, pero quedé aún más absorto (pseudo-oligofrénico) cuando llegó al límite de la espiral… se quedó quieto, hierático… sin más, contemplando su inutilidad e insignificancia. El nacimiento y la muerte del arte equidistantes al creador.
Pensé y pensé, congelado. Lloré estalactitas. Me imaginé trepando por enormes escaleras que se hacían cada vez más empinadas. Yo subía sin motivo por aquellos escalones rebosantes de conocimiento. El priapismo arquitectónico crecía velozmente a la par que iba limando sus apéndices. Me encontraba entonces elevándome por una enorme columna desde la cual ya podía arañar el cielo. El sendero vertical fue estrechándose cada vez más hasta que al final caí al vacio, muriendo, volviendo sobre mis propios pasos como Robert Smithson volvió sobre su espiral.
Esa columna, esa espiral, para mi define la inutilidad y el carácter retorcido del posmodernismo. La recta infinita que es manipulada por el hombre y retorcida hasta convertirla en espiral. La espiral ansía volver a ser recta. El lago que sueña volver a ser mar. En ese momento, próximo al final del film, mi mundo interno quedó cerrado bajo llave entre las cuerdas vocales y simplemente guarde silencio… la inmensidad de la obra me hizo percibirme aún más pequeño, un garabato humano devorado por la ansiedad. Lo último que recuerdo antes de desmallarme entre dos pliegues cerebrales exhaustos, es la ira que gritó el sol, escupiendo sus rayos sobre el agua manchada de tierra, deslumbrando así a la cámara. Recuerdo también ver la imagen girar y fundirme con ella… girar, girar, girar con el mundo, como el mundo, girar, girar como la espiral, girar, norte, sur, este, oeste… girar, girar, girar…
jueves, 20 de agosto de 2009
Dejad que los niños de acerquen a mi.
Por Marian Garrido Herrojo
Cuanto menos curiosa, la tendencia en este 2009 de ciertos directores, bien considerados de culto o por lo menos habituales en los circuitos alternativos o no tan comerciales, como para firmar producciones de entretenimiento infantil, y según dejan entrever los trailers de una calidad artística a la que no estamos acostumbrados los adultos.
Desde el "Where the wild things are" de Spike Jonze, del cual ya he publicado una entrada enterita hablando de ella sóla, a "Alicia en el país de las Maravillas" de Tim Burton, que no destaca aquí por su giro de tuerca estilístico, ya que los cuentos o el acercamiento a este tipo de público es una tónica en su trabajo, hasta los remakes o secuelas para nostálgicos como el de TRON, con banda sonora de luxe a cargo de Daft punk y Furia de Titanes que se esperan para el 2010.
Pero el caso ´más llamativo y del que quiero dar constancia es de Wes Anderson, sin duda alguna a estas alturas de su filmografía, un skizo excéntrico capaz de embarcar a sus habituales castings desorbitados de talento y carisma, en un proyecto stop motion de tintes retro y naïf que me recuerdan a ciertas animaciones rusas, en un relato de Roald Dalh. Sin desperdicio:
Cuanto menos curiosa, la tendencia en este 2009 de ciertos directores, bien considerados de culto o por lo menos habituales en los circuitos alternativos o no tan comerciales, como para firmar producciones de entretenimiento infantil, y según dejan entrever los trailers de una calidad artística a la que no estamos acostumbrados los adultos.
Desde el "Where the wild things are" de Spike Jonze, del cual ya he publicado una entrada enterita hablando de ella sóla, a "Alicia en el país de las Maravillas" de Tim Burton, que no destaca aquí por su giro de tuerca estilístico, ya que los cuentos o el acercamiento a este tipo de público es una tónica en su trabajo, hasta los remakes o secuelas para nostálgicos como el de TRON, con banda sonora de luxe a cargo de Daft punk y Furia de Titanes que se esperan para el 2010.
Pero el caso ´más llamativo y del que quiero dar constancia es de Wes Anderson, sin duda alguna a estas alturas de su filmografía, un skizo excéntrico capaz de embarcar a sus habituales castings desorbitados de talento y carisma, en un proyecto stop motion de tintes retro y naïf que me recuerdan a ciertas animaciones rusas, en un relato de Roald Dalh. Sin desperdicio:
jueves, 9 de julio de 2009
¿Coppola o Coppelius?
Por Clotilde J. Bandera Gallego

Coppola apuesta esta vez con Tetro por un cine experimental, que tiene su originalidad, pero que el aire “almodoroviano” que toma la película lo estropea algo pues “Almodóvar es Almodóvar y sus circunstancias”.
Comedida la intervención de Maribel Verdú, (chica de bonitos ojos a la que no le acompaña la estrella) en un personaje de apoyo que pasa de puntillas y ensombrecido por la actuación de los otros protagonistas extranjeros . Parece como si esta actriz hubiera pasado a la eternidad (como escribiría Milan Kundera), con aquel papel que hizo en la película "Amantes" de Vicente Aranda, en donde se “victimiza” suicidándose al no saber asumir su fracaso como ser mojigato y antierótico: y es que hay papeles que marcan.
Creo que la critica no ha sabido profundizar en las múltiples capas en el que se encuentra envuelto el film, ni la calidad estética de sus secuencias, porque, actualmente, dado el mundo vertiginoso de imágenes en el que vivimos, nadie encuentra tiempo para detenerse a desentrañar, pensar y descubrir máscaras clásicas, donde se encuentra el origen de todo, pues lo que gusta es que nos engañen con simplicidades.
La alternancia del blanco y el negro con el color en la narrativa de la película se puede ver como una metáfora más. Estamos acostumbrado a que sea el blanco y negro o el sepia el color del pasado, pero no al contrario. En esta alteración, Coppola consigue significados: los colores describen la inocencia de lo que aún no es conocido, el presente es el resultado de un pasado trágico, por tanto es oscuro ya no hay luz, únicamente es la luz la que nos hace ver los colores. Pero también es ella la que mata al insecto que es atraído y se acerca , por tanto esos focos, de los que se hace uso repetidamente durante en el film, van marcando referencias simbólicas que el espectador debería ir descifrando.
Algo biográfica, señala Coppola en sus entrevistas, y todos piensan que se trata solo de cuestiones familiares ( su padre también era músico), pero posiblemente pocos habrán reparado en la similitud y paralelismo de los nombres Coppelius ayudante del mago que crea una bailarina en el cuento de Hoffman ( de múltiples versiones), y Coppola. Se sale de la película desconcertado, consecuencia del mismo caos que nubla a Coppola al construirla o ¿desconstruirla?. Mezcla estilos, idiomas, colores, biografía, matices edípicos de tragedia griega, metáforas, cuentos de Hoffman y en esa intención de querer abarcarlo todo, de realizar aquella “Obra maestra desconocida” de la que nos hablaba Balzac, puede que haya surgido esa incomprensión de la critica. Balzac describe en su cuento la obra del maestro, pero no se pronunció sobre la calidad de la misma, simplemente nos refiere que no fue entendida. Quizás haya que esperar para que lo sea.
jueves, 2 de julio de 2009
Con H de Homenaje

Ame Agaru (1999)
Un año después de la muerte de Akira Kurosawa se estrenó Ame Agaru (Después de la lluvia), una película dirigida por Takashi Koizumi, bajo las órdenes de un guión del propio Kurosawa escrito un año atrás.
Lejos de obras como Trono de Sangre o Ran, Ame Agaru se acerca mucho más a un cuento infantil (está basada en un cuento de Shugoro Yamamoto) que a un drama de Shakespeare. Para aquellos que buscan grandes historias, complejas, llenas de giros y personajes atormentados esta no es su película. Sin embargo alejada de todo eso, Ame Agaru es una especie de Robin Hood elegante, sin excesos, con un mensaje muy optimista y poco pretencioso. Hilado lo suficientemente fino como para permitir una lectura negativa del mismo, aunque eso ya sea elucubración personal.
Ame Agaru no es el mejor Kurosawa (es difícil dirigir después de muerto), pero está lleno de referencias y homenajes al director japonés. Los planos fijos, los grandes paisajes, las tomas "documentales", y la sobriedad de los diálogos le delatan. Koizumi nos deja una pieza preciosa, sencilla de ver, con un buen ritmo (al menos coherente) y unas interpretaciones dignas de elogio.
La relación hombre-mujer aparece aquí de nuevo, en una clave alejada de las manipulaciones e intereses políticos, más cerca de la confianza y el consejo donde, de nuevo, "ella" tiene especial relevancia pese a su condición ausente, y su encierro permanente. Es increíble como modela un personaje tan "simplón", de manera que nos resulta potente, relevante y ante todo el más inteligente.
Ame Agaru es un film para ponerse contento, es más me extraña que no haya sido proyectado en jornadas de Manos Unidas o Unicef. Seguramente por aquí podamos, de hecho, desmontarla al completo, fuera de su calidad fotográfica y la maravillosa (aunque escueta) composición musical, es un film bastante superficial (podría decir sencillo y sonaría positivo), aunque personalmente me parezca su gran virtud. No hay en ella ambición alguna, o al menos yo no la he conseguido detectar, y eso la crucifica como obra relevante y la eleva en la relación película/espectador.
Ficha en IMDB
Lejos de obras como Trono de Sangre o Ran, Ame Agaru se acerca mucho más a un cuento infantil (está basada en un cuento de Shugoro Yamamoto) que a un drama de Shakespeare. Para aquellos que buscan grandes historias, complejas, llenas de giros y personajes atormentados esta no es su película. Sin embargo alejada de todo eso, Ame Agaru es una especie de Robin Hood elegante, sin excesos, con un mensaje muy optimista y poco pretencioso. Hilado lo suficientemente fino como para permitir una lectura negativa del mismo, aunque eso ya sea elucubración personal.
Ame Agaru no es el mejor Kurosawa (es difícil dirigir después de muerto), pero está lleno de referencias y homenajes al director japonés. Los planos fijos, los grandes paisajes, las tomas "documentales", y la sobriedad de los diálogos le delatan. Koizumi nos deja una pieza preciosa, sencilla de ver, con un buen ritmo (al menos coherente) y unas interpretaciones dignas de elogio.
La relación hombre-mujer aparece aquí de nuevo, en una clave alejada de las manipulaciones e intereses políticos, más cerca de la confianza y el consejo donde, de nuevo, "ella" tiene especial relevancia pese a su condición ausente, y su encierro permanente. Es increíble como modela un personaje tan "simplón", de manera que nos resulta potente, relevante y ante todo el más inteligente.
Ame Agaru es un film para ponerse contento, es más me extraña que no haya sido proyectado en jornadas de Manos Unidas o Unicef. Seguramente por aquí podamos, de hecho, desmontarla al completo, fuera de su calidad fotográfica y la maravillosa (aunque escueta) composición musical, es un film bastante superficial (podría decir sencillo y sonaría positivo), aunque personalmente me parezca su gran virtud. No hay en ella ambición alguna, o al menos yo no la he conseguido detectar, y eso la crucifica como obra relevante y la eleva en la relación película/espectador.
¿A quién le resulta agradable la amabilidad?
Ficha en IMDB
domingo, 28 de junio de 2009
La importancia del montaje
Marian Garrido Herrojo
El montaje y ciertos elementos perceptivos alterados, tales como la música reescriben totalmente el significado de las imágenes. Por ejemplo, "Mary Poppins" convertida en película de terror, "El Resplandor" en una enternecedora historia y "Terciopelo Azul" en una comedia del estilo "Los padres de ella"
El montaje y ciertos elementos perceptivos alterados, tales como la música reescriben totalmente el significado de las imágenes. Por ejemplo, "Mary Poppins" convertida en película de terror, "El Resplandor" en una enternecedora historia y "Terciopelo Azul" en una comedia del estilo "Los padres de ella"
miércoles, 27 de mayo de 2009
Funny Games U.S. – Jugando con el público
Por Simona Cheli
Entro en el cine, me siento en mi butaca mientras grupitos de chicos jóvenes con pinta macarra a su vez están entrando. Unos pegan gritos para que todo el mundo se entere de lo malotes que son, otros ríen mientras se llenan la boca de palomitas. Son/somos conscientes de que la gran pantalla dentro de poco nos dará un par de horas de espectáculo, una representación ficticia, algo que nos divierta, nos haga escapar de lo cotidiano. Para eso hemos pagado, ¿no? Y como somos los espectadores, nosotros mandamos. Estamos acostumbrados a darle a un botón para pasar de una guerra al Gran Hermano, a un terremoto, o un partido de futbol. La realidad cambia según lo que queremos, pero esta vez hay algo que no encaja. Esta vez el mando no lo tenemos nosotros. Está, pero al otro lado de la pantalla, y quien manda es el director por mano de su alter ego malísimo que encima rompe la cuarta pared y nos guiña el ojo para que seamos sus cómplices. Y eso parece ser lo único que podemos hacer, sentados observando lo que él quiere que veamos.
Pues bueno, ¿que hemos venido a ver al cine? ¿Una película violenta? Vale, ahí la tenemos, una película extremadamente violenta, pero sin una sola escena violenta. No en nuestro campo visual por lo menos. ¿Hemos venido a por un poco de gore? ¿Sangre y sesos? De acuerdo, pero otra vez, tendremos que trabajar de imaginación. ¿Queremos saber la historia de estos dos chicos? ¿Porque lo hacen? ¿Buscar un motivo, algo que nos de alguna certeza? Nada, estos dos psicópatas con cara y ropa de angelitos vienen de la nada y no se sabe adónde van.
Así, mientras la pantalla nos devuelve secuencias y diálogos tan lentos que resultan hasta exasperantes para quien, evidentemente, buscaba algo diferente, (tan exasperantes como las horas que pasa la familia), nos damos cuenta de que los dos psicópatas están jugando con su víctimas al mismo tiempo que el director Haneke está jugando con nosotros. Y de repente nos percatamos de que nosotros también somos parte de los juegos divertidos. Solo que esto ya no es divertido para nada, no nos tranquiliza, es demasiado irracional. Qué pena lo del niño y que crueldad lo del perro, sin hablar de la humillación de la joven madre, pero ya estaba todo planificado. Actuamos y pensamos según nuestro rol. Reacciones obvias de unas mentes bien adiestradas.
Y si nos creemos tan listos que podemos anticipar lo que va a pasar, Haneke nos demuestra que somos nosotros los previsibles, nosotros, criados con los mecanismos de Hollywood. Los que ya saben cómo va a acabar, los de “el cuchillo está allí por algo”, los de “la furgoneta parará” y “el teléfono funcionará”, al final nos damos cuenta de que el Deus ex machina ya lo tenía todo previsto y se reía de nosotros, sobre todo de los que saliendo de la sala se quejaban de una película que para muchos solo tiene un buen inicio, a lo mejor porque tan manifiestamente obvio, como su titulo rojo y la música aparentemente sin sentido de John Zorn que sustituye al aire clásico de Händel.
-----
Como dato curioso, hay que señalar que la película es una copia prácticamente exacta de la original, dirigida por el mismo Haneke en 1997. La original fue rodada en austriaco, y considerando la censura de los Estados Unidos por todo lo que no es producto cinematográfico nacional, incluido el rechazo por el doblaje de obras extranjeras que resultan, pues, productos de nicho, resulta claro que esta operación ha sido la única forma de introducir la película en ese mercado.
Entro en el cine, me siento en mi butaca mientras grupitos de chicos jóvenes con pinta macarra a su vez están entrando. Unos pegan gritos para que todo el mundo se entere de lo malotes que son, otros ríen mientras se llenan la boca de palomitas. Son/somos conscientes de que la gran pantalla dentro de poco nos dará un par de horas de espectáculo, una representación ficticia, algo que nos divierta, nos haga escapar de lo cotidiano. Para eso hemos pagado, ¿no? Y como somos los espectadores, nosotros mandamos. Estamos acostumbrados a darle a un botón para pasar de una guerra al Gran Hermano, a un terremoto, o un partido de futbol. La realidad cambia según lo que queremos, pero esta vez hay algo que no encaja. Esta vez el mando no lo tenemos nosotros. Está, pero al otro lado de la pantalla, y quien manda es el director por mano de su alter ego malísimo que encima rompe la cuarta pared y nos guiña el ojo para que seamos sus cómplices. Y eso parece ser lo único que podemos hacer, sentados observando lo que él quiere que veamos.
Pues bueno, ¿que hemos venido a ver al cine? ¿Una película violenta? Vale, ahí la tenemos, una película extremadamente violenta, pero sin una sola escena violenta. No en nuestro campo visual por lo menos. ¿Hemos venido a por un poco de gore? ¿Sangre y sesos? De acuerdo, pero otra vez, tendremos que trabajar de imaginación. ¿Queremos saber la historia de estos dos chicos? ¿Porque lo hacen? ¿Buscar un motivo, algo que nos de alguna certeza? Nada, estos dos psicópatas con cara y ropa de angelitos vienen de la nada y no se sabe adónde van.
Así, mientras la pantalla nos devuelve secuencias y diálogos tan lentos que resultan hasta exasperantes para quien, evidentemente, buscaba algo diferente, (tan exasperantes como las horas que pasa la familia), nos damos cuenta de que los dos psicópatas están jugando con su víctimas al mismo tiempo que el director Haneke está jugando con nosotros. Y de repente nos percatamos de que nosotros también somos parte de los juegos divertidos. Solo que esto ya no es divertido para nada, no nos tranquiliza, es demasiado irracional. Qué pena lo del niño y que crueldad lo del perro, sin hablar de la humillación de la joven madre, pero ya estaba todo planificado. Actuamos y pensamos según nuestro rol. Reacciones obvias de unas mentes bien adiestradas.
Y si nos creemos tan listos que podemos anticipar lo que va a pasar, Haneke nos demuestra que somos nosotros los previsibles, nosotros, criados con los mecanismos de Hollywood. Los que ya saben cómo va a acabar, los de “el cuchillo está allí por algo”, los de “la furgoneta parará” y “el teléfono funcionará”, al final nos damos cuenta de que el Deus ex machina ya lo tenía todo previsto y se reía de nosotros, sobre todo de los que saliendo de la sala se quejaban de una película que para muchos solo tiene un buen inicio, a lo mejor porque tan manifiestamente obvio, como su titulo rojo y la música aparentemente sin sentido de John Zorn que sustituye al aire clásico de Händel.
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Como dato curioso, hay que señalar que la película es una copia prácticamente exacta de la original, dirigida por el mismo Haneke en 1997. La original fue rodada en austriaco, y considerando la censura de los Estados Unidos por todo lo que no es producto cinematográfico nacional, incluido el rechazo por el doblaje de obras extranjeras que resultan, pues, productos de nicho, resulta claro que esta operación ha sido la única forma de introducir la película en ese mercado.
lunes, 4 de mayo de 2009
Apocalypto: El arte de desinformar
Por Cecilia Ruiz Valencia
Hay películas que no dan ganas de ver, y que se quedan olvidadas, o en el mejor de los casos, en una lista muy larga de espera… el problema surge cuando ésa película, que no se antoja ni para un mal día de ocio sencillo, es algo que sabemos que “tenemos” que ver… para bien o para mal.
Por fin el día llega, la vemos, y lo único revelador lo encontramos en el final… no, no en el final de la cinta, sino al final de ésta, cuando recordamos por qué no queríamos verla pero también la razón de por qué sentíamos que debíamos hacerlo… tarde o temprano.
Todo este preámbulo tiene una explicación: hace unos días vi Apocalypto de Mel Gibson en su versión de director; después de más de dos años de que la cinta estuviera en cartelera y tratando de ser lo más objetiva posible para emitir un juicio personal y que no estuviera directamente influenciado por comentarios que, en su momento llegué a escuchar, sobre todo en mi país… y que resultaban ser opiniones francamente negativas. Se puede hablar mucho de esta película, pero no se puede hablar muy bien, y las razones son las siguientes.
La película cumple con el típico estándar Hollywoodense: tiene su héroe, su historia de amor, los buenos y los malos… y un final aparentemente feliz; y eso, no me molesta en lo absoluto… tampoco el contexto en el que esta historia genérica está narrada. El problema surge cuando hay tantos errores biográficos en un medio que alcanzará masas, situaciones que dan pié a que una cultura tan grande y altamente compleja como lo fue la Maya, sea concebida o entendida por un gran sector de individuos, de una manera totalmente diferente a lo que fue en realidad… y eso es lo preocupante.
Hablar de la civilización Maya es hablar de tres mil años de historia divididos en periodos, se tiene que hablar de grandes descubrimientos y legados astronómicos y científicos, aportaciones artísticas y arquitectónicas importantísimas, señoríos, evolución en lenguas e idiomas que aún hoy se siguen utilizando; también se debe hablar de sacrificios humanos, de guerras entre culturas, de presos de guerra, de rituales y de juegos de pelota… entre muchas otras cosas que sería imposible tocar, aunque sea superficialmente, en unos cuantos párrafos.
Resultaría absurdo tratar de mostrar todas las virtudes y legados que una civilización de esta magnitud dejó, en dos horas de película, así como resulta realmente absurdo mostrar todo el lado sangriento y violento en las mismas dos horas… pero al parecer, Mel lo logró.
La película al final parece un condensado de violencia y sangre, destacó los rasgos que en una cultura occidental actual parecen terribles, potenciándolos de una manera que llega a ser grotesca y ridícula, al punto de mostrarnos una película de acción, pero esta vez protagonizada por actores que tienen más cara de Indios Norteamericanos que de Mayas; dejándonos ver montañas de cuerpos en estado de putrefacción (con una clara muestra al holocausto), cabezas rodar por las escaleras de una pirámide imaginaria; un eclipse solar imposible, juegos violentos sin sentido… y muchas cosas más, que al ser exageradas y mostradas de esta manera, suponen también una falta de respeto a una cultura que aún cuenta con descendientes directos con vida.
Hay muchos más errores que solamente demuestran la falta de veracidad histórica en el contenido de la película, y que han sido objeto de muchas opiniones y criticas muy fuertes por parte de sectores de estudiosos de la cultura Maya e incluso especialistas que el mismo Gibson llegó a consultar durante sus investigaciones para la realización del guión, el cual, cuenta con errores gravísimos al contener malas traducciones literarias y problemas de pronunciación por parte de los actores al hablar maya yucateco… aunque eso no fue un impedimento para que la cinta estuviera postulada al globo de oro por mejor película en lengua extranjera…
En el final se encuentra tal vez el más grave error, en el que según la ideología del director, una cultura tan bárbara y violenta, solamente podría ser salvada por la religión con la llegada de los conquistadores; aunque tiene un pequeño margen de error de unos… 600 años o más; ya que para cuando éstos llegaron, la cultura Maya en el periodo clásico que se trata de mostrar, ya no existía como tal.
Como dato curioso… en mi primera (y seguramente última) experiencia con esta película, alcancé a ver un fotograma escondido: se trata de Wally, o Waldo, como le quieran llamar… el personaje de los libros infantiles reconocible por su traje a rayas blancas y rojas, todo esto en una escena grotesca en la que el protagonista cae entre los cuerpos descabezados y pudriéndose al sol que anteriormente mencioné. El personaje curioso aparece sentado plácidamente sobre los cadáveres con una flecha falsa atravesándole la cabeza mientras el revoloteo de las moscas se puede escuchar. Es absurdo, al principio pensé que se trataba de una broma… después lo confirmamos, e investigando un poco más me enteré de que el fotograma apareció en la versión para cine pero fue suprimido en el DVD. ¿No era ya suficiente provocación, Mel?, ¿Qué fin pudo tener eso?... yo me quedo con algo muy personal, y lo único que puedo decir al respecto es que solo demuestra el grado de irresponsabilidad de la persona en cuestión.
Me parece difícil creer que para rodajes con tal presupuesto, no se pueda tener una investigación confiable de fondo, y aunque este no es el único caso con este tipo de provocaciones (ni Mel Gibson alguien en quien muchos confiaríamos); sí me sigue pareciendo abrumadora la simple idea de pensar en las miles de personas que se quedan con esa concepción errónea de tantas cosas que se muestran en un apantalla de cine… y pasa a todos niveles y con todos los temas; la manipulación de información es terrible y cruel, pero más terrible me parece seguir viendo a los consumidores conformándose con lo que les dan, y haciendo esa falsa información suya.
Definitivamente una película no apta para personas a las que les preocupa informarse, y con criterio propio.
Por fin el día llega, la vemos, y lo único revelador lo encontramos en el final… no, no en el final de la cinta, sino al final de ésta, cuando recordamos por qué no queríamos verla pero también la razón de por qué sentíamos que debíamos hacerlo… tarde o temprano.
Todo este preámbulo tiene una explicación: hace unos días vi Apocalypto de Mel Gibson en su versión de director; después de más de dos años de que la cinta estuviera en cartelera y tratando de ser lo más objetiva posible para emitir un juicio personal y que no estuviera directamente influenciado por comentarios que, en su momento llegué a escuchar, sobre todo en mi país… y que resultaban ser opiniones francamente negativas. Se puede hablar mucho de esta película, pero no se puede hablar muy bien, y las razones son las siguientes.
La película cumple con el típico estándar Hollywoodense: tiene su héroe, su historia de amor, los buenos y los malos… y un final aparentemente feliz; y eso, no me molesta en lo absoluto… tampoco el contexto en el que esta historia genérica está narrada. El problema surge cuando hay tantos errores biográficos en un medio que alcanzará masas, situaciones que dan pié a que una cultura tan grande y altamente compleja como lo fue la Maya, sea concebida o entendida por un gran sector de individuos, de una manera totalmente diferente a lo que fue en realidad… y eso es lo preocupante.
Hablar de la civilización Maya es hablar de tres mil años de historia divididos en periodos, se tiene que hablar de grandes descubrimientos y legados astronómicos y científicos, aportaciones artísticas y arquitectónicas importantísimas, señoríos, evolución en lenguas e idiomas que aún hoy se siguen utilizando; también se debe hablar de sacrificios humanos, de guerras entre culturas, de presos de guerra, de rituales y de juegos de pelota… entre muchas otras cosas que sería imposible tocar, aunque sea superficialmente, en unos cuantos párrafos.
Resultaría absurdo tratar de mostrar todas las virtudes y legados que una civilización de esta magnitud dejó, en dos horas de película, así como resulta realmente absurdo mostrar todo el lado sangriento y violento en las mismas dos horas… pero al parecer, Mel lo logró.
La película al final parece un condensado de violencia y sangre, destacó los rasgos que en una cultura occidental actual parecen terribles, potenciándolos de una manera que llega a ser grotesca y ridícula, al punto de mostrarnos una película de acción, pero esta vez protagonizada por actores que tienen más cara de Indios Norteamericanos que de Mayas; dejándonos ver montañas de cuerpos en estado de putrefacción (con una clara muestra al holocausto), cabezas rodar por las escaleras de una pirámide imaginaria; un eclipse solar imposible, juegos violentos sin sentido… y muchas cosas más, que al ser exageradas y mostradas de esta manera, suponen también una falta de respeto a una cultura que aún cuenta con descendientes directos con vida.
Hay muchos más errores que solamente demuestran la falta de veracidad histórica en el contenido de la película, y que han sido objeto de muchas opiniones y criticas muy fuertes por parte de sectores de estudiosos de la cultura Maya e incluso especialistas que el mismo Gibson llegó a consultar durante sus investigaciones para la realización del guión, el cual, cuenta con errores gravísimos al contener malas traducciones literarias y problemas de pronunciación por parte de los actores al hablar maya yucateco… aunque eso no fue un impedimento para que la cinta estuviera postulada al globo de oro por mejor película en lengua extranjera…
En el final se encuentra tal vez el más grave error, en el que según la ideología del director, una cultura tan bárbara y violenta, solamente podría ser salvada por la religión con la llegada de los conquistadores; aunque tiene un pequeño margen de error de unos… 600 años o más; ya que para cuando éstos llegaron, la cultura Maya en el periodo clásico que se trata de mostrar, ya no existía como tal.
Como dato curioso… en mi primera (y seguramente última) experiencia con esta película, alcancé a ver un fotograma escondido: se trata de Wally, o Waldo, como le quieran llamar… el personaje de los libros infantiles reconocible por su traje a rayas blancas y rojas, todo esto en una escena grotesca en la que el protagonista cae entre los cuerpos descabezados y pudriéndose al sol que anteriormente mencioné. El personaje curioso aparece sentado plácidamente sobre los cadáveres con una flecha falsa atravesándole la cabeza mientras el revoloteo de las moscas se puede escuchar. Es absurdo, al principio pensé que se trataba de una broma… después lo confirmamos, e investigando un poco más me enteré de que el fotograma apareció en la versión para cine pero fue suprimido en el DVD. ¿No era ya suficiente provocación, Mel?, ¿Qué fin pudo tener eso?... yo me quedo con algo muy personal, y lo único que puedo decir al respecto es que solo demuestra el grado de irresponsabilidad de la persona en cuestión.
Me parece difícil creer que para rodajes con tal presupuesto, no se pueda tener una investigación confiable de fondo, y aunque este no es el único caso con este tipo de provocaciones (ni Mel Gibson alguien en quien muchos confiaríamos); sí me sigue pareciendo abrumadora la simple idea de pensar en las miles de personas que se quedan con esa concepción errónea de tantas cosas que se muestran en un apantalla de cine… y pasa a todos niveles y con todos los temas; la manipulación de información es terrible y cruel, pero más terrible me parece seguir viendo a los consumidores conformándose con lo que les dan, y haciendo esa falsa información suya.
Definitivamente una película no apta para personas a las que les preocupa informarse, y con criterio propio.
jueves, 16 de abril de 2009
Gran Torino, Clint Eastwood.
Por Teresa Cabanillas Gutiérrez.
Ayer decidí pasar la noche del viernes en el cine y dada la "selecta" cartelera de películas comerciales que ofrecen en el cine de Tres Cantos fue relativamente sencillo ponerse de acuerdo. Nos decantamos por el Gran Torino, la última en la que trabajará Clint Eastwood como actor y que, por tanto, era obligatorio ver aunque solo fuera para recordar lo durísimo que puede llegar a ser (que nadie lo dude...).
El argumento no me resultó nada del otro mundo, aunque confieso que la película me gustó. El tema de la guerra de trasfondo y la intolerancia étnica como dura realidad social funcionan bien como hilos conductores de la trama. Por otro lado, Eastwood hace muy bien su papel, interpretando a una versión envejecida de cualquiera de sus personajes consagrados a raíz del duro "Harry el Sucio", quejándose de todo lo criticable, soltando tacos y chistes políticamente incorrectos que suscitan risas entre el público y manteniendo a todo el vecindario a raya (de qué otro modo podría ser). No obstante, ya se deba a la edad del actor, o a la morriña que haya podido suscitar el último trabajo, o quizás a que yo esperaba un poquito más de orgullo por parte de Clint, he de admitir que me decepcionó un poco que la pose de "tipo duro" fuese tan breve...
Personalmente, opino que la película es básicamente de puro entretenimiento sin muchas más aportaciones, aunque gracias principalmente a la actuación de Clint y pasando por alto el doblaje de barrio de Vallecas, creo que es una película recomendable, aunque solo sea para poder ver otra vez esos ojos azules desafiando al espectador desde la gran pantalla.
Ayer decidí pasar la noche del viernes en el cine y dada la "selecta" cartelera de películas comerciales que ofrecen en el cine de Tres Cantos fue relativamente sencillo ponerse de acuerdo. Nos decantamos por el Gran Torino, la última en la que trabajará Clint Eastwood como actor y que, por tanto, era obligatorio ver aunque solo fuera para recordar lo durísimo que puede llegar a ser (que nadie lo dude...).
El argumento no me resultó nada del otro mundo, aunque confieso que la película me gustó. El tema de la guerra de trasfondo y la intolerancia étnica como dura realidad social funcionan bien como hilos conductores de la trama. Por otro lado, Eastwood hace muy bien su papel, interpretando a una versión envejecida de cualquiera de sus personajes consagrados a raíz del duro "Harry el Sucio", quejándose de todo lo criticable, soltando tacos y chistes políticamente incorrectos que suscitan risas entre el público y manteniendo a todo el vecindario a raya (de qué otro modo podría ser). No obstante, ya se deba a la edad del actor, o a la morriña que haya podido suscitar el último trabajo, o quizás a que yo esperaba un poquito más de orgullo por parte de Clint, he de admitir que me decepcionó un poco que la pose de "tipo duro" fuese tan breve...
Personalmente, opino que la película es básicamente de puro entretenimiento sin muchas más aportaciones, aunque gracias principalmente a la actuación de Clint y pasando por alto el doblaje de barrio de Vallecas, creo que es una película recomendable, aunque solo sea para poder ver otra vez esos ojos azules desafiando al espectador desde la gran pantalla.
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