El Cine como forma expresiva y estética

jueves, 29 de octubre de 2009

Música y cine.

Por Almudena M. Castro

Los griegos lo tenían claro: la música es un lenguaje universal. Tanto es así, que su estudio formaba parte de los saberes exactos, el quadrivium, junto con la geometría, la aritmética y la astronomía. No se consideraba un «saber humano», ya que su percepción y sus efectos no habían sido inventados por los hombres: eran universales, inmutables. Pensaban, además, que la música tenía un origen divino y ejercía poderosos efectos sobre el alma humana, al ser capaz de emular sus pasiones (ira, dulzura, templanza...). Por ello, el sistema de educación debía estar basado en la música, para educar el alma, y la gimnasia, para cultivar el cuerpo. No sólo eso: existían leyes que regulaban la música, indicando cómo se debía interpretar y en qué situaciones, pues se creía que podía modificar la conducta humana.
A estas alturas, pocos creen que la música tenga poderes mágicos. Y, sin embargo, existen pocas dudas sobre su capacidad de inducir determinados estados de ánimo. A nadie se le ocurre llevarse una marcha fúnebre para acompañar un picnic, o ambientar una historia de terror con la música de Benny Hill. Hay quien defiende que se trata de meras convenciones culturales, un lenguaje anquilosado por el paso de los siglos que, sólo por insistencia, interpretamos unívocamente. Sin embargo, basta con escuchar música tradicional indonesia o china: probablemente, en general, suene bastante "rara", pero no es difícil adivinar cuándo la canción habla de «lo bella que es la amada», y cuándo de «la muerte de la bella amada».
El cine es, sin duda, un ámbito en el que el poder «emotivo» de la música resulta especialmente útil. Un callejón oscuro, da miedo. Pero un callejón oscuro con ruiditos raros inidentificables, pone los pelos de punta a cualquiera. En esta entrada me propongo hablar de algunos de los recursos musicales que se pueden utilizar en pantalla.

El poder de la disonancia.



El vídeo es un desastre: está doblado por unos fans, pero no he encontrado el original.



Aquí se puede escuchar el audio sin imágenes, eso sí. En cualquier caso, sólo quiero utilizarlo como ejemplo, a partir de 0'30''. Los dos personajes cantan una misma frase: la misma letra, el mismo ritmo, el mismo contorno melódico. Sin embargo, la primera vez suena «Londres es el mejor sitio del mundo», y la segunda, «Londres es una pesadilla». ¿Cómo se consigue este efecto? Lo más evidente es que el compositor varía la instrumentación: la segunda vez introduce el viento metal, con un timbre más bien ruidoso, disarmónico (es difícil imaginar una nana interpretada por un trombón). Por otra parte, cambia la entonación: cada nota se vuelve cortante, brusca, incisiva. Además, baja la melodía a una voz más grave, restándole así jovialidad. Pero sobre todo cambia radicalmente la armonía, introduciendo disonancias por doquier. ¿Pero qué significa esto?
El desarrollo de la música occidental se ha caracterizado por el uso de varios sonidos a la vez. Estas combinaciones podían sonar bien (consonancia) o podían resultar desagradables (disonancias). Aunque el significado de estos términos haya variado a lo largo de la historia con el desarrollo del lenguaje musical, básicamente proceden de un fenómeno fisiológico: cuando dos sonidos tienen frecuencias muy parecidas y recaen dentro de lo que se conoce como «ancho de banda crítico», al oído le cuesta distinguirlos y se estresa. Este es el motivo de que un dúo desafinado pueda sonar tan mal o de que ciertas bandas sonoras, provoquen tanta inquietud.

http://www.youtube.com/watch?v=sScBFzae9cE

La música nos habla.

La disonancia explicaría por qué ciertas músicas nos resultan desagradables, pero no termina de responder a la pregunta de por qué la música nos emociona. Una de las tesis que se barajean es que la música, desde sus orígenes, trató de evocar la expresividad humana, sus movimientos, sus gestos. Así, del mismo modo que sabemos que una persona de movimientos rápidos y bruscos está nerviosa o enfadada, el volumen y el ritmo de la música pueden servir para generar tensión. Por el contrario, las barcarolas, las nanas y las marchas fúnebres, suelen tener ritmos sosegados, regulares, sin sobresaltos.
Por otra parte, las melodías entonadas en el rango de frecuencias de la voz humana, suelen identificarse con la propia voz, por lo que son la mejor herramienta para empatizar con el oyente. El método compositivo por excelencia del Romanticismo musical, fue la melodía acompañada y cabría argumentar que éste es el motivo: el compositor, desde su subjetividad, buscaba emocionar al oyente. La melodía funciona por ello como el narrador de la música, su componente más «figurativo». Cuesta encontrar grandes melodías en el cine, melodías memorables: precisamente porque en este ámbito, la música no tiene una función narrativa. A no ser, claro está, que cumpla un papel determinado, que tenga cierto protagonismo (películas como El pianista o La naranja mecánica) o que suene durante los títulos de crédito, sin distraer a nadie.

5 comentarios:

  1. La verdad es que la música de Sweeney Todd, es un buen ejemplo de lo que la música que suena mal (o fuera de lo corriente) (disonante) puede aportar a una película. No me convence demasiado, pero ya que se hizo la película basándose en el musical de Stephen Sondheim, al menos es fiel en ese sentido, y bueno, cumple la función de ponerte lo pelos de punta.
    Lo que dices sobre la música, que para que sea memorable o recordada, tiene que aparecer en los títulos de crédito y sin distraer a nadie, no me convence.
    Opino que una narración buena se completa gracias a la música, y eso se ve claramente en el video de “Memorias de África”, en el momento que empieza a narrar la historia empieza la música, la cual nos transporta al lugar y al momento.
    No debe pasar desapercibida, si se le quiere dar una función importante. Si el guión es bueno, nos conmoverán las palabras y las acciones, si la fotografía es buena, será un placer para la vista, si la música es brillante, vamos, se nos saltaran las lagrimas, y nos moriremos del gusto.
    En 1985 John Barry ganó el oscar a mejor banda sonora, junto a él estaban nominados Georges Deleure (“Agnes de Dios”, música bastante conmovedora, aunque no llega al nivel emocional de “Memorias de África”), Quince Jones (“El color púrpura”, a mi me suena a música un poco de relleno, de la que probablemente no te des mucha cuenta http://www.youtube.com/watch?v=4cYE6QCyJ-0 , posiblemente ¿demasiado parecida a otras bandas sonoras de Steven Spielberg? Aunque sin comparación con el maestro John Williams. ). Bruce Broughton (“Silverado” música de Western, algo cansina, pero creíble http://www.youtube.com/watch?v=GPWQzq5SQYM ) y Maurice Jarre (“Witness” http://www.youtube.com/watch?v=qte_Ne5mpJk le conocemos mejor por la música de películas como “Doctor Zhivago” 1965 o “Lawrence de Arabia” 1962).
    Cada uno debe juzgar que compositor le gusta más y que música ayuda en el proceso narrativo de la película.

    ResponderEliminar
  2. No, para nada, me has malinterpretado. En absoluto defiendo que la música deba ser prescindible. Hablo en concreto del aspecto melódico. Pero Beethoven hizo grandes sinfonías sin grandes melodías (véase, la 5ª). Sobre todo, me refiero a que una gran melodía es incompatible con diálogos relevantes. Sería como escuchar a dos personas hablando a la vez. Las melodías relevantes deben sonar en momentos donde la narración se haya parado (de este modo, además, compensa la caída del ritmo narrativo): para describir escenas o situaciones dadas (véase, un paisaje). Pero no mientras estén "sucediendo cosas". En esos momentos, si hay música, primarán otros aspectos frente al melódico.

    También influye la atención que es capaz de prestar el espectador a la música en cada momento. Cuando escuchas música "sola", esa música se desarrolla por sí misma, va cobrando significados y tensiones que son fruto de la "narración" propia de esa partitura, de su forma. La atención en la pantalla está mucho más limitada. Si tienes una melodía potente, que necesite tiempo para desarrollarse y cobrar ciertos "significados", lo más probable es que acabe distrayendo o no entendiéndose. Precisamente porque el espectador está atento a otras cosas. Por ello, muchas veces, priman los motivos musicales cortos con unas características rítmicas muy potentes (el ritmo es lo primero que se percibe de la música y lo más reconocible, como los contornos de una imagen), frente a lo puramente melódico. Si piensas en las bandas sonoras más recordadas (no por ello las mejores): Indiana Jones, Misión Imposible, Tiburón, el fragmento mítico de Psicosis... casi todas son muy rítmicas y no destacan por su melodía.

    ResponderEliminar
  3. Ah, vale. Yo solo quería decir, que la música es un complemento muy muy importante, no decía que tuviera que mezclarse con las partes importantes de la película. Pero vamos que si, estamos de acuerdo

    ResponderEliminar
  4. Para mí la música, es decir una buena banda sonara, es indispensable para que la película resulte una obra maestra, o por lo menos destacable.

    Existen grandes y memorables melodías en el cine. Todo espectador reconoce al instante la banda sonora de Star Wars, La Mision, El Último Mohicano, El Eexorcista… etc. Películas todas ellas comerciales de las que ha pervivido su banda sonora, incluso, como bien dice Almudena, llegando a convertirse en protagonista de la obra.

    Pero también es cierto que la música es fundamental para que la película funcione como elemento narrativo. Todas estas bandas sonoras que he mencionado anteriormente, son indispensables para la narración del film. Sin esa melodía de Randy Edelman & Trevor Jones de El Último Mohicano, justo en el momento más emotivo y romanticón de la película, la escena no tendría sentido y la gente jamás la recordaría. Todo el mundo tiende a asociar las melodías con los momentos en los que aparecen. De este modo música y sentimiento, o emoción, son inseparables.

    ResponderEliminar
  5. He de decir que esta entrada me ha llamado mucho la atención, por tratar un aspecto fundamental del cine: la música.

    Estoy de acuerdo con lo que habéis comentado, sobretodo en lo referente a la música como entidad propia de la película. Sin ir más lejos y perdonad mis pobres vagajes en el mundo del cine, no había visto la película "Memorias de África" y sin embargo, ya había escuchado el tema principal de su banda sonora. A veces suele ocurrir, y es por la fuerza que tiene la música que por si sola funciona.

    ResponderEliminar