Escribir algo para un blog es siempre una tarea comprometedora a mi modo de ver, no obstante me ha parecido interesante y siempre desde un punto de vista personal, encontrar un hilo conductor entre la película Eyes Wide Shut y el relato en el que se basa, la novela de Arthur Schnitzler, “El relato soñado “partiendo de algunas de las diferencias que confieren la independencia necesaria a cada género.
Tras ver la película un par de veces creo que la misma no cumple con el cometido de visionado en “piloto automático “, derivando en un “coitus interruptus” que sólo a saltos consigue “atrapar” al espectador. Un ritmo demasiado lento en ocasiones y otras múltiples claves no descifrables sin un buen manual de instrucciones configuran una película no bien acabada desde el punto de vista perceptivo. El resultado del producto sorprende por anómalo si lo comparamos con el resto de la filmografía de Stanley Kubrick .Dado que es su obra póstuma las hipótesis a elaborar pueden ser tan variadas como merecidas, no obstante no es mi intención entrar en detalles de no fácil contrastación.
Sin embargo, si bien como producto cinematográfico no funciona si lo hace como filón de estudio y análisis pues oculta una variedad casi ilimitada de enigmas simbólicos, filosóficos, psicológicos, etc., que ponen en jaque a más de unos cuantos avezados “lidiadores“en estos territorios cuyas fronteras son tan interpretativas como cuestionables. Casi como en un “Código da Vinci” cualquiera las hipótesis a realizar se suceden con más fluidez que las propias secuencias.
Pero volviendo a la comparativa, uno de los interrogantes retóricos que se me ocurren es si siendo más fiel al relato literario ambientado en la Viena del XIX este margen mágico de tiempo hubiera suplido parte de las a mi juicio “parcheadas “y poco creíbles situaciones descritas en la película, ¿cómo habría sido entonces nuestra percepción de haber comenzado con el baile de disfraces?
Las secuencias introducidas con anterioridad a como suceden en el relato y que sin duda obedecen a necesidades propias de la obra cinematográfica, así como el carácter impreso a los personajes, dan un giro significativo que altera la intencionalidad del escritor respecto a la del director.
Sucede así por ejemplo, en la secuencia acelerada de la revelación de los pensamientos de Alice ya sean liberados y amparados en los efectos de un porro, o bajo los efluvios del champán en el baile con el húngaro, personaje que pierde su inocuidad intangible de sueño/deseo en aras de una corporeidad que evidencia las pulsiones/tentaciones ya no tan secretas de Alice/Albertinne, alterando de golpe el carácter pasivo que Schnitzler otorga a su protagonista femenina.
En el mismo sentido Bill/Fridolin adquiere connotaciones de frustrado permanente frente a situaciones en las que no decide participar si no que es coartado por inesperadas evoluciones.
En definitiva, el relato que es una deliciosa y fluida lectura subyace como fuente de “alimentación “para la película pero a diferencia de este, la película sólo consigue discurrir con facilidad cuando se ajusta más a la cronología de la obra escrita, perdiendo al espectador en secuencias explicativas que lejos de convencer admiten la seria dificultad de una comprensión total
.Producto ambicioso este que aborda varias carambolas a la vez sin definir ninguna, psicología freudiana, sexualidad femenina, hedonismo, placer como motor del mundo, perdición y salvación dependiente de una no consumación de intenciones que obtiene como conclusión un espectador perplejo y aburrido, al que ni siquiera el desnudo de la Kidman consigue reanimar..
Tras ver la película un par de veces creo que la misma no cumple con el cometido de visionado en “piloto automático “, derivando en un “coitus interruptus” que sólo a saltos consigue “atrapar” al espectador. Un ritmo demasiado lento en ocasiones y otras múltiples claves no descifrables sin un buen manual de instrucciones configuran una película no bien acabada desde el punto de vista perceptivo. El resultado del producto sorprende por anómalo si lo comparamos con el resto de la filmografía de Stanley Kubrick .Dado que es su obra póstuma las hipótesis a elaborar pueden ser tan variadas como merecidas, no obstante no es mi intención entrar en detalles de no fácil contrastación.
Sin embargo, si bien como producto cinematográfico no funciona si lo hace como filón de estudio y análisis pues oculta una variedad casi ilimitada de enigmas simbólicos, filosóficos, psicológicos, etc., que ponen en jaque a más de unos cuantos avezados “lidiadores“en estos territorios cuyas fronteras son tan interpretativas como cuestionables. Casi como en un “Código da Vinci” cualquiera las hipótesis a realizar se suceden con más fluidez que las propias secuencias.
Pero volviendo a la comparativa, uno de los interrogantes retóricos que se me ocurren es si siendo más fiel al relato literario ambientado en la Viena del XIX este margen mágico de tiempo hubiera suplido parte de las a mi juicio “parcheadas “y poco creíbles situaciones descritas en la película, ¿cómo habría sido entonces nuestra percepción de haber comenzado con el baile de disfraces?
Las secuencias introducidas con anterioridad a como suceden en el relato y que sin duda obedecen a necesidades propias de la obra cinematográfica, así como el carácter impreso a los personajes, dan un giro significativo que altera la intencionalidad del escritor respecto a la del director.
Sucede así por ejemplo, en la secuencia acelerada de la revelación de los pensamientos de Alice ya sean liberados y amparados en los efectos de un porro, o bajo los efluvios del champán en el baile con el húngaro, personaje que pierde su inocuidad intangible de sueño/deseo en aras de una corporeidad que evidencia las pulsiones/tentaciones ya no tan secretas de Alice/Albertinne, alterando de golpe el carácter pasivo que Schnitzler otorga a su protagonista femenina.
En el mismo sentido Bill/Fridolin adquiere connotaciones de frustrado permanente frente a situaciones en las que no decide participar si no que es coartado por inesperadas evoluciones.
En definitiva, el relato que es una deliciosa y fluida lectura subyace como fuente de “alimentación “para la película pero a diferencia de este, la película sólo consigue discurrir con facilidad cuando se ajusta más a la cronología de la obra escrita, perdiendo al espectador en secuencias explicativas que lejos de convencer admiten la seria dificultad de una comprensión total
.Producto ambicioso este que aborda varias carambolas a la vez sin definir ninguna, psicología freudiana, sexualidad femenina, hedonismo, placer como motor del mundo, perdición y salvación dependiente de una no consumación de intenciones que obtiene como conclusión un espectador perplejo y aburrido, al que ni siquiera el desnudo de la Kidman consigue reanimar..
Mmmm, creo que apuntas un par de cosas interesantes al final de tu escrito en las que no había caído.
ResponderEliminarQuizás porque esta peli si que se puede ver en piloto automático. Te lo digo yo. Y tres veces, y cuatro.
El relato, es otra cosa, pero también puede leerse en automático.
Solo hay un par de "complejidades" que yo detecté en la peli: la verdad de Alice(de las mujeres) y los celos (estúpidos, insensatos, masculinos) de Fridolin. El miedo patente en él. Su complejo de inferioridad y la clara superioridad de ella que ni tiene miedo ni mucho menos se siente acomplejada.
En el relato no te la pintan tan... "atrevida" y la "duda", la "indecisión", el "deseo hacia lo desconocido" aparece en ambos personajes, no solamente ella rompe el hielo... como ocurre en la peli donde todo el sueño de Fridolin parece una respuesta a lo que ella le cuenta en el momento porro. En el libro esto está más equilibrado.
Pero vamos, que me enrrollo. Piloto automático total.
Y no olvidar que ambas obras están realizadas por hombres.
A ver quien es el chulo que psicoanaliza y teoriza sobre Alice y no sobre los delirios de Fridolin.
Saludos
Interesante película y su gran pregunta de : ¿que pasaria si no hiciera caso a las presiones sociales y morales de mi época y diera rienda suelta a mi pene?..dicho a groso modo.
ResponderEliminarA pesar de ser un poco película semi de entretenimiento dirigida a la masa, el solo hecho de hacerse esa pregunta (de adaptar de la novela esa pregunta a una película) arriesgada merece mi admiración.