El otro día, coincidiendo con la visita que realicé a Caixa-Forum para contemplar la exposición de Sir Charles Chaplin, me crucé con José Luis Garci, el director de cine que, por razones mágicas e incomprensibles, firmó una película que fue premiada con un Oscar de Hollywood. Él acaso se dirigiera hacia el Congreso de los Diputados, o al menos, esa dirección marcaban sus pasos; yo, a recoger mi automóvil, que me esperaba en el aparcamiento de la plaza de Neptuno. Nos miramos con perplejidad, como se miran quienes asumen relaciones asimétricas, y ambos seguimos en la dirección de nuestras respectivas intenciones: él debió comprender que yo le conocía, aunque él no supiera de mi existencia y, muchos menos, de los juicios que me merecen sus opiniones de cinéfilo y sus últimas películas... Es posible que, por entonces, aún no supiera que su obra no sería elegida para concursar a los premios de la Academia norteamericana...
Sólo han visto la película unos cuantos “privilegiados”; entre ellos quienes la han propuesto como candidata para representar al cine español y algunas otras pocas (o, tal vez, muchas) personas de su “cuerda” (sean los lectores indulgentes con mi tendencia irrefrenable a los chistes malos). Con lo visto en sus últimas películas y con lo leído a pluma de Agapito Maestre, se me ocurren varias reflexiones preliminares que ofrezco al lector...
La primera: parece tratarse de una película inclinada hacia la manipulación política del espectador, siguiendo los criterios de la vertiente más “casticista” del PP y las fórmulas empleadas en la industria norteamericana desde, al menos, la época de la caza de brujas y en Europa, desde Goering... Y nadie piense que estoy llamando ultraconservador a José Luis Garci... aunque lo sea, porque esos recursos se han utilizado igualmente en las corrientes ideológicas opuestas, en las de las otras “Cuerdas”. Entiendo que esta circunstancia se puede dejar a un lado si la película está bien resuelta en sus componentes morfológicos fundamentales (caso de Riefenstahl, de Costa-Gavras, de Briam de palma, etc.). Por desgracia, conociendo el equipo que el señor Garci ha utilizado, afín al de sus últimos engendros, caben pocas esperanzas positivas. En el caso de José Luis Cuerda, las expectativas son mejores...
La segunda: conociendo el cabreo que, muy probablemente, producirá la película en los ambientes históricos no conservadores (progresistas, nacionalistas, etc.), ¿a quién se le ocurrió proponer películas tan “polémicas” para representar a “España”? ¿A quién se le ha ocurrido esta confrontación de “cuerdas”?
Y por fin: ¿el cine español debe reflejar el debate entre los partidos políticos mayoritarios? ¿Se debe hacer eco de una polémica que a casi todos nos deja fríos?
Francamente, el ambiente apesta al hedor de las subvenciones...
Cuando haya visto ambas películas... o cuando haya visto, al menos, una de ellas, completaré este comentario... aunque acaso sea mejor no verlas, porque oteo en el horizonte la sombra de una irritación muy profunda... Cuando alguien me pregunta cóm odistinguir una película buena de otra mala, suelo responder que no siempre es fácil, pero si es sencillo saber si nos encontramos ante una película mala: cuando la historia se construye sobre cimientos maniqueos. Es muy difícil hacer una buena película con personajes agrupados entre "buenos" y "malos" y mucho me temo que tanto José Luis Garci como José Luis Cuerda se han situado en el mismo pantano...
Pues de hecho "los Girasoles Ciegos" es más de lo que yo esperaba después de haber leído la novela de Méndez, que me encantó.
ResponderEliminarDejando a un lado que sale la Verdú, a la que no aguanto, pero que es contrarrestada por Javier Cámara, cuyos registros aun me siguen sorprendiendo (hay un momento en que abre las ventanas para cagarse en nuestro señor que me parece fantástico)
Aun así creo que tampoco es demasiado apropiada para llevarla a los Óscar, y desde luego la de Garci ni hablar, no me estrañaría que a uno de los futuros tuneles de la M30 lo llmasen "tunel de José Luis Garci"
Por la gloria de la Espe (¡Oh, cielo santo!)
Salud