El Cine como forma expresiva y estética

viernes, 31 de octubre de 2008

QUEMAR PARA OLVIDAR...

Por Javier Ramírez Serrano

Quemar después de leer es una película predecible, de crítica fácil y excesivamente transparente. Una obra de transición donde los hermanos Coen demuestran, una vez más, que conocen perfectamente la fórmula del entretenimiento y cuáles son las posibilidades para divertirse y que les paguen por ello.
Es un film transparente, no sólo porque se encarnen metafóricamente en dos de los personajes, sino porque prácticamente deja entrever todo el mecanismo de creación del mismo. Me extrañó no ver ninguna cámara, foco, micrófono o incluso a ellos mismos riendo a modo de cameo. Y es que en ningún momento puede dejar uno de imaginar a los directores tomándose unas cañas, a medio rodaje de No es país para viejos, mientras idean un argumento que se mueve en exceso en la risa fácil, el estereotipo subrayado, y los golpes “inesperados”.
Y es precisamente por ese conocimiento del medio como logran entretener, a pesar de todos los “defectos” previamente expuestos. El ritmo del film es bueno y el guión está bien escrito (a excepción de un estrepitoso final), que no el argumento. Hasta tal punto es cierto todo esto, que, incluso siendo tan floja, permite una reflexión posterior, casi más interesante que el propio visionado de la película.

Dentro de los elementos que me llevan a calificarla de poco interés debo recalcar el desequilibrio que existe entre los distintos actores y papeles. Si bien toda la obra se mueve en una sobreactuación buscada acorde con unos estereotipos exagerados, hay ciertos intérpretes que consiguen no desconectar al espectador siendo lo suficientemente “finos” como para no pasarse con su personaje. Es éste el caso de Malkovich o McDormand, los más carismáticos y mejor conseguidos, mientras que Pitt y Clonney responderían al ejemplo de sobreactuación bromeada por los propios actores, y completamente fuera de control. Es curioso además que un actor como Brad Pitt que ya ha realizado papeles un tanto extremos como éste de forma más que correcta (Snatch, cerdos y diamantes) aquí se mueva de forma patosa y sin ninguna credibilidad. Incluso así consiguió que esbozara alguna sonrisa cuando hace de tipo duro.
Y es que por mucho que el papel sea exagerado y estereotipado no deja de ser completamente imprescindible el ser creíble y lógico de cara al espectador y a la propia película. Clonney es resumible con una gran sonrisa de oreja a oreja de forma continua.
Los personajes en sí pueden llegar a tener su gracia dentro de la ridiculez que los enmarca. Una mujer obsesionada con el físico, un chico guaperas de gimnasio, un espía alcohólico y con mal genio, una doctora fría y dominante harta de su vida matrimonial, un exagente mujeriego, un jefe enamorado de una de sus trabajadoras… todos unidos por engaños amorosos típicos y por el factor conductor de la película, la mediocridad.
Una mediocridad que ralla lo absurdo en excesivas ocasiones. Imagina que durante dos horas pisas cinco mierdas, tropiezas cuatro veces, te equivocas de autobús, y caes sobre una señora con la mala fortuna de tocarle un pecho. Llegas a casa y pillas a tu mujer con otro, y por último, mientras das un paseo, ves un tiroteo en la acera de enfrente. No es muy distinto lo que ofrece Quemar después de leer.
Una composición en torno al azar y la normalidad que podría ser muy interesante si no fuera porque la acumulación de situaciones y variantes absurdas es tal que hasta satura en su estupidez.
Son contadas las veces que el film sorprende, y cuando lo hace es de una manera tan sumamente “fácil” que hasta puede resultar “increíble” (la muerte de Brad Pitt). Quizá el momento más inesperado de todo el metraje es el final, pues no es más que el fin del libreto de anotaciones de los directores. Se acabaron las ideas se acabó la película,
Por último que decir de la “crítica” hacia los servicios de inteligencia americanos cuando la película no se preocupa más que de cuernos, “fuck yous” y tropiezos.
Aún con todo esto no se puede negar que los Coen son capaces de crear una obra ejemplar dentro del más puro cine de entretenimiento. Si nos vamos al género concreto del humor no se puede decir lo mismo.
Una película de poco interés dentro de su filmografía y recomendada si no hay nada más en toda la cartelera.

jueves, 30 de octubre de 2008

Fellini, Las noches de Cabiria (1957)

¿Se inspiró Coppola en Fellini?

Paralelos entre La Strada y El padrino II

Los orígenes del neo-realismo italiano...

Yosujiro Ozo, Hijo Único, 1936

miércoles, 29 de octubre de 2008

¿La Dolce Vita?

Por Clotilde J. Bandera Gallego

En un ambiente de corrientes existencialista y deconstructivista Fellini realiza “ La dolce vita “, hay alusiones en sus conversaciones que muestran sombras de estas tendencias : “en mis películas no sugiero soluciones , no ofrezco métodos , no propongo ideologías : me limito a ser testigo de lo que me sucede , a interpretar y expresar la realidad que me rodea”.
Sin embargo Fellini parece estructurar “La dolce vita” en trece secciones algo que recuerda a la Divina Comedia (escrita en trece cantos). Marcello, hilo conductor de la historia, como Virgilio servirá de nexo en una serie de noches y mañanas cuyo orden no atiende a ningún método específico. Pero Marcelo también parece personificar la mirada de Fellini, consiguiendo así una original técnica expositiva mediante el doble personaje.
La película se inicia con la mirada al cielo de unas mujeres atraídas por el ruido de un helicóptero que porta la figura de Cristo( uno entre los varios elementos religiosos que usa Fellini con frecuencia como símbolos críticos). La estatua sobrevuela lo que será el escenario; Roma. El ruido de las hélices se superpone a las voces de los jóvenes, hasta que son sustituidas por las campanas del Vaticano, basta un acercamiento de la cámara a los edificios para intuir que la imagen va descendiendo a la ciudad.
En otra escena, vemos la casa de Enma, la novia de Marcelo que ha intentado suicidarse. Un largo pasillo de paredes desnudas y varios cubos de pintura en la entrada nos da esa sensación del compromiso que no se termina de concluir: Fellini gusta de recoger lo marginal, lo anecdótico, y así construye el otro relato oculto, el de los detalles y los símbolos.
El episodio mitológico de Anita Ekberg es uno de los más atrayentes. Comienza en esa fiesta donde el hombre con apariencia de fauno baila con Sylvia que evoca a la ninfa, la música llega a alcanzar el mismo nivel de sonoridad que las imágenes, estableciendo una especie de sinfonía. Todo ello unido a la manipulación de la luz, característica del cine expresionista, trae a la memoria cuadros de Rembrandt o los frescos dionisiacos de Pompeya.
Es destacable la escena en la que Sylvia encuentra un pequeño gato que acaricia y deposita en su cabeza mientras pasea por las calles, esta aptitud nos revela su debilidad a la vez que su virtud protectora. La iluminación se presenta como charcos de luz que contrastan con la oscuridad, y la acción se va envolviendo en una especie de atmósfera mágica que proviene de varios fundidos continuados percibidos como una insinuante nebulosa de ensoñación que se pierde en el tiempo.
El momento mas mítico se alcanza en la fuente de Trevi, los planos fundidos encadenados dan paso a una secuencia que se resuelve con planos fijos y algún que otro de seguimiento. Ella exclama al ver la fuente presidida por Neptuno “My God” y se adentra en las aguas proyectando la imagen de una nereida, llama a Marcelo que va a su encuentro, se suceden imágenes de gran sensualidad hasta que la fuente calla y un beso queda suspendido en el aire como ese ideal inalcanzable que solo se queda en el placer de soñarlo, el paso a la realidad es casi ridículo y cómico a la vez, un hombre en bicicleta con una caja en la cabeza los observa.
La muerte de Steiner y sus dos hijos es el capítulo de mayor crudeza. En escenas previas al suicidio, Enrico habla poéticamente acerca de la soledad y el miedo al futuro, que recuerda a la poesía existencialista de la Italia de los 60 que estuvo representada por Cesar Pavese, intencionalidad que Fellini refleja al darnos la clave con un rótulo en uno de los coches de los periodistas que intentan cubrir la noticia ,en donde se lee “Sera Paese”. Varias tomas escalofriante: el cuerpo rígido sin vida de Steiner sentado en el sillón, la llegada de su esposa a la que rodean los periodista desconociendo lo ocurrido, pero la más terrible es la que ejecuta la cámara al realizar un acercamiento a las camas vacías de los niños, y es que Fellini narra con la cámara, haciéndola funcionar como las reglas gramaticales funcionan en la escritura.
La pretendida orgía tiene matices decadentistas. Marcelo y los asistentes de alguna manera pretenden la evasión de la realidad cotidiana. Fellini llena el escenario de personajes, sin embargo los diálogos que parecen superficiales, consiguen dejar patente la soledad de los interlocutores. Se habla de amor pero es evidente que no existe, la seducción termina en un artificio y así deja al descubierto zonas recónditas de la sensibilidad y del inconsciente.
Al salir de la fiesta los invitados observan que algo está sucediendo en la playa y se acercan. Estas últimas escenas reúnen una serie de elementos de síntesis que recuerdan al cuadro del nacimiento de Venus de Botticceli, velos flotando, vestidos de gasas agitados por la brisa entre troncos de árboles y al final, en la orilla, el monstruo marino de forma ovalada que parece evocar la concha de donde nace la diosa. Puede que extrapolando las imágenes, la joven que desde la orilla hace señas a Marcelo simbolice a Venus. Aunque si diéramos otra vuelta de tuerca y volviéramos al paralelismo encontrado entre la Dolce vita y la obra de Dante podríamos llegar a la conclusión que al igual que La Divina Comedia, finaliza en el trigésimo canto con la visón de la divinidad de la Virgen, Fellini concluye también con la imagen de la adolescente-niña.
En definitiva, nos encontramos ante una película en la que la percepción y las sensaciones se van transmitiendo a través de imágenes metafóricas , símbolos y otros elementos como luces y sonido empleados retóricamente. Esto la hace susceptible de una gran riqueza de significados y al desentrañarlos se llega a la conclusión de que la vida es una amalgama de sentimientos y aptitudes que lejos de concretarse en una idea abre nuevas incógnitas y Fellini intenta contárnosla de una forma terrible y dulce a la vez.

domingo, 19 de octubre de 2008

Otra interesante película de los hermanos Coen: Quemar después de leer

Nueva radiografía acibarada de la sociedad contemporánea, que en este caso se centra no el universo de la marginalidad (como en Este país no es para viejos), sino en el de la gente integrada, comprendida en un variopinto repertorio de posibilidades sociales. Como es habitual en las películas de estos autores, destacan los personajes estúpidos, especialmente estúpidos, sobre los que construyen una historia surrealista “de espías” y “deseos primarios” más aceptable (menos forzada) que la de El gran Lebowski. Viéndola recordé la Viridiana de Buñuel, porque como ella, es de esas “comedias” que te hacen reír más al reflexionar que al verla en la pantalla; los hermanos Coen se distancian de Buñuel en invertir el juego de dependencias relativas entre hombres y mujeres: En Quemar después de leer son las mujeres quienes, al manifestar sus deseos, mueven la trama argumental...
Sintetizando: Es una magnífica película de entretenimiento que, además, ofrece los perfiles adecuados para una valoración de mayor rango, y sitúa a estos realizadores en el estadio de mayor calidad del cine nortemericano.

sábado, 27 de septiembre de 2008

El cine español entre la idea de “Nación Española” y “La memoria histórica”

El otro día, coincidiendo con la visita que realicé a Caixa-Forum para contemplar la exposición de Sir Charles Chaplin, me crucé con José Luis Garci, el director de cine que, por razones mágicas e incomprensibles, firmó una película que fue premiada con un Oscar de Hollywood. Él acaso se dirigiera hacia el Congreso de los Diputados, o al menos, esa dirección marcaban sus pasos; yo, a recoger mi automóvil, que me esperaba en el aparcamiento de la plaza de Neptuno. Nos miramos con perplejidad, como se miran quienes asumen relaciones asimétricas, y ambos seguimos en la dirección de nuestras respectivas intenciones: él debió comprender que yo le conocía, aunque él no supiera de mi existencia y, muchos menos, de los juicios que me merecen sus opiniones de cinéfilo y sus últimas películas... Es posible que, por entonces, aún no supiera que su obra no sería elegida para concursar a los premios de la Academia norteamericana...
Sólo han visto la película unos cuantos “privilegiados”; entre ellos quienes la han propuesto como candidata para representar al cine español y algunas otras pocas (o, tal vez, muchas) personas de su “cuerda” (sean los lectores indulgentes con mi tendencia irrefrenable a los chistes malos). Con lo visto en sus últimas películas y con lo leído a pluma de Agapito Maestre, se me ocurren varias reflexiones preliminares que ofrezco al lector...
La primera: parece tratarse de una película inclinada hacia la manipulación política del espectador, siguiendo los criterios de la vertiente más “casticista” del PP y las fórmulas empleadas en la industria norteamericana desde, al menos, la época de la caza de brujas y en Europa, desde Goering... Y nadie piense que estoy llamando ultraconservador a José Luis Garci... aunque lo sea, porque esos recursos se han utilizado igualmente en las corrientes ideológicas opuestas, en las de las otras “Cuerdas”. Entiendo que esta circunstancia se puede dejar a un lado si la película está bien resuelta en sus componentes morfológicos fundamentales (caso de Riefenstahl, de Costa-Gavras, de Briam de palma, etc.). Por desgracia, conociendo el equipo que el señor Garci ha utilizado, afín al de sus últimos engendros, caben pocas esperanzas positivas. En el caso de José Luis Cuerda, las expectativas son mejores...
La segunda: conociendo el cabreo que, muy probablemente, producirá la película en los ambientes históricos no conservadores (progresistas, nacionalistas, etc.), ¿a quién se le ocurrió proponer películas tan “polémicas” para representar a “España”? ¿A quién se le ha ocurrido esta confrontación de “cuerdas”?
Y por fin: ¿el cine español debe reflejar el debate entre los partidos políticos mayoritarios? ¿Se debe hacer eco de una polémica que a casi todos nos deja fríos?
Francamente, el ambiente apesta al hedor de las subvenciones...
Cuando haya visto ambas películas... o cuando haya visto, al menos, una de ellas, completaré este comentario... aunque acaso sea mejor no verlas, porque oteo en el horizonte la sombra de una irritación muy profunda... Cuando alguien me pregunta cóm odistinguir una película buena de otra mala, suelo responder que no siempre es fácil, pero si es sencillo saber si nos encontramos ante una película mala: cuando la historia se construye sobre cimientos maniqueos. Es muy difícil hacer una buena película con personajes agrupados entre "buenos" y "malos" y mucho me temo que tanto José Luis Garci como José Luis Cuerda se han situado en el mismo pantano...

viernes, 26 de septiembre de 2008

Sir Charles Chaplin en Caixa-Forum

El otro día peregriné a Caixa-Forum. Había que ver la exposición dedicada a Charlot... (¿debería decir Chaplin?) aunque el genial humorista no sea santo de mi devoción cinematográfica, porque fue uno de los responsables más señeros del Star-System, ese modelo cinematográfico concebido para garantizar el éxito comercial de cada película a partir de la popularidad de uno o varios actores... Muchos siguen hablando de las películas de Brad Pitt, de G. Clooney, etc. Y es notorio que mis criterios de calidad cinematográfica no se construyen sólo desde ese importante factor.
No obstante, reconozco que a mí también me divierten casi todas sus películas; con algunas secuencias estallo a reír como un chiquillo; con otras me emociono; con otras... Aunque sea políticamente incorrecto decirlo, confieso que El Gran Dictador no me parece, precisamente, una “obra maestra”; acaso una interesante película por sus componentes “pedagógicos”; tampoco creo que sea una buena película Tiempos Modernos y, como tantos otros, entiendo que La Condesa de Hong Kong es un “petardo infumable”, de la que no se salvan ni el argumento ni el guión ni la dirección ni el montaje... nada.
Hechas estas salvedades, si permanecemos en las estepas del cine de entretenimiento, Sir Charles Chaplin aparece como un “artista” (en sentido popular) excepcional, que fue capaz de crear uno de los “iconos” emblemáticos más importantes y movilizadores del siglo XX. Si unimos a ello su ejemplar disposición frente a los problemas sociales y una carrera interpretativa excepcional, se comprenderá que aún perviva un ambiente tan favorable hacia él y su legado.
¿Una exposición en Caixa-Forum dedicada a Chaplin? Desde el interés de la promoción que persigue el banco catalán... acierto absoluto (en otros textos he comentado la estrategia que La Caixa viene desarrollando en Madrid); desde un interés algo más ambicioso, cuando es tan fácil acceder a toda su filmografía... acaso sea más fructífero hacerse con una buena colección de sus películas y verlas con calma. Lo mejor: la colección fotográfica y, como de costumbre, el montaje de la exposición, que ha sido realizado según criterios escenográficos eficaces... Quienes acudan a visitarla pasarán un rato muy agradable… Garantizado.

lunes, 26 de mayo de 2008

Indiana Jones: ya no se fabrican neveras así

Por Pablo García Romano

Este sábado, obligado por mi novia, fui a ver la última peli de Spielberg, “Indiana Jones y la calavera de cristal”. Debo decir que desconocía cualquier detalle sobre el film, no sabía ni el reparto, precisamente porque esta saga es una de mis preferidas de la infancia, y de primeras sabía que lo que iba a ver no me iba a dejar buen sabor de boca, como me pasó con la segunda parte de “El silencio de los corderos”, lo maravillosa que era la primera y el tremendo pestiñazo que fue la secuela (Hannibal), desconozco qué tal están las dos siguientes, porque no me molesté ni en verlas (“Dragón Rojo” y “Hannibal, el origen”) y creo que debí haber hecho lo mismo con esta última entrega del Dr. Jones…
La película arranca como todas las de la saga, con una pequeña “aventura” de introducción, repite la fórmula del amigo que lo traiciona, escapa en el último momento de la manera más rebuscada… Indiana Jones. A los 5 minutos de película reconozco que incluso pensé “vaya, quizás, sólo quizás, me guste un poco esta película…”. Y de pronto pasó. Os resumo para no fastidiaros nada del argumento, Indiana Jones, básicamente, sobrevive a una explosión nuclear metiéndose en una nevera, que tras cerrarla, sale volando por los aires varios kilómetros, cae bruscamente al suelo (sin abollarse, claro), la puerta se abre (pero sólo cuando ya está en el suelo, por supuesto), y Harrison Ford sale, no sólo por su propio pie, sino además sacudiéndose la ropa como diciendo, “Caracoles, como me he puesto los pantalones…”
Todos sabemos que en una película de aventuras vamos a ver alguna que otra cosa bastante “flipada”, si además le añadimos a Spielberg de director, más, y si el protagonista es Indiana Jones, aun más, pero llega un punto que se sobrepasa la línea de lo surrealista, en la que ya no nos funciona ni “el piloto automático” donde todo lo que vemos es “normal”, y este largometraje en concreto lo sobrepasa varias veces, porque lo de la nevera es un punto, pero hay escenas en las que un personaje, colgado de una liana en plan Tarzán, no sólo adelanta a un vehículo sino que además se sube al mismo en marcha.
Varios guiños a otras películas de George Lucas, y del propio Spielberg, pero sobretodo, me recordó a “La Momia” de Stephen Sommers (“The Mummy”, 1999) en algunos clichés del final de la película, uno de ellos es el del personaje que es amigo, luego enemigo, se vuelve amigo, de repente se ve que era enemigo desde el principio, y en el momento previo a su muerte, se hace bueno, suelta una frase ingeniosa al más puro estilo americano y muere. Cuando veáis la película, no podréis evitar acordaros de “Benny”, el personaje de “La Momia”. Otro de los clichés es una ciudad desapareciendo de manera muy parecida, pero mucho, a “El retorno de la Momia”.
Y es que esta última entrega de Indiana Jones usa esa misma fórmula de hacer una secuela familiar, como la secuela de “La Momia”, ahora toda la familia se enfrenta al mal… Y consigue un resultado de cine americano malo en la que hay incluso marcianos, si amigos, y hasta platillos volantes… Algunos me diréis que en “Indiana Jones y la última cruzada” había puentes invisibles y pruebas de fe. Vale. Pero repito… ¿Marcianos?
Que conste que había momentos muy buenos y nostálgicos en la película que tenían el auténtico espíritu de la saga, y sólo por eso quizás mereciera la pena verla, aunque en general es una decepción para cualquier seguidor de Indiana Jones… Por cierto ya no hay nazis, estamos en 1957, ahora los malos son los comunistas, por supuesto, e Indiana Jones trabajaba para la CIA… Sin comentarios.
Me quedo con un guiño de final de la película en la que se da a entender que NO harán más secuelas, ni siquiera con el hijo de Indiana Jones, que está a punto de ponerse su sombrero, y en el último momento se lo arrebata Harrison Ford. Eso me gustó, saber que no van a volver a tocar una de mis sagas favoritas para cagarla de esta manera y hacer cine de esta pésima calidad, a mi gusto, por supuesto. Joder, con lo que molaba la trilogía de Indiana Jones…
Espero comentarios de alguien que la haya visto para saber si soy yo, o es que la película era realmente tan mala…
Salud

lunes, 28 de abril de 2008

Me gusta Tarantino, ¿Y qué? (Manifiesto Quentinista)

Por Pablo García Romano

Estoy seguro de que a más de uno en el ambiente universitario, le han tachado de “quinceañero” por decir que le gusta el cine de Tarantino, todos sabemos que no es un director independiente, y que tampoco es Kubrick, pero ¿Realmente es tan malo? Un servidor opina que no, y la razón es que su cine es completamente único, podrá ser bueno, malo, regular etc... Pero no deja a nadie indiferente y desde luego tiene su estilo propio -de ahí que diga que es único-

Con este estilo me refiero a cómo nos engaña en películas como Pulp Fiction o Reservoir Dogs, en la primera, ¿Quién es el bueno y quién es el malo? En realidad no son más que un puñado de mafiosos de segunda y delincuentes de poca monta, incluso Vincent Vega (John Travolta) que parece un poco el rey de la baraja (es un tipo con mucho estilo, tiene un Chevrolet Malibú, ha estado unos años en Ámsterdam y además es la mano derecha de Marcelus Wallace, el jefazo, por así llamarlo) resulta ser de lo más torpe, le vuela la cabeza al topo que tenían infiltrado en el piso franco de los chavales del maletín, se intenta poner chulo con el Sr. Lobo (Harvey Keytel), quedando a la altura del betún, la mujer de Marcelus (Ving Rhames), Mía (Uma Thurman), sufre una sobredosis con su cocaína y lo matan básicamente por ir a cagar cuando Butch (Bruce Willis) regresa a su casa y lo dispara con su propio arma... ¿Es esto un héroe? Ni siquiera llega a ser un delincuente de corrupción en Miami...

De hecho creo que lo coherente habría sido que Bruce Willis hubiese hecho ése papel, y a pesar de que le habría pasado lo que dice el guión, ¿no tenéis la impresión de que a él las cosas no le habrían ido tan mal? (da mucho mejor el perfil de mafioso sin escrúpulos, y lo encasilla ahí debido a que el personaje interpretado por Bruce Willis es un tipo inteligente y calculador, y realiza una interpretación excelente, a mi gusto, pero… ¿Hay muchos boxeadores capaces de ser así de inteligentes y calculadores? De nuevo juega con los roles de los personajes)

Otro personaje curioso a destacar es el de Jules (Samuel L. Jackson), y aquí quizás si podríamos hablar de un personaje "bueno" o "menos malo", pero que lo es de repente porque sufre una revelación divina... jajajaja ¿No es simplemente genial? Lo encuentro verdaderamente bueno. Y ya si nos vamos al extremo y al colmo de personajes, el Sr. Lobo ha sido sin duda un personaje a seguir por muchos de nosotros. Es un tipo con una seguridad en si mismo tan exagerada que él propio personaje se presenta así:

-"Soy el Sr. Lobo, soluciono problemas"

Y a destacar esas frases del tipo House (cuyos guionistas han reconocido tomar al Sr. Lobo como uno de sus referentes para caracterizar al personaje de Hugh Laurie), que son tan brillantes por si solas que basta mentarlas para saber de quién se habla. Algunas de mis favoritas –y las de muchos de vosotros- son:

-"Estoy a 30 minutos de allí, llegaré en 10"

-"No empecemos a chuparnos las pollas todavía"

-"Si hacen lo que digo todo irá bien" (Esta me gusta porque es una frase prototípica de secuestrador, y la dice alguien que se supone que va a ayudar)

-"Que seas una personalidad no significa que tengas personalidad"

-“Le advierto que conduzco a toda hostia, así que procure seguirme, si me devuelve el coche diferente a como se lo dejé Joe “El Monstruo” deberá disponer de dos cadáveres”

El caso es que en general me parece una genialidad cómo consigue que tipos duros, mafiosos, sin escrúpulos, queden ridiculizados a tales extremos (al jefe de la mafia lo sodomiza un policía homosexual y sadomasoquista mientras un dependiente de una tienda de empeños se masturba, a los dos principales mafiosos los ducha con una manguera un viejo que los humilla, y al acabar la película los dos van vestidos como dos catetos), me parece realmente brillante que la película comience con la misma secuencia con la que acaba, dando la impresión de un círculo que se cierra, después de tantas historias y tener que pensar en qué contexto espacio-temporal se encuentra cada una, llega el final y resulta ser la escena del principio

Me he centrado en Pulp Fiction, creo que si analizáramos Reservoir Dogs podríamos sacar más o menos algo parecido a esta, aunque creo que el problema actual de Tarantino es sobre todo con las películas de la serie “Grindhouse” ("Kill Bill vol. I y II" y "Death Proof", además de “Planet Terror”, de Robert Rodríguez), sobre estas quiero dejar claro que Tarantino (que yo nunca considero director independiente ni nada por el estilo, ojo) aparte del evidentísimo lucro que obtiene de estos dos filmes, consigue hacer dos películas de serie B ambientadas en los años 70, no como un plagio sino más bien como... un homenaje, en una sociedad en la que constantemente estamos viviendo el concepto "revival", y basta con ver secuencias como las luchas a contraluz en Kill Bill (completamente a lo Kung-Fu) o las cámaras usadas en Death Proof (cámaras de súper 8 en las que se ver manchas y saltos de imagen) o esos carteles al principio de las mismas en las que se lee "In Technicolor ®". Lo encuentro realmente divertido, evidentemente no me gusta Tarantino por lo sádico que sea, sino por lo fluidas que me resultan sus películas, su extraordinaria música y su reparto casi inalterable (A Band Apart) entre los que me gustaría destacar a Tim Roth, Harvey Keytel o Michael Madsen

Pero sin duda lo mejor de sus películas, sin lugar a dudas son ni más ni menos que las conversaciones. Me refiero a lo absurdo, a lo esperpéntico y a lo incoherente de las mismas en boca de los personajes que las pronuncian. Nos encontramos así, con las famosas conversaciones de Reservoir Dogs sobre de qué va la letra de “Like a virgin”, de Madonna o por qué el señor Rosa no cree en las propinas, o en Pulp Fiction con las conversaciones sobre masajes en los pies, sobre cómo llaman a un cuarto de libra con queso en los McDonald’s europeos… O la manera de contar los chistes en Pulp Fiction, Desperado, Reservoir Dogs… Que de repente se transforman en ésas conversaciones en lugar de chistes, pierden su gracia, pero cobran la genialidad del contexto de Tarantino

Desde luego NO estamos ante un mal director, y sus cinco películas (puesto que en Four Rooms, que es un descojone por cierto, Abierto Hasta el Amanecer, Hostel, o la magnífica adaptación de Sin City, Tarantino no es más que guionista, productor o "padrino" de los filmes pero nunca director) desde luego no me parecen de mala calidad -aunque yo tampoco lo considere cine de primera- ni tampoco exclusivas para “quinceañeros”, jejeje

Me gusta Tarantino ¿Y qué?