El Cine como forma expresiva y estética

martes, 11 de diciembre de 2007

Leones por corderos (Lions for lambs), Robert Redford, 2007


Es una película en la línea de lo que ha realizado hasta la fecha Robert Redford, por lo general, inclinado a escrutar las emociones del alma humana. Con la “excusa” de la guerra contra el “terrorismo islámico”, emplea el bisturí frente a cuatro personajes relacionados dos a dos mediante circunstancias más o menos periféricas: el joven deseoso de no perderse los acontecimientos de su época (recuerda personajes de la literatura decimonónica y a Pvt. Joker de La chaqueta metálica, con menos cinismo), el viejo profesor que inútilmente intenta emplear la experiencia para orientar a sus alumnos, la periodista enredada entre los condicionantes políticos y las circunstancias de los medios de comunicación, mucho más atentos a vender publicidad que a informar, y el “joven” político, enredado en unas contradicciones que ha hecho propias, como digno representante de la pos-posmodernidad más recalcitrante (a mi juicio, el personaje más complejo e interesante que "desaparece" demasiado pronto).
Gracias al mosaico argumental, la película no resulta tan pesada como suelen serlo las de este director, cuyo éxito depende decisivamente de la calidad de los guiones; en ésta se ha reservado el personaje menos brillante, especie de Rupert Cadell (La soga, 1948) desbordado por el empuje de los jóvenes, a su vez, deslumbrados por las ansias de vivir… aunque sea en negativo.
Lo más rompedor: el título, que fuerza en el espectador una relación indecorosa entre el ejército norteamericano y el alemán; pero lo hace con tanta debilidad que el hipotético contenido político se diluye entre brumas de pesimismo existencial.
Lo más negativo: continuando tradiciones muy arraigadas en Hollywood desde la guerra de Vietnam, el problema político apenas aparece más que como una circunstancia brumosa y externa, que no merece la pena afrontar salvo desde los intereses más directos de la praxis inmediata.
Dentro de las líneas de corrección propias de la industria norteamericana (guión más que aceptable, fotografía correcta, buena ambientación, etc.), destaca la elección de actores (el propio Robert Redford, Meryl Streep y Tom Cruise), como instrumento de garantía taquillera…
En definitiva, película que no ofende la inteligencia del espectador, concebida, sobre todo, para pasar un rato y para prolongar su naturaleza argumental… sin sacar los pies del tiesto, y para que nos hagamos una idea de por dónde se desenvuelven los sectores progresistas norteamericanos.

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