Por Javier Ramírez Serrano
Quemar después de leer es una película predecible, de crítica fácil y excesivamente transparente. Una obra de transición donde los hermanos Coen demuestran, una vez más, que conocen perfectamente la fórmula del entretenimiento y cuáles son las posibilidades para divertirse y que les paguen por ello.
Es un film transparente, no sólo porque se encarnen metafóricamente en dos de los personajes, sino porque prácticamente deja entrever todo el mecanismo de creación del mismo. Me extrañó no ver ninguna cámara, foco, micrófono o incluso a ellos mismos riendo a modo de cameo. Y es que en ningún momento puede dejar uno de imaginar a los directores tomándose unas cañas, a medio rodaje de No es país para viejos, mientras idean un argumento que se mueve en exceso en la risa fácil, el estereotipo subrayado, y los golpes “inesperados”.
Es un film transparente, no sólo porque se encarnen metafóricamente en dos de los personajes, sino porque prácticamente deja entrever todo el mecanismo de creación del mismo. Me extrañó no ver ninguna cámara, foco, micrófono o incluso a ellos mismos riendo a modo de cameo. Y es que en ningún momento puede dejar uno de imaginar a los directores tomándose unas cañas, a medio rodaje de No es país para viejos, mientras idean un argumento que se mueve en exceso en la risa fácil, el estereotipo subrayado, y los golpes “inesperados”.
Y es precisamente por ese conocimiento del medio como logran entretener, a pesar de todos los “defectos” previamente expuestos. El ritmo del film es bueno y el guión está bien escrito (a excepción de un estrepitoso final), que no el argumento. Hasta tal punto es cierto todo esto, que, incluso siendo tan floja, permite una reflexión posterior, casi más interesante que el propio visionado de la película.
Dentro de los elementos que me llevan a calificarla de poco interés debo recalcar el desequilibrio que existe entre los distintos actores y papeles. Si bien toda la obra se mueve en una sobreactuación buscada acorde con unos estereotipos exagerados, hay ciertos intérpretes que consiguen no desconectar al espectador siendo lo suficientemente “finos” como para no pasarse con su personaje. Es éste el caso de Malkovich o McDormand, los más carismáticos y mejor conseguidos, mientras que Pitt y Clonney responderían al ejemplo de sobreactuación bromeada por los propios actores, y completamente fuera de control. Es curioso además que un actor como Brad Pitt que ya ha realizado papeles un tanto extremos como éste de forma más que correcta (Snatch, cerdos y diamantes) aquí se mueva de forma patosa y sin ninguna credibilidad. Incluso así consiguió que esbozara alguna sonrisa cuando hace de tipo duro.
Y es que por mucho que el papel sea exagerado y estereotipado no deja de ser completamente imprescindible el ser creíble y lógico de cara al espectador y a la propia película. Clonney es resumible con una gran sonrisa de oreja a oreja de forma continua.
Los personajes en sí pueden llegar a tener su gracia dentro de la ridiculez que los enmarca. Una mujer obsesionada con el físico, un chico guaperas de gimnasio, un espía alcohólico y con mal genio, una doctora fría y dominante harta de su vida matrimonial, un exagente mujeriego, un jefe enamorado de una de sus trabajadoras… todos unidos por engaños amorosos típicos y por el factor conductor de la película, la mediocridad.
Una mediocridad que ralla lo absurdo en excesivas ocasiones. Imagina que durante dos horas pisas cinco mierdas, tropiezas cuatro veces, te equivocas de autobús, y caes sobre una señora con la mala fortuna de tocarle un pecho. Llegas a casa y pillas a tu mujer con otro, y por último, mientras das un paseo, ves un tiroteo en la acera de enfrente. No es muy distinto lo que ofrece Quemar después de leer.
Una composición en torno al azar y la normalidad que podría ser muy interesante si no fuera porque la acumulación de situaciones y variantes absurdas es tal que hasta satura en su estupidez.
Una mediocridad que ralla lo absurdo en excesivas ocasiones. Imagina que durante dos horas pisas cinco mierdas, tropiezas cuatro veces, te equivocas de autobús, y caes sobre una señora con la mala fortuna de tocarle un pecho. Llegas a casa y pillas a tu mujer con otro, y por último, mientras das un paseo, ves un tiroteo en la acera de enfrente. No es muy distinto lo que ofrece Quemar después de leer.
Una composición en torno al azar y la normalidad que podría ser muy interesante si no fuera porque la acumulación de situaciones y variantes absurdas es tal que hasta satura en su estupidez.
Son contadas las veces que el film sorprende, y cuando lo hace es de una manera tan sumamente “fácil” que hasta puede resultar “increíble” (la muerte de Brad Pitt). Quizá el momento más inesperado de todo el metraje es el final, pues no es más que el fin del libreto de anotaciones de los directores. Se acabaron las ideas se acabó la película,
Por último que decir de la “crítica” hacia los servicios de inteligencia americanos cuando la película no se preocupa más que de cuernos, “fuck yous” y tropiezos.
Aún con todo esto no se puede negar que los Coen son capaces de crear una obra ejemplar dentro del más puro cine de entretenimiento. Si nos vamos al género concreto del humor no se puede decir lo mismo.
Una película de poco interés dentro de su filmografía y recomendada si no hay nada más en toda la cartelera.
Ciertamente es una pelicula que puede pasar perfectamente deapercibida para los afines a los Cohen y, sin embrago, puede resultar genial para los que nada han visto de ellos. Hay un cierto sabor amargo en toda la historia (al menos ami así em lo parece) y es el de "los buenos-tontos siempre pagan los platos rotos mientras que los sinvergüenzas parecen vivir en burbujas, que nada es lo suficientemente grave para ellos y sí una aventura".
ResponderEliminarBrad Pitt resulta artificial pero Clooney es ya el fetiche de los Cohen y no me extrañó este nuevo rol asignado por los directores en su figura. Por lo demás, creo que es una pelicula donde, como casi con los Monty Phyton, hay que verla por gags y no como historia homogénea, pues uno puede acabar volviéndose loco (como bien ha apuntado Javi con el final tan descabellado que no deja indiferente al espectador).
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ResponderEliminarEste verano vi Sangre Fácil. ¿Estarán envejeciendo mal los Cohen?
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