El Cine como forma expresiva y estética

miércoles, 2 de marzo de 2011

LA VIDA POR DELANTE.


Por Isabel Álvarez Rico

El espacio teatral de La Latina es uno de los iconos del Madrid cultural. Ya entrar en él  lleva a un estado de ánimo particular, con las lámparas de cristal que cuelgan, y las paredes cubiertas por ese terciopelo rojo y anaranjado. Un espacio concebido para transmitir emociones.
El diseño de la embocadura del escenario es sencillo y muy plástico. Parece que la zona que rodea el arco proscenio sea un marco que rodea la escena. Pero también es un teatro con fallos en el diseño de mobiliario, especialmente molestas son las barras “protectoras” del anfiteatro, que a la altura de un espectador medio, se sitúan justo en el centro del escenario, interponiéndose en la vista de la representación u obligando a éste a retorcerse en el asiento. Pero a nivel técnico es un teatro destacable, aunque no innovador; en ésta representación no se hizo uso de una gran cantidad de escenotécnia, pero estaba muy bien articulada. Y esto ya se intuye cuando las dos balconadas del anfiteatro se destinan a los técnicos de iluminación y sonido. La necesidad de tanto espacio determina la presencia de mucha maquinaria y también del personal para manejarla. Y esto se refleja en la obra cuando todos los efectos se encuentran tan bien integrados.
“La vida por delante” es una obra de actriz, es decir, la gente va a ésa obra porque en ella trabaja Concha Velasco. Ésta forma de producción tiene un doble filo: el productor se asegura la presencia (publicidad) de la obra en los medios y una gran cantidad de público; pero también disminuye el trabajo creativo, ya que todo debe girar en torno a la “gran Concha Velasco”.
La obra está diseñada de tal forma que todo comienza desde que se entra en el teatro, suena música francesa de época con canciones cómo La mer, La vie en rose, y L´hymne de l´amour. Sólo con la presencia de tal particular música recordé que el texto original está escrito en francés, y también me pude imaginar en qué época se sitúa la representación. La escena está con el telón levantado, mostrando la escenografía, el escenario está casi apagado, sólo están encendidas las luces de una lámpara que cuelga encima de la mesa y un foco de contra, con un haz de luz entrando por el resquicio de la puerta.
La escenografía representa el interior de una casa: salón, comedor, vestíbulo y cocina. Pero estas partes de la casa no están divididas, sólo la cocina tiene una cortina de colgantes. El resto de los espacios se dibujan por un sofá, una mesa de comedor o la puerta de la entrada. Los espacios dramáticos de la casa son: la habitación de Madame Rosa (a la derecha) y el cuarto de los niños (a la izquierda). Ambas salidas del escenario son practicables, es decir, no son zulos herméticos por dónde solo se puede entrar y salir por escena, en éste aspecto fue sobre todo la habitación de Madame Rosa la que me hizo dudar.


La obra comienza con un fuerte impacto que consiste en situar a Concha Velasco en el marco de la puerta, con la canción L´hymne de l´amour muy alto, y dibujando una sombra continua que va desde la sombra arrojada del suelo hasta la propia figura del a actriz convertida en silueta. La música baja hasta parecer que sale de la radio del aparador, se ilumina la escena,  y ahí comienza la obra propiamente dicha, con un ritmo más constante y sin prácticamente golpes de efecto. A partir de entonces el grueso de la obra se basa en la interpretación y el texto. La configuración de los espacios y los tiempos la crea la iluminación y el vestuario. La escenografía ya no se modifica. Hay ligeros elementos de atrezzo como maletas, sillas, telas, un barco, un paraguas- payaso, etc que sí se utilizan con frecuencia. Pero la “arquitectura del espacio” se mantiene. Especialmente interesante es la configuración del sótano; bajando el telón de boca y colocando una escalera que sube por detrás de la puerta principal, que está abierta.
La iluminación se utiliza para crear espacios, emociones y situaciones “no reales” o imaginarias. También la ventana es practicable, porque hay un momento en que se abre.
Es un planteamiento escenográfico naturalista, la escala nos permite suponer que los elementos que se encuentran en la escena (en un estado especial entre representación y realidad) sí pudieran ser utilizados antiguamente en una casa. El suelo representa unas maderas antiguas, no barnizadas.
El perro se puede considerar un personaje dramático, ya que sólo figura por referencias. La interpretación, aunque no me considero la persona más adecuada para analizarla, me pareció irregular. Concha Velasco es una gran mujer, y se la trata con indulgencia por lo que ha sido y los que es, pero su trabajo en ésta obra en particular me parece el menos brillante del grupo de actores. Más correctos son: Juan Antonio Quintana (el médico de Madame Rosa) y José Luis Fernández (que interpreta al padre de Momo). Con personajes creíbles y bien integrados. El mejor, desde mi punto de vista es Momo (Rubén de Eguía), con una gran actividad en la escena, desarrolla a un personaje muy complejo y lleva todo el peso dramático del guión, incluso siendo él el que se dirige al público.
Al final de la obra, cuando ya han saludado los actores, el telón queda levantado y la habitación queda sutilmente iluminada de azul. Siendo ésta una metáfora muy bella si se compara con cómo estaba al principio de la representación.
 “Las cosas son cómo las personas, solo tienen valor cuando alguien las ama”

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