La fuerza de la imagen.
Naufragio se sustenta en el aspecto visual como hilo narrativo. Un guión de imágenes sobrecogedoras que deslumbran al espectador con sus contrastes, de inquietantes figuras humanas y animales. Un África mítica dieciochesca trasladada a nuestro tiempo. Una venganza literaria que juega con los símbolos y las imágenes místicas, con los clichés y nuestra realidad más cotidiana. Pura ficción en un intento por congeniar literatura y cine a través de las imágenes y no de los textos.
Capricho de autor.
La rabieta de un director dolido por la visión terriblemente colonialista de Defoe. Un ejercicio curioso de venganza. Una reflexión sobre Robinson y Viernes, sobre la figura del náufrago “colonizador” y el esclavo. La libertad creativa de desafiar a un grande, de reescribir un final bastardo con imágenes.
Atípico cine-cine.
Pedro Aguilera, Arnau Valls Colomer, Julia Juaniz, Juan Marín Walker, Juan Carlos Bravo, Saioa Lara… un rara avis en la cinematografía española actual. En co-producción con Alemania nos encontramos ante lenguaje cinematográfico verdadero. Imágenes en movimiento que son eso, imágenes. Los paisajes, los personajes, todo respira ante la mirada del espectador, hipnotizado por un trabajo de sonido espléndido, que atiende a las respiraciones, a los alimentos dentro de una boca, a la naturaleza. Y una fotografía por momentos inconformista, con mayor o menor acierto.
Decisiones.
Los mayoría de los actores, al igual que en su anterior película (La influencia) no son profesionales. Se ve claramente el esfuerzo, pero las formas chocan con lo que estamos acostumbrados a mamar como una interpretación “natural”, aún siendo posible que sean incluso más naturales de lo que podemos entender por el término. Robinson, el protagonista, se esfuerza enormemente en un papel muy interesante, aunque desagradecido para el espectador medio. Una interpretación hacia el interior del personaje, una profundidad que inmoviliza por momentos las expresiones externas, un gran trabajo difícil de apreciar.
Reubicando un contexto.
El Viernes de Defoe es más esclavo hoy que entonces. Naufragio juega a recontextualizar a ese esclavo de la mirada colonialista occidental, en un tiempo en el que los juicios sobre ese momento histórico son esencialmente negativos. Nuestra vergüenza occidental se materializa en la mirada de un director indignado con esta visión. Robinson, el protagonista, es el hijo simbólico de Viernes. La representación del África Mítica que decide vengarse del colonialismo acabando con la figura de Robinson Crusoe. Las armas y los procedimientos que se utilizan responden a los mismos clichés que Defoe utiliza en su novela, y contrastan enormemente con la mirada “social” de las pateras, los campamentos ilegales, y los trabajos sumergidos en los invernaderos almerienses.
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Un análisis completísimo del film. La lástima de todo esto es que estos tipos de films se encuentren vetados para los cines a los que acude gente "normal", y acaben en los Golem y en los Renoir. De no haber sido por ti, Javi, ni me habría enterado de que esta pelicula existía (y mucho menos, el director).
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