El Cine como forma expresiva y estética

martes, 22 de diciembre de 2009

EL LADRÓN DE BICICLETAS, 1948. DE SICA

Por Inmaculada Pizzella Díaz


Si pusieran en cartelera una película de este tipo hoy en día, la mayoría de la gente se habría dormido en la sala…muchos la han calificado de insufrible…¿insufrible? Es obvio que cuando nos disponemos a ver una película de los años 50 en blanco y negro, sabemos que deberemos adoptar juicios críticos diferentes a los que tenemos cuando vemos las películas actuales que están en cartelera. Los temas, los ritmos, el ambiente son completamente distintos, por lo que se debe ser consciente que este tipo de películas no encajará con nuestros gustos modernos.
El ladrón de bicicletas, de 1948, es una película fielmente de estilo neorrealista italiano, cuyo mensaje es evidenciar la pobreza de unos ciudadanos cualquiera en la ciudad de Roma después de la segunda guerra mundial. La historia es sencilla, simple, casi minimalista, pero muy intensa y chocante hacia el espectador. La narración, es perfectamente clásica. Su estructura es cíclica: el protagonista sale de la multitud anónima en la primera secuencia y vuelve a ella al final, además comienza desesperado sin trabajo y finaliza de la misma manera.

Es un film puramente naturalista, casi podría interpretarse como un documental, que retrata la historia de una familia romana. Además de naturalista, el guión es muy sencillo y explicito, de diálogos cortos. En realidad el guión se queda en un segundo plano, ya que los personajes transmiten mucho más con sus gestos y sus situaciones, que con sus palabras. Si hubiese sido un film mudo, seguramente hubiese funcionado casi tan bien que con ese guión, porque la situación habla por sí misma. La tristeza que ahoga a los protagonistas se transmite en su rostro y en su desesperación por encontrar la bicicleta.
Maravillosamente fotografiada en un crudo blanco y negro, casi en tono documental, en una Roma antigua poblada por la miseria de ciudadanos anónimos que van dejando en escena su granito de arena evidenciando el ambiente de aquella época. Rodada en su mayoría en ambientes exteriores, con mucha afluencia de gente y con planos largos. Supongo que no se emplean decorados artificiales, sino que se rueda lo que hay según se ve, sin artificios, ni adornos. Con estas imágenes, directas y reales, podemos recrear tal cual las situaciones comunes de aquella época, a modo de documental.
Los personajes no son actores profesionales, sino seres corrientes, escogidos para interpretar escenas que seguramente habrán vivido en su vida real. Encontramos principalmente dos protagonistas, padre e hijo, y un protagonista simbólico, la bicicleta. Esta bicicleta es metáfora de muchas cosas, metáfora de una esperanza, de una resignación, de la importancia que algo tan absurdo ( para nosotros) como una bicicleta, en aquella época podía ser tan importante para una familia.
Lo único que endulza esta trama tan triste, es la relación de los dos protagonistas. Una relación fuerte y sólida, donde cada uno tiene su deber, pero se profesan mutuo amor y respeto. Una relación envidiable para muchos padres y muchos hijos de hoy en día. Y en realidad esta relación es la única que sobrevive a la desesperación y resignación de perder la bicicleta. Esta relación tiene muchos elementos en común con la relación también de padre e hijo de Charlie Chaplin con su “hijo adoptivo” en El chico, de 1921. Ellos también siguen unidos frente a todo tipo de incidencias y sucesos. Ambas parejas son cómplices, los unos en la búsqueda de la bicicleta y los otros en el procurarse un trabajo, donde el hijo rompía los cristales y el padre los arreglaba. Ambas parejas transmiten dulzura y amor, se protegen mutuamente y en ocasiones se muestran en pura simbiosis.
Y en realidad también estas relaciones eran naturales y verídicas. Era esta la parte positiva de aquella época, que las relaciones y las familias eran muy sólidas y unidas. Juntas se enfrentaban a todos los problemas que pudieran llegarles.Quien sabe si Vittorio de Sica, tomó algún ejemplo de esta película de Charlie Chaplin,
porque sin duda hay una imagen de los niños que son completamente iguales, sentados en el bordillo cabizbajos. En ambas películas el hijo simboliza la esperanza, las ganas de seguir adelante, la fuerza de vivir.
Es por la energía de los personajes que hace del Ladrón de bicicletas, una película menos triste de lo que nos parece a simple vista.
Quizás pueda interpretarse como una resignación a la pobreza. Una reflexión de lo difícil o casi imposible que resultaba conseguir una vida mejor. Como si un pobre debiera resignarse a ser pobre. Por más que se intente cambiar, comprando una bici o llevando a su hijo a comer a una trattoria, siempre será siendo pobre. Pese que al final, padre e hijo se pierden entre la multitud del pueblo, sin su bicicleta, ellos lo seguirán intentando, sin perder la esperanza de conseguir algo mejor, y siempre cogidos de la mano.

2 comentarios:

  1. Entiendo que esta película ha sido "inflada" por la crítica europea puesto que la mayor parte de los "hallazgos" de Vittorio de Sica habían aparecido durante los años anteriores en las películas de directores ajenos a lo más conocido en Europa, donde imperaban las referencias norteamericanas. E, incluso, por esta línea, las comparaciones también son odiosas, porque Ciudadano Kane es del año 41. Los elementos utilizados por Vittorio de Sica contaban con una tradición perfectamente arraigada en las producciones japonesa y soviética. Desde los años treinta (al menos) Ozu había utilizado fórmulas comparables y en Rusia Vertov había hecho cosas afines desde mucho antes; en ambos casos, con derivaciones poéticas claras.

    Acaso la sobrevaloración de Vittorio de Sica tenga que ver con el componente argumental católico de El ladrón de bicicletas, donde se propone a los obreros permanecer pasivos ante una situación social
    penosa, para no perder aquello que tiene más "valor": la familia. Los cineastas de inclinación diferente enfatizarán otros valores. En 1953 y 1954, desde una postura menos sujeta a los dictados del Vaticano, Fellini ofrece dos visiones infinitamente más complejas e interesantes en Los inútiles y La Strada... Y hasta en España, en 1951, Nieves Conde nos ofrece una imagen de la situación social más creíble, condicionada por la ideología falangista.

    Si enfatizamos la fecha de realización de El ladrón de bicicletas (1948), deberíamos prestar atención a las fuetes de Vittorio de Sica: Roberto Rossellini y, por supuesto, los cineastas fascistas, que también emplearon fórmulas naturalistas comparables. A mi juicio, el olvido de Rossellini acaso tenga que ver con la intención de silenciar tan incómodos orígenes, puesto que las primeras películas de éste fueron concebidas según los modelos ideológicos de Mussolini

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  2. immaculada pizzella diaz23 de diciembre de 2009, 22:53

    Estoy de acuerdo con el hecho que esta película tiene un mensaje de transcendencia católica, enfatizando la resignación a una vida social injusta e desigual...pero yo creo que a su vez, esta era la situación del pueblo italiano en aquella época..muy religioso y sumiso a los poderes de la iglesia y de los más fuertes. la sociedad de entonces no permitía evolucionarse, como hoy en día.
    Por lo que, dejando a parte las influencias de cineastas fascistas y ese entorno, de Sica ha resaltado una situación real. Seguramente con un fondo ideológico acorde con el fascismo.
    estoy completamente de acuerdo que esta manera de describir las situaciones sociales, nada tiene que ver con las películas de Fellini del mismo argumento. Pero esta diferencia ha existido siempre...lo más conocido no es siempre lo mejor, pero sí lo que más se enfatiza y comenta.

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