El Cine como forma expresiva y estética

martes, 11 de enero de 2011

El libro negro ( Zwartboek), Paul Verhoeven, 2006 (presentación)



Guión: Paul Verhoeven y Gerard Soeteman. Música: Anne Dudley. Dir. Fotografía: Karl Walter Lindenlaub.

El título de la versión española nos remite a una conocida obra de G. Papini (las cosas de las productoras y distribuidoras). No obstante, parece que esa circunstancia sea estrictamente accidental, por más que pudiéramos establecer entre la película y el libro, algún puente de estructura nihilista y entramados escépticos. Papini fue un destacado fascista y se manifestó antisemita, con argumentos afines a los empleados por Hitler. Más apropiado sería relacionarlo con la tradición cultural que fecundó la mente de escritores como A. Strindberg.
Parece una película de aventuras en ambiente bélico... Cualquier persona aficionada al cine de entretenimiento, la seguirá con interés; se podría pensar, incluso, en algún afamado director español por el abuso de situaciones especialmente morbosas...
En cierto modo, resulta comparable a North by Nortwest, de Hitchcock... pero con un cambio significativo respecto de la película del director inglés: aquí quien sufre el periplo vital asociado a la aventura de sobrevivir es una joven judía. Y en este juego de simetrías (o sustituciones) sexuales, comparable a la empleada por Kurosawa en Ran, está una de las cualidades a destacar.
Se trata de una película de uno de los directores más enrevesados e irregulares de la historia del cine. Para seguirla en sintonía con sus pretensiones, debemos conocer el resto de su filmografía; ello nos ayudará a componer una imagen nueva que destruye la aparente complejidad inicial. Y para empezar, debemos saber que se trata de una película en la que Verhoeven regresa a un asunto ya tratado en una película anterior (Soldaat van Oranje, Eric, oficial de la Reina, 1977). La comparación entre ambas nos informa de cómo ha evolucionado su concepción cinematográfica... pero, sobre todo, de los elementos que más le preocupan. En la primera película, el protagonista es Eric, un joven algo estúpido, fácil de manipular y con tendencia natural a la obediencia. En la más reciente es un personaje secundario de la anterior (una joven judía que debe sobrevivir en circunstancias peligrosas) quien asume las riendas de la acción.
En el contexto general, dominado por una más que manifiesta irregularidad, acaso no sea la mejor película de Verhoeven (creo que es bastante mejor Instinto básico), pero creo que es en la que mejor se proyecta una síntesis de las preocupaciones cinematográficas del director holandés, cuando intenta establecer un punto de equilibrio entre la calidad cinematográfica y el entretenimiento.
El arranque de la película coincide con la batalla de Arnhem, es decir, con el momento en que el error de un general inglés (Montgomery) supuso la recuperación in extremis del ejército alemán y, en consecuencia, la prolongación de la guerra durante un año más (A Bridge Too Far, Attenborough, 1977). Así, pues, se podría interpretar que Paul Verhoeven comienza la historia aludiendo a ese hecho, como si pretendiera decirnos: "Esto es lo que sucedió en el tiempo añadido a la guerra a consecuencia del error de los aliados en la operación Market Garden. La cuestión (argumentativa) de la estupidez de los aliados, reaparece al final de la película con mayor contundencia, para ofrecer una acotación que trasciende la anécdota del fusilamiento de oficial alemán y que es lugar común en ciertos planteamientos críticos: la continuidad entre las fórmulas nazis y las de los ejércitos aliados...
Bajo la forma del guión subyace un reflexión argumental que nos aproxima a su visión de la condición humana, como es habitual en su filmografía, polarizada entre el Eros y el Thanatos, y acotada con abundantes referencias a lo escatológico, a lo más abyecto; seguramente sea el director que más secuencias ha realizado en retretes.
Y sobre todo, es una reflexión sobre la dualidad violencia-supervivencia, de modo que la película nos ofrece un catálogo sistematizado —por supuesto, incompleto— sobre las razones que podríamos tener para matar a un semejante: codicia, celos, defensa propia, venganza, fanatismo, etc. y de las estrategias que podemos aplicar a sobrevivir.
Magnífica película para aproximarse al estudio de la 2ª Guerra Mundial en territorio holandés.

Puede ser interesante rastrear la relación entre Verhoeven con G. Santayana, a quien corresponde una frase adjudicada a Platón desde una cagada de MacArthur : "Sólo la muerte ha visto la terminación de la guerra".
“... only the dead have seen the end of war.” (Soliloquies in England, Scribner's, 1922, p. 102)

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