Por Javier Mateo Hidalgo
Parece mentira que tenga que decir esto a estas alturas: El cine puede ser también videoarte. Rompamos las supuestas antítesis como lanzas a favor de la reconciliación de pareceres. La situación en que nos encontramos parece querer decir lo siguiente: El videoarte, por llevar implícito en su denominación este segundo apellido, parece haberse erigido en cumbre de los supuestos “autores con personalidad, que no se dejan malvender por la industria”, mientras que el término cine parece haber olvidado ya su seudónimo “séptimo arte”. Pues bien, opino del primero que no deja de ser una variación del segundo con el añadido de unas supuestas pretensiones de compromiso o “interesantes” (la cuna del narcisismo, empezando por el ejemplo del conocido accionismo vienés).
El “origen” cinematográfico de calidad parece haberse reducido, como esperanza, en el cortometraje o en la serie televisiva. No dejan de ser, los dos casos, trampolines para nuevas promesas (directores, guionistas, directores de fotografía y… actores).
“Lo bueno, si breve, dos veces bueno” implica en este caso la ruptura de los prejuicios hacia todo lo que se ofrece como de menor duración o de formato menos grandilocuente. El videoarte pasó también como una forma de ofrecer la oportunidad de “ser autor” a un amplio espectro de la sociedad. Por ello, la calidad de muchos de estos testimonios decaía a favor de lo que se contaba, pasando a ser este medio una forma tan solo de cubrir una noticia.
Ahora las cosas han mejorado en este aspecto. Sin embargo, por haber tenido tan larga edad, el concepto cinematográfico se ha ido desatendiendo a favor del interés económico (o práctico, según se vea).
Por todo esto, debo de anunciar que no tengo ninguna buena nueva, sino tan solo ideas ya conocidas y, para colmo, de carácter pesimista. Solo sería necesario alguien que dijera “comprendo todo esto” al menos… y pusiera en secreto la práctica remodeladora para remediar todo esto, aunque tan solo fuese como acto de rebeldía, sin ningún interés (a corto plazo) práctico. Una experimentación. También en esta humildad recae gran parte del trabajo. No lo olvidemos.
Digamos que la cosa es tan graciosa como que la diferencia real entre ambos medios impuesta por el formato (vídeo vs película) ya no existe.
ResponderEliminarEl Arca Rusa de Sokurov es vídeo, el biopic del Che es vídeo, Star Wars episodio 3 es vídeo, Distrito 9 es vídeo, Avatar.... ¿seguimos?
Y por el otro lado puedo citar a nuestro amigo Matthew Barney, porque su Cremaster es "película". Pero no es el único.
En fin, a 2010 me parece que el vídeo está mucho más encajonado que el cine (siempre hablando en contextos de creación "libre").
Principalmente porque los sistemas de difusión de arte (galerías, museos) son lo peor que existe en el mundo para generar un mínimo de concentración, y más si la pieza dura más de 2 minutos.
Y es que a mi me parece que la sala de cine (o el salón a oscuras)es bastante más propicio a conseguir una conexión con el espectador que es imprescindible.
Y me parece un error el pensar que las obras de corta duración sólo son un trampolín para acabar haciendo cosas de más envergadura.
En eso admiro a Sokurov, en su excesivamente extensa filmografía podemos encontrar de todo, desde películas de 30 minutos a otras de 2 horas.
De hecho no entiendo como ciertos directores dejan de hacer cortometrajes, cuando muchas de sus películas no dan para mucho más (bueno sí lo sé, pero prefiero decir que no lo entiendo XD).
¡Ay! el "piloto automático" requiere de elementos que, claro está, no posee una galería. Ahora, en el Reina Sofía, de vez en cuando, recrean una sala de cine para proyectar "a gusto" del gusto. Pero, aún así, no deja de ser todo un simulacro. Totalmente deacuerdo contigo.
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