La conjunción de “El relato soñado” de Schnitzler y la película “Eyes Wide Shut” de Kubrick, intensifican la percepción en esta última al tener la posibilidad de unir imagen y narrativa, extrayéndose de cada una de ellas por separado un matiz diferente.
Una de las primeras escenas es el encuentro “emotivo” de los protagonistas frente al espejo, obviando las tópicas consideraciones del juego amoroso ante el espejo, podríamos plantearnos si Kubrick quiso utilizarlo como simbolismo, ello multiplicaría aún más los significados. Nicole Kidman mira al espejo haciéndole cómplice ( imagen más conocida y publicitada), mirada en la que prosaicamente podría leerse la infidelidad , pero a poco que profundicemos en los entresijos y en el contexto, podrían revelar distintos significados: el espejo invade otro espacio que va más allá de los límites que se escenifica, ampliandolo hasta detrás del propio espectador, el cual si repara en él tambien soñará con traspasar sus límites y sumergirse en ese otro mundo paralelo.
Desde el principio se establece el “punctum” de la obra. Una conversación inocente desemboca en el resplandor que provocan “las ocasiones perdidas”, en esta parte Schnitzler consigue una descripción poética y magistral hallando los términos precisos para expresar una de las múltiples singularidades de la psicología humana, utilizando expresiones sugestivas para referir los espacios recónditos y fascinantes de nuestra psique.
Kubrick sustituye esta descripción y, como medio de llegar a un estado de la ensoñación, recurre a sustancias que actúan como elemento desencadenante de la liberalización de la mente de Alice (Albertinne), manifestándose en movimientos nerviosos e inconexos de su cuerpo largo y delgado, mientras cuenta su aventura, que al exteriorizarse , abandona la belleza de los momentos en la que la experimentó , dejando el rincón de la psique dónde se albergó, para convertirse en el arma que arroja al que considera fue culpable de un sueño frustrado . Los sueños son fragmentos de la existencia que permanece oculta, donde los deseos, detrás de esas máscaras encargadas de establecer las distancias, se agitan suavemente. Pero un giro aturdido sería suficiente para que el conocimiento se abandonara a la ebriedad y todo se volviera imprevisible, porque un sueño no es solo el que comienza detrás del estado de la inconsciencia, sino el que puede surgir en cualquier lugar y circunstancia , a veces… envuelto en la misma realidad. Llegar a ese punto medio de la percepción al que Bacherlan lo identificaba con la evocación de la ensoñación , ese punto donde según, André Bretón “lo real e imaginario , lo comunicable y lo incomunicable, lo alto y lo bajo dejan de ser percibidos contradictoriamente” .Esa zona intermedia donde confluye la naturaleza y lo humano, tan inaccesible, tal vez porque se intente llegar a través del razonamiento, método inadecuado cuando se trata de descubrir verdaderos enigmas. Uno de los méritos de la película es precisamente caminar por ese punto intermedio poniendo de relieve su existencia.
La singularidad del relato y de la película es la objetividad con la que es tratado su objeto, consiguiendo que cada espectador llegue a diferentes conclusiones que irán desde las más simples a las algo más fundamentadas. Unos verán en el tema una crítica encubierta a la hipocresía de la “alta burguesía”, otros, el matrimonios de aburridas rutinas que desencadena la infidielidad; luchas entre las dos esferas existenciales: la prohibición y la trasgresión, paralelismo entre Eros y Thanatos. La complejidad del tema tratado da lugar a que ni el lenguaje visual ni el escrito consiga descifrar con nitidez los secretos, planteándose nuevas connotaciones que dan lugar a diferentes hipótesis. Sólo la intuición y la experiencia de cada espectador o lector será las que mejor podrán revelárselo a ellos mismo, para saber que hay que dejarlos que continúen albergados en los lugares escondidos de la mente .
No hay comentarios:
Publicar un comentario