El Cine como forma expresiva y estética

sábado, 13 de noviembre de 2021

El orfanato, Juan Antonio Bayona, 2007

Es reconfortante que los productos cinematográficos españoles apuesten por generar dinero en los ámbitos naturales de su “utilidad social” y no en los círculos de la endogamia parasitaria. Sólo por ello El orfanato merece un caluroso aplauso. La película nos mantiene clavados en la pantalla desde el primer fotograma hasta el último. Lo mejor: la producción, mediante fórmulas de probado éxito. Si no me equivoco, teniendo en cuenta lo que costó producirla, acaso se recuerde dentro de unos años como la película más rentable de la historia del cine español. El magistral lanzamiento publicitario completa la homologación de “nuestra industria” en un contexto de feroz competitividad. Es sabida la relación directa que existe entre inversión publicitaria y recaudación. La historia, supeditada a una línea argumental sencilla (el amor materno-filial), recuerda muchas películas anteriores y, en especial, algunas muy recientes (Los otros), que, a su vez, nos remiten a aquella inolvidable de J. Clayton (The Innocents, 1961); el desenlace compone “estilo” con El laberinto de el fauno y, en general, con los repertorios iconográficos de Guillermo del Toro, por lo general, escasamente desarrollados en la faceta simbólica; sería absurdo buscar en El orfanato referencias a los universos míticos o mágicos del lugar en que se desarrolla la historia. El equipo de realización perdió una magnífica oportunidad por ese camino. Entiendo que por ahí se encuentra la parte más débil de la película: un guión que, cargado de concesiones populistas (psicofonías) y comparado con The Innocents, refuerza la añoranza por aquellas películas preñadas de sugerencias complejas e interesantes: Aún persiste en mi memoria la imagen del niño “perverso” intentando seducir al personaje interpretado por Deborah Kerr. Sí, ya sé que son odiosas las comparaciones, pero en ellas descansa una parte importante de la argumentación crítica y, francamente, creo que sería buena idea que el cine se esforzara por esa línea… aunque no se pueda resucitar a Truman Capote. Asimismo, también flojea en otros aspectos de la vinculación al terruño: apenas se han aprovechado las posibilidades espectaculares del paisaje asturiano. Es obvio que no se cuidó demasiado la “localización”. Algunos cronistas han enfatizado la interpretación… Entiendo que es difícil substanciar una buena interpretación cuando el guión es tan homogéneo. No obstante, frente a lo que, por desgracia, suele ser habitual en el cine español, en El orfanato no aprecio carencia interpretativa alguna; hasta los niños entonan en el ambiente general, dominado por la personalidad de Belén Rueda. La fotografía, muy condicionada por la escasez de iluminación, sobre la que se hace descansar gran parte de la tensión narrativa, no se puede decir que sea brillante, pero sí correcta. Es casi una película en Blanco y Negro, en la que se han despreciado las posibilidades de una imagen más ambiciosa… En la misma línea también son obvias las carencias en la dirección artística. Los recursos que determinan el ritmo narrativo han sido utilizados con agilidad: es destacable el movimiento de la cámara, así como los “efectos” consagrados por el uso en este tipo de obras (insertos sonoros de sobresalto, destellos, congelaciones puntuales del ritmo narrativo, etc.). Por último, es de agradecer la mesura en el uso de las fórmulas “expresivas” inquietantes (máscaras de los niños, niños de rasgos anómalos, rostro monstruoso de la cuidadora después del accidente, etc.). En definitiva, aunque quepa esperar poco entusiasmo de la Academia norteamericana, es una película que me ha recordado mucho ‘Tesis’… Como primera obra, me parece excepcional, incluso contando con que Guillermo del Toro haya participado más de lo que conviene al decoro profesional.