Gustav Holst nunca comprendió por
qué “Los Planetas”, su obra musical más famosa, llegó a alcanzar tamaño éxito.
Al parecer, el compositor no la consideraba su obra más lograda. Como Holst,
muchos creadores no suelen coincidir con los gustos de su público, lo que en
parte parece quitarles autoridad a la hora de considerar su obra a efectos
críticos. A veces, una obra puede alcanzar notoriedad injustamente. Hay muchas
cosas que entran en juego a la hora de adjudicar este aura: además del público,
está el factor de la crítica especializada, encargada de ensalzar o condenar a
los infiernos el trabajo de los demás. También están las modas e incluso el
motivo por el que se conciben dichas piezas: una banda sonora puede alcanzar el
éxito por el film por el que fue compuesta, por ejemplo.
De entre los creadores más
exigentes y críticos con su propia obra, podemos destacar sin duda a Stanley
Kubrick. La búsqueda de la perfección le llevó a tener una sucinta filmografía,
donde no cabe una mácula capaz de desprestigiar su trabajo.
Quizá lo más cercano a un ejemplo
imperfecto de su trabajo podemos encontrarlo en “Fear and desire”, su ópera
prima. Es evidente que para llegar a un grado de excelencia en la empresa que
uno se propone, hay que realizar una especie de viaje iniciático en el que
poder aprender de los errores e ir depurando el talento. Para el cineasta, este
periplo quedó evidenciado en éste su primer filme, al que consideraba como la
obra de un “aficionado”. No obstante, “Fear and desire” (“traducido como “Miedo
y deseo”) recibió buenas críticas por parte de los representantes del cine y
ensayo del momento. Siendo objetivos, es una obra más que correcta. En ella
pueden verse trazas de ese cine genuino de Kubrick, quien siempre se preocupó
por una imagen interesante y depurada. Antes que el cine, se dedicó a la
fotografía, oficio inculcado por su padre, llegando a trabajar profesionalmente
en revistas de la talla de la neoyorkina “Look”. Sus instantáneas mostraban a un
artista en potencia, el cual acabó desarrollando este oficio por la vía del
séptimo arte, no abandonándolo nunca, estando presente en cada una de sus
realizaciones. Él era consciente de que el cine entraba primeramente por los
ojos, por lo que siempre apostó por estar en primera línea, tras la cámara, a
diferencia de otros cineastas que delegaron en sus directores de fotografía. La
puesta en escena resulta en muchos casos excesivamente teatral, pues las
figuras de los personajes se presentan excesivamente hieráticas y colocadas de
forma forzada para lograr un conjunto estético y equilibrado. Además, las luces
y sombras surgen como un recurso
expresionista excesivo (algo que también encontraremos en sus películas
inmediatamente posteriores, aquellas de las que el director sí estaba
orgulloso: “El beso del asesino” y “Atraco perfecto”.
Para realizar “Fear and desire”
(la primera de sus películas bélicas tras la que llegarían “Senderos de Gloria”
y “La chaqueta metálica”), el joven Kubrick (el cual contaba con 22 años en
aquel momento) contó con el apoyo económico familiar: su padre retiró el dinero
de su seguro de vida para invertirlo en al producción, y su tío puso la
cantidad que faltaba hasta llegar a los 53.000 dólares. Corría el año 1951.
Con un equipo reducido de rodaje
(entre los cuales se encontraba su primera mujer), el director de “La naranja
mecánica” se trasladó a las Montañas de San Gabriel en Los Ángeles (California)
para filmar la historia de una guerra inventada y protagonizada por un grupo de
actores desconocidos.
Debido a la carencia de medios,
en la película prima lo psicológico por encima de la acción, dando peso a los
diálogos y a la voz en off, centrándose en la soledad de unos soldados que
deben de huir de la zona enemiga en la que se encuentran para regresar salvos y
salvos.
Durante la proyección de “Fear
and desire” en su estreno, Kubrick sufrió los comentarios chistosos de algunos
espectadores que encontraban sobreactuadas algunas interpretaciones y cómicas
determinadas situaciones de su película. Uno a uno, fue recopilando las copias
de su trabajo y las hizo desaparecer, tratando de borrar de la faz de la tierra
la existencia de este trabajo del que siempre renegó. No obstante, para su
desgracia un negativo sobrevivió en los Laboratorios Kodak y “Fear and desire” fue
recuperada en el año 1994. Recientemente, ha sido editada en DVD, lo que ha
sido celebrado por los seguidores del cineasta. No hace mucho tampoco, fue
recuperado también el material desechado por Kubrick de su famosa película
“2001, una Odisea en el espacio”.
“Fear and desire” debe
visualizarse siendo conscientes de toda la historia que la rodea, para ser
justos con ella. A mi juicio y a pesar de los posibles defectos que puede
tener, posee una factura óptima y no es ni mucho menos un film indigno a la
hora de ser tenido en cuenta dentro de una biografía como al de Kubrick.
Awesome!
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