El Cine como forma expresiva y estética

viernes, 30 de octubre de 2009

Ágora: de Iglesia y pro-semitismo

Por Marco Ansón Ramos
Propuesta del cine español de temática histórica, si bien no es la historia lo que la película aborda, sino otro tema muy distinto relacionado con política y religión. A mí personalmente me interesa cómo se ha intentado abordar este tema a través de una excusa histórica y es lo que voy tratar.
En cuanto a recreación histórica, y entendiendo que Alejandría fue fundada por Alejandro Magno y muy posterior a las dinastías de los faraones egipcios, esa representación y arquitectura como ciudad de reyes del Nilo queda totalmente fuera de lugar, se molestan en conseguir como utilería objetos del antiguo Egipto que tienen lugar en una importante ciudad de construcción Macedónica y gran avance para su tiempo, lo cual parece solo reflejado en la filosofía que se imparte en la academia. Aparte de la ambientación faraónica, la mala ambientación grecolatina es la típica de todo el cine occidental hasta la fecha. Esculturas totalmente blanquitas y brillantes, y colores neutros entre los ropajes, si bien en la estética helena predominaban colores que harían temblar el festival del orgullo gay de Chueca entre esculturas policromadas y tejidos teñidos. El gobierno romano queda representado como unos tristes manipulables y fácilmente vencibles si bien era una institución marcial que podía imponerse tanto por la fuerza como por la palabra, lo cual en la película no se da a entender... parece ser que Amenábar ojeaba Asterix y Cleopatra en lugar de buscarse un historiador competente que le aconsejara
La película presenta una leve crítica a la Iglesia abordando el choque de religiones. En la película se intenta representar un enfrentamiento sangriento con una respuesta agresiva por parte del colectivo pagano, si bien los creyentes paganos eran respetuosos y tolerantes y siempre habían convivido con otras religiones llegando a tomar prestados dioses o conversiones de los mismos, como el propio Serapis de Alejandría, un ataque violento y armado por parte de practicantes del paganismo no resulta del todo creíble, ya que hasta el cristianismo, los practicantes de religiones paganas europeas habían sido respetuosos y tolerantes, si bien el paganismo grecolatino había sido otra forma del poder romano de controlar unificada la zona de oriente en la cual la fe estaba muy unida a la política y el cristianismo no cumplía con los intereses de mandato romano. Si bien la conversión al cristianismo fue una forma de tomar el poder y controlar a las masas por parte del imperio, tuvo por contrapartida algo que no se daba en las religiones paganas, una llamada Iglesia con unidad.

Cuando se tomaron represiones contra los cristianos fue porque en aquellos momentos interesaban a los mandatarios de Roma, no a los ciudadanos practicantes del paganismo.
El radicalismo religioso y su permisividad siempre a radicado en el poder al que la religión se asocia. Así cuando el paganismo volvió al poder de un fanático como Claudio Juliano El Apostata, se persiguió el culto cristiano, si bien teniendo en cuenta el culto personal, era una estratagema y forma de nombrarse también poder divino, además de pensar en una forma emprendedora imperialista y conquistadora, valores más aplicables al modelo grecolatino que al cristiano que se fundamentaba más en Dios que en los hechos de los hombres, y rompió con el verdadero paganismo al intentar crear una iglesia pagana. Y su libertad de culto y permisividad hicieron proliferar las divisiones entre el cristianismo, lo cual aumentó la violencia y falta de entendimiento entre cristianos, llevando a un completo fanatismo religioso y luchas intestinas entre mismos dioses y distintas interpretaciones . Lo cual no se refleja para nada en la película, en la cual se debería haber mostrado la gran capacidad del cristianismo para contradecirse o interpretar las doctrinas de esta mima religión según conviniera al poder del momento.
¿Una posible crítica a la Iglesia? podría haber sido más dura. Aceptando que el cristianismo se acepta como religión principal y finalmente única por la facilidad de gobierno y control de masas que otorga esta doctrina, se comprende la conveniencia del cristianismo y la erradicación de otras formas de pensar, ya que al ser la palabra de Dios la última palabra y poder ser transmitida por obispos u hombres de dios, la interpretación puede variar y ajustarse al fin político, lo cual ha marcado la historia de occidente desde el Imperio Romano hasta nuestros días. Si bien desde el aspecto estético se enfatiza y potencian rasgos entre los cristianos que al espectador le pueden causar enemistad hacia ellos. La diferencia entre buenos y malos queda muy clara desde un principio, si bien es cierto que el paganismo era más tolerante y respetuoso, acostumbradas a convivir distintas religiones e incluso a respetarse entre ellas por lo cual el ataque armado hacia los cristianos queda un poco fuera de lugar.
El personaje de Hipatia aún siendo una pensadora de renombre, prestigio social y gran reconocimiento en su época, queda casi enfocado como una mujer de la cultura occidental contemporánea, para nada como una romana con sus limitaciones por su condición de mujer. La película crítica hacia el machismo que encontramos en la Biblia, si bien la cultura romana limitaba con creces a la mujer, aspecto que no se encuentra del todo reflejado en la película sobretodo cuando el padre habla de casarla y la otorga completa libertad. Si se quiere ganar el apoyo del público femenino y potenciar su descontento con la clásicas normas cristianas hacia la mujer, es una forma de conseguirlo.

Pero el tema que más desastroso me parece, es el pro-semitismo que respira la película. Desde un principio los judíos quedan como un pueblo neutral que se podría decir "pasaba por allí" y sufre el acoso brutal del cristianismo. Si bien es cierto que los judíos habían sufrido acosos por parte de la cultura grecolatina en Alejandría, comparándolos con los cristianos que se ven en al película parecen unos santos y quedan de pobrecitos, como en todo el cine que destila un pro-semitismo insoportable. La propaganda sionista que despide el cine estadounidense es algo que no esperaba encontrar en Ágora al tener un director español, pero parece que está claro quién mueve los hilos y que imagen hay que hacer llegar al espectador. Interesante el guiño a la solución final del tercer Reich, con una escena de cadáveres de judíos calcinados amontonándose para su cremación. Y el énfasis y dramatismo que se pone a a marcha de los judíos exiliados de Alejandría, cuando los pobres solo se habían defendido y contestado a una agresión.
Si bien en sus antiguas leyes y costumbres practicadas en aquella época la lapidación y el ataque popular demandando muerte estaba a la orden del día, siendo los judíos un pueblo muy propenso al daño contra quien pecara según su ley recibida por Moisés. Así se juega con la información, reflejando lo que se quiere reflejar y potenciando lo que interesa. Los bandos y su alineación quedan muy claros en la película.
La crítica a la Iglesia es muy blanda, si bien puede llegar a encender el odio y la ira del espectador, sobretodo del público femenino por cómo se juega con la figura de Hipatia de mujer idealizada, el gran problema de este film aparte de la mala recreación histórica, es que pretende abordar y mezcla muchos temas complejos, los cuales no terminan de entrelazarse como fuera debido por culpa de un mal guión y personajes que no están bien desarrollados, lo cual llega a que la película deje con el mismo sentimiento que cuando se empieza a ver, esperar algo que nunca llega y no se resuelve totalmente.

Pervivencias grecolatinas


jueves, 29 de octubre de 2009

ÁGORA(FOBIA)

por Arnau Blanes

Para un hombre abocado a vivir encerrado entre cuatro paredes, la actividad cinematográfica puede antojarse tremendamente apetecible e incluso necesaria. Aunque la lectura pueda resultar una forma de olvidar mi miedo a lo externo, siempre resulta un deporte algo cansado para una mente como la mía, incapaz de imaginar lo que no ha visto, evocar realidades de un mundo que, por mi enfermedad, me resulta imposible afrontar de una manera habitual.

Una vez apagadas las luces y preparado con todo lujo de detalle el estudiado ritual de audiovisión, empezaron a proyectarse en la pantalla los rótulos y palabras que me ubicaban en la historia. Ágora, de Alejandro Amenábar. Este tío es bueno, pensé. Me suena que algo he visto de este director y causó una grata sensación en mí. De echo, ahora que caía, eran muchas las imágenes que me habían llegado en los últimos días de esta superproducción; por televisión, radio y prensa escrita. Eran pues, muchos indicios los que me avisaban de que si quería ser un cinéfilo de bien y una persona socialmente aceptada, estaba casi en la obligación moral de visionar el film y apoyar así a nuestro genial y boyante -pero inexplicablemente maltratado- cine español. Pobrecillo.


Las imágenes se sucedieron en mi retina. Espectaculares travellings desde el espacio a nuestro planeta, una ambientación de alto rigor histórico, unos personajes que te enganchan desde el primer momento gracias a sublimes actuaciones solo eclipsadas por la propia historia, un audio de una refinada sutileza, y un ritmo de trepidante emoción contenida… O por lo menos, algo de todo esto había oído que tenía que ver, oír, sentir y pensar. Mi perplejidad enfrentada a mi aburrimiento. Mi cansancio superado por los pobres recursos visuales me remitían constantemente a la idea de telefilm. Por unos momentos, casi sentí que había perdido la capacidad de sentir. La distancia con la historia se ampliaba conforme avanzaba la cinta; lo que les ocurriera a los personajes me traía ya sin cuidado. Sólo deseaba que acabara y, con suerte, encontrar los aciertos que me permitieran camuflarme en la anhelada normalidad del anodino gusto de lo socialmente aceptado. Nada. Y por fin, el final.

Nada había cambiado en mí; mañana no saldría de mi casa. Mi único contacto humano sería con los repartidores que me abastecían de todo lo necesario. De modo, que no tendría problema alguno en eludir el tener que compartir mi opinión con otros,  bastaría con no sacar el tema. Mi integridad crítica estaba a salvo y todo, gracias a la enfermedad que ningún médico me había diagnosticado pero que yo sabía que era agorafobia.

Música y cine.

Por Almudena M. Castro

Los griegos lo tenían claro: la música es un lenguaje universal. Tanto es así, que su estudio formaba parte de los saberes exactos, el quadrivium, junto con la geometría, la aritmética y la astronomía. No se consideraba un «saber humano», ya que su percepción y sus efectos no habían sido inventados por los hombres: eran universales, inmutables. Pensaban, además, que la música tenía un origen divino y ejercía poderosos efectos sobre el alma humana, al ser capaz de emular sus pasiones (ira, dulzura, templanza...). Por ello, el sistema de educación debía estar basado en la música, para educar el alma, y la gimnasia, para cultivar el cuerpo. No sólo eso: existían leyes que regulaban la música, indicando cómo se debía interpretar y en qué situaciones, pues se creía que podía modificar la conducta humana.
A estas alturas, pocos creen que la música tenga poderes mágicos. Y, sin embargo, existen pocas dudas sobre su capacidad de inducir determinados estados de ánimo. A nadie se le ocurre llevarse una marcha fúnebre para acompañar un picnic, o ambientar una historia de terror con la música de Benny Hill. Hay quien defiende que se trata de meras convenciones culturales, un lenguaje anquilosado por el paso de los siglos que, sólo por insistencia, interpretamos unívocamente. Sin embargo, basta con escuchar música tradicional indonesia o china: probablemente, en general, suene bastante "rara", pero no es difícil adivinar cuándo la canción habla de «lo bella que es la amada», y cuándo de «la muerte de la bella amada».
El cine es, sin duda, un ámbito en el que el poder «emotivo» de la música resulta especialmente útil. Un callejón oscuro, da miedo. Pero un callejón oscuro con ruiditos raros inidentificables, pone los pelos de punta a cualquiera. En esta entrada me propongo hablar de algunos de los recursos musicales que se pueden utilizar en pantalla.

El poder de la disonancia.



El vídeo es un desastre: está doblado por unos fans, pero no he encontrado el original.



Aquí se puede escuchar el audio sin imágenes, eso sí. En cualquier caso, sólo quiero utilizarlo como ejemplo, a partir de 0'30''. Los dos personajes cantan una misma frase: la misma letra, el mismo ritmo, el mismo contorno melódico. Sin embargo, la primera vez suena «Londres es el mejor sitio del mundo», y la segunda, «Londres es una pesadilla». ¿Cómo se consigue este efecto? Lo más evidente es que el compositor varía la instrumentación: la segunda vez introduce el viento metal, con un timbre más bien ruidoso, disarmónico (es difícil imaginar una nana interpretada por un trombón). Por otra parte, cambia la entonación: cada nota se vuelve cortante, brusca, incisiva. Además, baja la melodía a una voz más grave, restándole así jovialidad. Pero sobre todo cambia radicalmente la armonía, introduciendo disonancias por doquier. ¿Pero qué significa esto?
El desarrollo de la música occidental se ha caracterizado por el uso de varios sonidos a la vez. Estas combinaciones podían sonar bien (consonancia) o podían resultar desagradables (disonancias). Aunque el significado de estos términos haya variado a lo largo de la historia con el desarrollo del lenguaje musical, básicamente proceden de un fenómeno fisiológico: cuando dos sonidos tienen frecuencias muy parecidas y recaen dentro de lo que se conoce como «ancho de banda crítico», al oído le cuesta distinguirlos y se estresa. Este es el motivo de que un dúo desafinado pueda sonar tan mal o de que ciertas bandas sonoras, provoquen tanta inquietud.

http://www.youtube.com/watch?v=sScBFzae9cE

La música nos habla.

La disonancia explicaría por qué ciertas músicas nos resultan desagradables, pero no termina de responder a la pregunta de por qué la música nos emociona. Una de las tesis que se barajean es que la música, desde sus orígenes, trató de evocar la expresividad humana, sus movimientos, sus gestos. Así, del mismo modo que sabemos que una persona de movimientos rápidos y bruscos está nerviosa o enfadada, el volumen y el ritmo de la música pueden servir para generar tensión. Por el contrario, las barcarolas, las nanas y las marchas fúnebres, suelen tener ritmos sosegados, regulares, sin sobresaltos.
Por otra parte, las melodías entonadas en el rango de frecuencias de la voz humana, suelen identificarse con la propia voz, por lo que son la mejor herramienta para empatizar con el oyente. El método compositivo por excelencia del Romanticismo musical, fue la melodía acompañada y cabría argumentar que éste es el motivo: el compositor, desde su subjetividad, buscaba emocionar al oyente. La melodía funciona por ello como el narrador de la música, su componente más «figurativo». Cuesta encontrar grandes melodías en el cine, melodías memorables: precisamente porque en este ámbito, la música no tiene una función narrativa. A no ser, claro está, que cumpla un papel determinado, que tenga cierto protagonismo (películas como El pianista o La naranja mecánica) o que suene durante los títulos de crédito, sin distraer a nadie.

Con Ágora, Alejandro Amenábar entra en el grupo de los "grandes directores españoles"

Llevo muchos años diciendo que Amenábar es el director español de mayor proyección creativa... Seguramente, lo seguiré diciendo porque nada puede borrar de la historia su "Tesis" (1996), uno de los mejores "ejercicios" de ritmo narrativo que conozco; ni sus "cortos" ("Himenóptero" (1993) y "Luna" (1994), sobre todo), irregulares pero expresiones de habilidad precoz en el uso de los medios de expresión cinematográfica; ni su "Abre los ojos" (1997), magnífica idea —acaso no demasiado original— merecedora de esfuerzos económicos menos alambicados. Cuando contó con los medios adecuados, realizó "Los otros" (2001), película de juicio polémico también en el aspecto de la originalidad, pero que dejaba claras sus posibilidades creativas en lo más específico de la realización cinematográfica: magnífico sentido del ritmo, fotografía fluida, cuidada con buen gusto y con sabiduría estética, guión de magistral economía de medios, actores bien elegidos, buenas interpretaciones... Sólo faltaba un buen argumento para que el resultado hubiera sido de "obra maestra".
Las peripecias vitales de Ramón Sampedro ofrecían una posibilidad de oro para componer un magnífico soporte argumental en un contexto social especialmente sensible y favorable... Pero en cine, no siempre 2 más 2 suman 4. Y resultó que un director con acreditada capacidad para resolver problemas de ritmo narrativo, naufragó con una "historia" sugerente y de actualidad... No obstante, los juicios generales (con alguna sona excepción como la de Antonio Gasset, aquien muchos echamos de menos) fueron tan positivos que consiguió el óscar a la mejor película de habla no inglesa en 2004 y una pedrea generosa en Europa y en el circo de los "premios Goya". Paradojas de la crítica cinematográfica: lo que a mí me pareció una caída de calidad en el proceso evolutivo definido hasta entonces, recabó un juicio general positivo casi absoluto. Y las razones del éxito fueron particularmente obvias para quienes entienden el cine como el "arte de contar historias"; contraponer la voluntad de una persona aquejada de una grave dolencia y decidida a suicidarse con la Iglesia aseguraba una respuesta social clara y contundente. El clero contestó como era previsible... Sin embargo, soprendieron las reacciones de los sectores afectados por problemas de salud afines, especialmente críticas... De hecho, la película destapaba un problema ético de perfiles envenenados: por un lado los planteamientos reaccionarios de la iglesia, por otro la libertad creativa y en el tercer vértice quienes, en sus problemas dolorosos, se vieron atacados por dos frentes...
La película no resultó ser un alarde de ritmo comparable al conseguido por Amenábar en sus obras anteriores. El arranque era brillante; el desenlace, aceptable, pero el desarrollo ofrecía "baches" dignos de un seguidor de la Nouvelle Vague. A mi juicio, Amenábar no fue capaz de construir (o hacer construir) un guión bien tramado, no supo descartar elementos innecesarios y reiterativos, y obtuvo un resultado bastante dudoso en lo substancial. La relevancia de la historia y el trasfondo ideológico progresista seguramente ocultaron las debilidades narrativas ante los sectores que pontifican en asuntos de calidad cultural...
Imaginé que Amenábar se había abandonado a lo que le pedían las entrañas y que en la siguiente película reaparecería el joven director de gran proyección creativa. Cuando supe que estaba preparando una película histórica con amplio soporte financiero, me estremecía de placer... Al conocer que el dinero procedía de Tele 5, imaginé que la cadena "tomatera" pretendía lavar su imagen financiando una película de "gran calidad", de importantes pretensiones estéticas...
Me equivoqué. En colaboración con Amenábar, Tele 5 ha diseñado una película en cierto modo paralela a "Mar adentro", pero con los criterios habituales en la cadena especializada en fórmulas zafias para concentrar audiencias... Resultado: una pèlícula valorada muy positivamente por la "crítica especializada"...  Y quien fue el director español con mayor proyección creativa, de repente, se me ha convertido en miembro destacado del muy acreditado y noble grupo de los "grandes directores españoles", junto con José Luis Garci, Fernando Trueba, Álex de la Iglesia, Santiago Segura, Javier Fesser, Emilio Martínez Lázaro, Juanma Bajo Ulloa, etc.
Seguro que ya están poniendo el nombre de Ágora a muchas estatuillas de Goya...

Los méritos.

El argumento de Ágora parte del enfrentamiento entre el humanismo helenístico y el fanatismo cristiano, personalizado en la vida de Hipatia de Alejandría (355-416), mujer singular, relativamente bien conocida mediante referencias históricas directas e indirectas, cuyas peripecias ilustran bastante bien algunos de los fenómenos circundantes al declive del Mundo Antiguo y la transición a la Edad Media. Su muerte a manos de fanáticos cristianos ofrece una faceta de especial significación en ese sentido...
La Iglesia Católica se ha ganado a pulso que proliferen las obras de todo tipo con planteamientos extremadamente críticos. Vivimos tiempos dominados por un fanatismo incompatible con los valores éticos del sistema social amparado por nuestras leyes. Y juzgamos inaceptable que ciertos fanáticos impongan la ablación o vestidos aberrantes a las mujeres o que el Papa discuta las posibilidades del condón para rebajar el contagio de las enfermedades de transmisión sexual o, de hecho, imponga un orden social que deja a las mujeres muy por debajo de las responsabilidades exclusivas de los hombres. Una mujer no pude ser sacerdotisa ni, por supuesto, "obispa" o "Papisa". Se diría que sigue vigente la Primera epístola de San Pablo a Timoteo, citada en Ágora:
(...) "Asimismo, que las mujeres se atavíen con vestido decoroso, con modestia y prudencia; no con peinados ostentosos, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos; sino más bien con buenas obras, como conviene a mujeres que profesan reverencia a Dios. La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción; porque no permito a una mujer enseñar ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Pues Adán fue formado primero; después, Eva. Además, Adán no fue engañado; sino la mujer, al ser engañada, incurrió en transgresión. Sin embargo, se salvará teniendo hijos, si permanece en fe, amor y santidad con prudencia".
Richard Dawkins en su obra "El Espejismo de Dios" puso de manifiesto la incompatibilidad entre las creencias religiosas tradicionales, sus prácticas rituales y sus pretensiones de controlar los valores morales mediante los logros de un sistema de relaciones sedimentado con el paso de los siglos. En el mismo sentido, hoy está claro el antagonismo entre las creencias imposibles de contrastar (que suelen determinar lo más relevante del corpus doctrinal) y el razonamiento crítico o el escepticismo propio de toda aproximación al conocimiento.
Desde esas concepciones asumidas cada vez por más personas en todo el mundo, podía ser atractiva la idea de realizar una película sobre el antagonismo entre fe y conocimiento, entre ciencia y religión, entre tolerancia y fanatismo, situando la acción en el fin de la Antigüedad. Fueron tiempos dominados por la crisis del Imperio y por la substanciación de la doctrina cristiana, que se había sistematizado en el primer concilio de Nicea (325), celebrado poco antes del nacimiento de Hipatia, y que había desencadenado fuertes enfrentamientos sangrientos entre las propias comunidades cristianas. Los debates que siguieron al primer concilio de Nicea se prolongaron mucho más que la vida de Hipatia...


Con las pretensiones universales que se desprenden del título (Ágora, ahora) y de las "tomas cósmicas", se nos ofrece una historia construida con el concurso de Mateo Gil, en la que brillan más las carencias que los aciertos. Desde un esquema maniqueo de interpretaciones iconográficas especialmente desafortunadas, entre "paganos buenos" y "cristianos malos" (debidamente uniformados en blanco y negro), asistimos al desarrollo de una "historia" demasiado encorsetada que, en su simpleza, asegura la sintonía con sectores amplios del público, sacrificando la ambición expositiva y, en consecuencia, las posibilidades de entrar en los territorios del cine de calidad.
El guión, en ese sentido, define continuidad absoluta con "Mar adentro", para dibujar una Hipatia-Galileo (simplificación provinciana y radical del texto "brechtiano"), consagrada a la ciencia en cuerpo y alma, "humanizada", mediante un detalle "morboso" que acaso no fuera el más apropiado desde el contexto histórico. Francamente, no me gustó demasiado la anécdota del pañuelo... Algunas frases me parecieron especialmente desafortunadas... al menos, en la versión española (amor a la filosofía).
También me llamaron la atención dos situaciones deudoras de S. Kubrick: la réplica a la secuencia de Espartaco, trivializada en la oposición entre plátanos e higos, y el desenlace del drama fundiendo amor y piedad. Sí, ya sé que las comparaciones son odiosas... sobro todo si una de las pautas es tan pobre: la muerte de Hipatia, culminación del drama, acaso sea la secuencia peor resuelta de toda la película.

Desde las posibilidades ofrecidas por el contexto histórico, destacan las escasísimas alusiones relevantes a la polémica naturaleza de Dios o al trasfondo neoplatónico que regía en los ambientes cultos de la época; tampoco es fácil rastrear la deriva oriental experimentada por la cultura grecolatina en la tardo-antigüedad. Justificar la expansión cristiana en el ejercicio de la caridad es, a mi juicio, otra simpleza. El cristianismo se impuso por razones infinitamente más complejas. Socorrer a los necesitados está presente en la ética romana desde los tiempos de los Gracos, cuando menos.
Para saciar la curiosidad, contamos con un personaje aún más documentado que la propia Hipatia: Flavio Claudio Juliano (el Apóstata) (332-363), de quien se conservan algunas obras y sobre el que se han escrito algunos relatos novelados de interés.

Para más INRI, la versión estrenada en España ha sido mutilada en 20 minutos, al parecer, para facilitar su explotación comercial; y esa circunstancia implica una seria limitación para el análisis crítico, porque es difícil saber si las elipsis aparentes lo son o no; si algunas faltas de linealidad narrativa son mutilaciones de la productora o errores de Amenábar... Es posible que los responsables financieros del "producto" tengan prevista la explotación comercial de la "versión del director" (estrenada en Cannes) en un futuro reestreno, pero la imagen ofrecida por esta triquiñuela es lamentable.

Por fortuna, el tratamiento fotográfico de la película no desentona con las fórmulas ya aplicadas por Amenábar en su producción anterior: buen gusto, agilidad, fluidez, encuadres imaginativos... Creo que es la faceta más elogiable. Tampoco me ha desconcertado la ambientación musical... a pesar de algunas "licencias" algo forzadas (secuencia de la flauta).
Frente a lo sucedido en "Mar adentro", en Ágora Amenábar ha resuelto aceptablemente el problema rítmico... pero no combinado el tratamiento fotográfico con la tensión intrínseca del guión. Por efecto de la debilidad de éste, los realizadores (no sé qué parte le corresponde a los gestores de Tele 5) han recurrido a las "fórmulas de producción" (relaciones amorosas y violencia) habituales en el cine de entretenimiento... por fortuna, sin llegar a las exageraciones propias de los aficionados a la casquería.

La ambientación es otro capítulo gris, seguramente de origen común con las debilidades históricas del guión... Casi todos los "templos" que aparecen en la película son egipcios, cuando por tratarse de una ciudad de fundación helenística, debieran haber tenido mayor presencia los grecolatinos. Las referencias religiosas helenísticas se limitan a la figura de Serapis.
La policromía de los elementos arquitectónicos está mejor resuelta que en algunas películas de género, pero no hubiera edstado de más mayor decisión cromática...

Se ha enfatizado el esfuerzo presupuestario de la película... Debo manifestar mi más profundo escepticismo en esa línea, porque menudean los recursos manidos y los resultados pobres. Los planos tipo Google Earth son demasiado elementales y los "aéreos" no siempre son creíbles; algunos recuerdan cierta familia de juegos para ordenador (Age of Empires), a los que tal vez se pretendiera hacer un guiño... Si así fuera, estaríamos ante lo más imaginativo.
En síntesis, los planos "exteriores" (efectos especiales) de Alejandría hacen pensar en la maqueta de un parque temático construido con porexpan.

Tampoco me ha gustado la interpretación del "tiempo escénico". Acaso se pueda aceptar la idealización atemporal de Hipatia, con una R. Weisz, inmutable en su apariencia física, pero entre tanta deficiencia esa circunstancia multiplica sus cualidades negativas como anacronismo relevante, incompatible con las exigencias de verosimilitud convenientes en una película de "ambientación histórica". Se me ocurren dos buenas actrices españolas que acaso hubieran sido más adecuadas para el papel protagonista...

Ágora fue estrenada con una campaña de saturación y con las suficientes copias como para conseguir un éxito comercial incuestionable... en España y, seguramente, en otros lugares. Es de suponer que los gestores resolverán pronto el "asalto" al mercado americano...
La preeminencia de la voluntad comercial sobre la artística se manifiesta en otro detalle muy significativo: al entrar en la sala, junto con las entradas, entregaban publicidad de una novela de Marta Sofía, "basada en la película de Alejandro Amenábar", editada por Planeta...

Quien se acuesta con Tele 5...

lunes, 26 de octubre de 2009

La Quiniela de González Sinde… Otra “especialista”

Por Pablo G. Romano

Increíble, me he quedado bolonio leyendo un artículo en el 20 minutos, tras investigarlo, casi me caigo de nalgas… ¡¡Resulta que un producto de la Disney ha sido calificado X!! Olvídense del ratón Mickey e incluso del mito erótico de campanilla, se trata de la nueva entrega de “Saw”, una saga de terror “sadomasoquista” que estrena película las vísperas de Halloween, saga que por cierto me parece una basura, pero que ha sido calificada X por ni más ni menos que nuestra Ministra de Cultura la Sra. Ángeles González-Sinde Reig.
Resulta que el ICAA (Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales, ¿sabéis quién está al mando?) otorga esta calificación a películas de contenido pornográfico o que hagan una apología a la violencia… Obviando que películas como “Eyes Wide Shot” rozan la pornografía según el filtro de la ICAA, según la RAE, apología significa «discurso de palabra o por escrito, en defensa o alabanza de alguien o algo», entonces… Películas de Tarantino como “Kill Bill”, “Inglorious Bastards” o mi grana amada “Pulp Fiction”, son cine X, y si hablamos de cine de “primera categoria”, podríamos encontrar una amplia selección de cine X como “The Clockwork Orange”, “Full Metal Jacket”… Pero al igual que con Viridiana en su época, los censores de turno, que ahora se peinan con la raya a la izquierda (pero en Llongueras, que tampoco es para martirizarse…) ponen los filtros que les sale de dónde amargan los pepinos en invierno…

La ministra de Cultura es la responsable, además del apartado cinematográfico de la cultural tradición taurina, la fiesta nacional española. ¿No es una apología de la violencia una corrida de toros? ¿El toro de la vega es un acto cultural o una muestra de tortura animal REAL y no ficticia como en el filme de “Saw”? Uno no quiere ser mal pensado y caer en el error de pensar que si nuestra ministra no censura las corridas es porque éstas no se pueden descargar ilegalmente…

¿No lo he dicho? La Sra. González-Sinde es también directora de cine, no lo he dicho porque supuse que ustedes, distinguidos lectores la conocerían por sus grandes obras como guionista, “La casa de los líos” (una serie de buen gusto, como debe ser, coño) o “Mentiras y Gordas” (un refrito con los protagonistas de “Los hombres de Paco”, “Al salir de clase” y “Física o química”, pero sólo los guapos, ¿eh? ¡A mi casi se me caen las bragas!) o como directora (en la última, “Una palabra tuya”, salía un bebe muerto, sin venir a cuento súper guay, yo me tuve que poner un cojín en la entrepierna…)
Poniéndonos serios, me cabrea mucho que esta señora a la que a partir de ahora llamaré “La guionista de la casa de los líos”, diga que el problema del cine español es la piratería cuando ella hace esas bazofias de películas y se permite el lujo de calificar como X una película de miedo de adolescentes. Pues Sra. Guionista de la casa de los líos, califique también series como Padre de Familia o Los Simpson “X”, que creo que en Halloween hacen un especial que es una auténtica declaración de violencia, y de paso las películas de usted… ¡Paren el mundo, que me bajo!

PD: Como soy joven y por tanto aun no soy elegante, su última película activó mi esfínter "mayor"

domingo, 25 de octubre de 2009

Moon, Duncan Jones, 2009

Por María España Moral
Un fan de la ciencia ficción que se siente a ver ‘Moon’ por primera vez va a experimentar sensaciones contradictorias: primero satisfacción por ver que es de las poquísimas películas actuales del género que ha superado el abuso de los efectos especiales y el ritmo frenético de los héroes que tratan de salvar el mundo, y más tarde un ligero mosqueo al sucederse ‘deja-vue’ a distintas películas clásicas (‘Solaris’, ‘2001’, ‘Blade Runner’…) y que hacen pensar que quizás el autor, más que haciendo referencias, está intentando recrear un tipo de cine en vez de crear una película original.
Con todo eso, mi opinión personal de la película no es mala, aunque sólo sea por haberme hecho recordar ciertos clásicos de la ciencia ficción, no tanto del cine como de la literatura, y creo que al señor Jones se le perdona el hecho de utilizar cosas masticadas sólo por lo agradable que es recuperar la faceta filosófica de la ciencia ficción. En esta película se tratan de forma muy explícita (quizá demasiado) temas como la propia identidad o el sentido de la existencia, que van surgiendo de la atmósfera alienante y aislada del protagonista y que al principio resultan confusos e inexplicables. Esto, junto con el escenario íntimo, aunque impersonal, da un ambiente casi kafkiano al asunto, lo cual refuerza el carácter filosófico y existencial del argumento. También es interesante el tema de la autenticidad, (no deja de ser irónico que en una película de estas características los personajes principales se peleen por saber quién es la copia de quién) que no llega a solucionarse. El hecho de intentar suscitar en el espectador una reflexión acerca de la condición humana se ve un poco empañado por la obviedad con la que plantea todo; no deja muchas cosas a la imaginación, y eso hace que la reflexión sea un poco menos profunda de lo que debiera dados los temas. Esta claridad para tratar temas tan complicados hace pensar que o el director (autor de la historia) o el guionista han intentado agradar a un margen de público un poco más amplio y un poco menos perspicaz, viéndose esta impresión reforzada por esa especie de intento de final feliz que se da, en el que parece que les molestaba dejar al espectador sin un bonito desenlace que responda, aunque no a todas, a algunas de sus preguntas (lo cual hace cuestionar hasta que punto el cine independiente se mueve en un nivel más alto que el comercial).

La claridad de los temas, por supuesto, no afecta a la del argumento. No se trata en absoluto de una historia predecible: en ese sentido se mantiene el interés con un ritmo constante, en el que van surgiendo hechos esclarecedores en una frecuencia suficiente como para mantener interesado al espectador.
Visualmente, ‘Moon’ resulta interesante, ya que se vale de efectos especiales para situar la acción en la luna, pero sin embargo no cae en el empacho con naves monstruosas o explosiones. El escenario donde transcurre es de mucho interés ya que contribuye en gran medida a darle ese carácter alucinante a la historia. El hecho de que sea enteramente blanco y el personaje principal lleve uniforme, lejos de parecer un asunto de trabajo, se utiliza para reforzar la impresión de que la estación lunar es una celda y él esté preso allí. La militarización que se suele dar del tema de los astronautas en esta película se ve totalmente eliminada, ya que el escenario, pulido, blanco y con mucha parafernalia tecnológica, contrasta enormemente con el deterioro personal del protagonista. Esta condición de prisionero nos entra por los ojos, contando con el personaje de Gerty, que se sale de las convenciones de los personajes-robot, impidiéndonos saber hasta el final si es carcelero o mayordomo, y por supuesto, con la ‘zona de recreo’ de la nave y las actividades que realiza el protagonista en su tiempo libre.
También cabe destacar el recurso que se emplea, a modo de introducción, de comenzar la película con un spot publicitario que nos sirve para situar la historia de una forma bastante eficaz, situando al astronauta más que como un explorador del espacio, simplemente como el operario de una multinacional.
A modo de conclusión, de ‘Moon’ cabría decir que es un intento de devolver a la ciencia ficción lo que tiene de interesante. Una película que pretende ser profunda, cayendo un poco en la nostalgia, y que precisamente por eso, a muchos nos ha parecido una forma agradable de pasar una hora y media de nuestras vidas.

jueves, 22 de octubre de 2009

SEAMOS SERIOS

Das weiße Band (2009) Michael Haneke

Por Javier Ramírez Serrano


Ganadora de la palma de oro 2009 , aunque eso nos importa poco, ¿verdad?, la última película de Haneke tiene, desde mi punto de vista, un adjetivo muy preciso para abordarla, sobria.
Genera la sensación de estar ante una obra atemporal, que no es ni cine contemporáneo, ni cine clásico, sino simplemente, cine, y que, increiblemente, no muestra síntomas de nada, no tiene elementos que puedan situar su realización en ninguna época concreta.
Es seria, distante, y perfeccionista.
No te lleva de la mano, y es lenta, o mejor, densa.
Tampoco es agradable, y es dramática, pero extrañamente, a través de la distancia que se genera entre película y espectador, no es sensiblera.
Las interpretaciones son un ejercicio de precisión, como lo es la fotografía y el montaje. Éste último, tijera y nada más. No existe la música, al menos como pegatina, pues siempre se justifica en el entorno.
Podríamos decir que ni siquiera es una "historia", pues el argumento es una especie de ambiente, una descripción de un lugar, de un momento, de una situación concreta... y nada más.
Tan sólo te acompaña hacia un año, un día, un momento histórico.


Por momentos parece casi la España profunda de Valle-Inclán, pero funciona, pues esa narración sosegada y distante, aumentada por una voz en off hiperjustificada por el tono de la película, nos aleja del esperpento.
Los diálogos, duros, acompañan esa sensación continua de incomodidad ante lo que, por motu propio, uno se ha sentado a ver con todas las ganas del mundo.


Es posible que sea excesivamente pesimista, que tenga un tono demasiado bajo, y que incluso no emocione (y menos mal), pero eso convierte a Das weiße Band en una especie de dolor de cabeza en aumento, pues la experiencia está muy lejos del corazón. Haneke nos ofrece una clase de universidad, no una tarde de recreo.

jueves, 15 de octubre de 2009

“LOS LÍMITES DEL CONTROL” de Jim Jarmusch.

Por Antonio Ferreira

Imagino impotente mi respuesta a la pregunta “¿Qué te ha parecido la película?, ¿de qué trata?...”. Cinco minutos después de salir del cine y de su lóbrego ambiente POP corn, la contestación sería indecisa y liviana, tal como; “…bueno, cuenta la historia o los sucesos que le ocurren a un hombre trajeado muy sobrio y austero en España y que tiene que realizar un… trabajo… y cajas de cerillas, y… un chubasquero transparente y…”. Si me lo preguntasen hoy, tras una buena y progresivamente gratificante digestión, diría:
“Los límites del control” trata de todo, del todo, manejando ágilmente conceptos que abarcan un gran abanico temático y atmosférico. Esto lo consigue con un diálogo muy escueto, ambiguo, pero directo (escrito por el propio Jarmusch). Me arriesgo a categorizarla de película de “totalizante” por diversos motivos:

Uno de ellos podría ser el factor étnico, ya que conjuga sutilmente rasgos africanos, como los del protagonista Isaach de Bankolé (aunque sea francés, me refiero a los rasgos), europeos, representados por franceses y españoles (O. Jaenada y Luis Tosar), americanos, con un estadounidense (Bill Murray) y un mejicano (García Bernal), y una participante asiática. Estos detalles son camuflados como algo totalmente cotidiano pero analizando detenidamente algo huele a intención creadora…

Siguiendo con la alegoría del todo, si nos sumergimos en el rigor temático o genérico (no parece una película policíaca o de intriga como se puede leer por ahí…), nos vamos sintiendo atrapados por continuos guiños metafísicos y culturales. Es decir, desde el principio, nos lanza influencias que parecen escondidas, como el air LUMIÈRE, EL ESCORIAL, LA TORRE DEL ORO… En paralelo, la temática metafísica parece recorrer todas las preocupaciones e intereses del hombre (y puede que del protagonista), como la música, el cine (en blanco y negro), la ciencia, el arte (el Reina Sofía juega un papel importantísimo), los artistas, el cante, la realidad subjetiva (“A veces es mucho más real el reflejo que lo reflejado”), el destino (“La realidad es arbitraria”)… en definitiva, los límites o las fronteras que nos diferencian o nos unen.

Cabe destacar, a parte de la bonita visión de Madrid que da, elementos como la música y el color. La primera nos inquieta la percepción por su carácter psicodélico-experimental y el segundo nos funde con la imagen. En mi opinión es lo más importante del juicio estético, ya que parece querer romper la distancia entre figura y fondo. Y lo consigue de forma aparentemente fácil y banal: ¡con los distintos trajes del protagonista! Con una simple americana, camisa y pantalón plasma una ARMONÍA análoga en muchos planos que nos deleita y nos atrapa visualmente. Así, los actores parecen fundirse cromáticamente con el atrezo. En contrapartida, al final, parece querer indicar un contraste visual y ético entre el elegante y domesticado smoking y la naturaleza, lo salvaje. De este modo, se resalta un carácter pictórico muy marcado (ARMONÍA-CONTRASTE), además del ya mencionado museo madrileño.

En definitiva, para intentar explicar lo inexplicable del título, se podría decir que el protagonista es un hombre serio, singular, lleno de auto-límites, de censuras laborales, sexuales, estéticas, verbales, sociales e incluso gastronómicas. Lo paradójico es que para realizar su trabajo secreto tiene que rebasar todos los límites humanos usando su… imaginación.

No podría terminar sin decir que vale la pena pagar la entrada sólo por ver y escuchar en versión original a Paz de la Huerta…

jueves, 8 de octubre de 2009

Javier Ramírez Serrano, DERRELICTO

martes, 6 de octubre de 2009

El cine español... ¿De nuevo a debate?

Todo parte de un "inédito" manifiesto de "Cineastas contra la orden", que ha circulado entre los profesionales del cine y del que llegan a la prensa retazos convenientemente filtrados por la voluntad de quien los vocea. Tengo la sensación de que "el manifiesto" o "los manifiestos" no son sino un conjunto de notas deshilvanadas que David Trueba y algunas otras personas próximas a él como Miguel Albadalejo, Javier Corcuera, Chus Gutiérrez, Laura Mañá, Claudia Llosa, Icíar Bollaín, Isaki Lacuesta y Javier Rebollo. Del seguimiento en los medios, se pueden extraer las siguientes líneas argumentales:
1. "Las ayudas a la cinematografía van a acabar en las grandes cadenas de televisión, que se van a adueñar de la producción en España, y no porque tengan pasión por nuestro cine sino solo el objetivo de hacer dinero"
2. "Ninguna industria se basa en un único tamaño ni un único modelo de producto, desde los coches hasta los secadores de pelo".
3. "Este nuevo y grave estado de cosas puede generar la pérdida de empleo de una gran masa de trabajadores del cine y audiovisual, con el drama que ello supone".
4. "Protestamos por el contenido de una orden que aplaude a los grandes, a los ricos, a los que tienen mucho, a las empresas, que aparentemente, menos lo necesitan"
Para complicar las cosas un poco más, Jaime Rosales se ha despachado con un artículo en El País
defendiendo la despolitización del cine, pasando por alto que la creación cultural es incompatible con los argumentos de los sectores conservadores y que la articulación sociológica define perfectamente "los grupos de actitud o interés" sobre los que debe trabajar cualquier profesional, ya sea publicista, director de cine o, incluso, "polemista". Así lo acreditan todos los días las diferentes cadenas de televisión


¿Se imagina alguien a Isabel Coixet expresando opiniones afines a las de J. M. Aznar o a Amenábar oponiéndose al "derecho a la muerte digna". El cine español salió hace muchos años de los oscuros y añejos cauces "apolíticos". Los realizadores conservadores ya se encargan de dar continuidad al cine de Benito Perojo, Mariano Ozores y Alfonso Paso con alegatos patrioteros ridículos o con elucubraciones "poéticas" patéticas, con "sustento" oficial.
Asumiendo que muchos profesionales del medio manifiestan actitud progresista como parte de su cosmética personal (algunos de ellos acreditan a la vez ideas parafeudales), preconizar la despolitización del cine es de una ingenuidad tan extraordinaria que, dando por sentado el buen sentido de Jaime Rosales, sólo puedo explicar desde "razones" alejadas de las circunstancias propias de la industria cinematográfica española. Obviamente, me refiero al giro editorial del Grupo Prisa consecuente con la pérdida del "monopolio futbolero". De repente los "medios" del grupo se han convertido en foros frenéticos de crítica al Gobierno y esa actitud se ha manifestado también ante dicha ley, que se publicó a finales del 2007. Han tenido que transcurrir dos años para que, de repente, lo que eran cualidades buenas se hayan transformado en repertorio ejemplar de torpezas... E, incluso, para que aparezcan tufillos de alejadas décadas.
Me parece más consecuente la crítica de David Trueba aunque no menos ingenua e interesada, porque, cualquiera que sea el marco normativo, el cine como producto industrial siempre estará amenazado por factores mencionados en sus intervenciones públicas. Todo director que se de a conocer con películas de "bajo presupuesto" como Tesis, desea afrontar aventuras como Ágora, en cuya financiación ha participado en proporción elevada Tele5, la cadena cuya programación más se sustenta en el excrementicio social. Paradoja liberal, por excelencia. Por fortuna, en la actualidad, gracias a la evolución de los medios tecnológicos, no es necesario contar con grandes respaldos financieros para realizar una buena película... Y desde esa situación novedosa, mucho me temo que existe una voluntad clara de enmarañar las cosas para no perder privilegios más o menos consolidados. La clave para no castrar la faceta "cultural" del cine (cine emergente de calidad, que dirían los pijos) hoy no está sólo en las subvenciones, sino, sobre todo, en la inexistencia de cauces de promoción y exhibición adecuados. Presupongo la existencia de los productores... y acaso sea mucho suponer.
Por fortuna o por desgracia, según donde esté cada cual, en el pecado está la penitencia, porque al no existir esos cauces (a lo mejor no es posible crearlos), los jóvenes realizadores se ven obligados a utilizar los recursos "alternativos"...
Internet, la bestia parda, el enemigo a derrotar, el gran parásito de la industria cinematográfica, se ha convertido en cauce fundamental de la expresión creativa emergente. Otra paradoja liberal... ¡Joder con las paradojas!