Dirección: Ernst Lubitsch. Producción: Ernst Lubitsch y Alexander Korda. Guión: Edwin Justus Mayer. Música: Werner R. Heymann. Fotografía: William H. Daniels. Montaje: Gene Ruggiero.
¿Una comedia a partir del padecimiento polaco...?
Es una de las películas más conocidas de Ernst Lubitsch, judío y alemán, formado en ambientes teatrales, que ha pasado a la historia por ser reconocido como el director más elegante de los años 30-40. Sus películas forman parte del grupo de "cine-teatro" que otorgó cuerpo a las mejores realizadas antes del fin de la Segunda Guerra Mundial. Esa línea había conocido un jalón muy importante un año antes de la realización de ésta, cuando O. Welles filmó Ciudadano Kane.
Ser o no ser fue realizada el mismo año que Casablanca y acaso sea interesante comparar ambas para determinar un juicio relativo de cierta entidad, puesto que ésta última, mediante argumentos que no comparto, pasa por ser una de las mejores películas de la historia del cine.
La película de Lubitsch, ubicada en la frontera que une o separa los productos "artísticos" de "los de entretenimiento", conecta teatro, cine y realidad para articular una comedia de buen ritmo narrativo, que encierra un argumento belicista y maniqueo comparable al de Casablanca. En 1942, cuando se realizaron ambas, el gobierno norteamericano estaba a punto de enviar tropas al norte de África con el objetivo de aniquilar el potencial militar e industrial de Alemania. Frente a lo que sucede en la de M. Curtiz, bajo el formato propagandístico, aquí subyace una trama de cierta complejidad que nos remite al leitmotiv del director alemán: el dulce enfrentamiento entre hombres y mujeres... y, tal vez, a la manera de entender el cine de A. Korda.
Lo mejor de la película: el guión, que, con ciertas debilidades (tendencia al histrionismo y al vodevil) y aciertos claros (personajes secundarios), anticipa el modo de hacer de autores posteriores (B. Wilder-Diamond especialmente) y determina un nexo de unión con el universo teatral. Seguramente merezca la pena seguir la pistga creativa de Edwin Justus Mayer.
Incluso la forma de realizar estas películas, en escenarios de estudio, sin apenas secuencias rodadas en exteriores, nos remite a la idea de "teatro filmado", que había empleado como punto de partida O. Welles. En ese sentido, si comparamos la de Lubitsch con la de Welles, podríamos repetir la vieja cantinela: "las comparaciones son odiosas". Orson Welles tuvo la suerte de contar con un director de fotografía (Gregg Toland) que no entorpeció su creatividad... Resultado: el lenguaje cinematográfico dio un nuevo paso para distanciarse de Griffith.
El resto de las cualidades de la película... Es un producto "típico", si se me permite ser excesivamente categórico, de la industria cinematográfica norteamericana, con todo lo que ello tiene de bueno y de malo. De bueno: unos estándares de imagen, interpretación, medios auxiliares, etc. de cierta calidad. De malo: la película está concebida desde los criterios industriales del "Star System" (es obra de producción) para el público medio norteamericano; en este caso, el gancho es C. Lombard.
¿Hasta dónde llega la aportación de Alexander Korda en esta película? Para centrar la duda merece la pena ver tres películas sumamente interesantes del cine británico: La vida privada de Enrique VIII (1933), Rembrandt (1936), y Lady Hamilton (1941); las dos primeras, con un actor sobre cuyo trabajo se podría escribir una enciclopedia (Ch. Laughton).
Fue seleccionada para los premios de la academia por la música.
Carol Lombard murió poco después de hacerla en un accidente aéreo; no pudo asistir al estreno. Fue la última película que dirigió (por completo) Lubitsch antes de morir.
Magnífica película para acercarse al lenguaje cinematográfico anterior a O. Welles.
La comedia de connotaciones tristes por excelencia.
Es una excelente película histórica, pero tengo mis dudas de si está envejeciendo con buena salud. Volver a ver la me ha resultado un poco aburrido, el componente teatral de la misma está demasiado presente para las sensibilidades etético narrativas de hoy,asi como el componente naive del argumento. No se si estamos en un momento para apreciar la comedia trágica, nos gusta creer que la irrealidad filmica es la realidad.
ResponderEliminarSegún sea la valoración "a priori". Le pasa a todas las películas de la misma época que no asumen el reto de competir con la narrativa literaria. Estoy pensando en M. Ophüls; pero en las suyas se nota mucho la carencia de medios, aunque en algunos casos, la soluciones imaginativas aún sorprenden (La ronda).
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