El Cine como forma expresiva y estética

miércoles, 24 de febrero de 2010

LA CASA DE LAS DAGAS VOLADORAS – Zhang Yimou (2004)


Por Alejandro Contreras

La sugerenencia presente en la imagen surge ya desde el principio donde podemos deleitarnos con la fuerza y espontaneidad de los trazos de la caligrafía china. Preludio, en la introducción histórica, del despliegue visual que sucederá después. En la primera escena un grupo de guardias nos presentan las identidades de los dos protagonistas masculinos Liu y Jin, que posteriormente comprenderan dos arquetipos diferentes del amante que lucha por salvaguardar su amor. Uno en su falso papel del guerrero salvador Viento que termina por cautivar a la chica con su tesón por protegerla (…y no nos engañemos, también por su atractivo), y otro que sufre al ver cómo los lazos que le unían con Mei se desvanecen, encarnando así al amante no correspondido.

En el salón Peony Pavilion se desatará una explosión visual perfecta. Una sucesión armónica de planos sobre el movimiento de la figura de Mei. Un ambiente “colorista” en sincronía con una progresión músical desde lo más íntimo a una amplia interacción rítmica. La figura de la bella Mei cobra una dimensión más allá de lo que su delicadeza parecía querernos contar, nos encontramos ante un ser poderoso que guarda algo debajo de su aparente ceguera, una destreza virtuosa, tanto en el combate, como para despertar las pasiones humanas.
El declive de la dinastía Tang, las alianzas contra el gobierno corrupto y una trama sobre el amor con reminiscencias teatrales son la base argumental sobre la que un largometraje profundamente visual se desarrolla ante nuestra atenta mirada. La “forma”, construida a base de una fotografía y una postproducción impecables, narra aspectos evidentes de la tradición china. La relación con la naturaleza manifestada a lo largo de siglos en la pintura china y la necesidad de no describir meramente la realidad sino penetrar en la esencia y espíritu verdadero de las cosas está presente por doquier. Aspecto de importancia fundamental ya que sólo así podremos entender que la gravedad parezca inexistente en las escenas de acción o movimiento, y que todo parezca fantástico en su forma de suceder. Son conceptos muy arraigados en la cultura china y que chocarán constantemente en el espectador occidental deshabituado.
La dualidad que adquieren las personalidades de los dos capitanes recuerda un argumento teatral en el que un personaje esconde lo que realmente es, uno oculta que es miembro de las dagas voladoras mientras que el otro tapa su verdadero cargo de capitán bajo la cara de Viento, el guerrero romántico. Ambos ocultan su verdadero propósito hasta el final, donde a la antigua usanza de la tragedia griega todos hayan la muerte. Resultando también cercano a Romeo y Julieta el momento en el que a ojos de sus amantes parece que Mei en su papel de una Julieta poco corriente ha muerto. Dicen que el director estuvo repitiendo durante meses esta escena final en busca de la secuencia perfecta; para cada toma necesitaba el “momento lumínico” y el viento perfectos para conseguirlo. Paciencia y disciplina, valores que nos recuerdan la tenacidad del pintor chino tradicional.

1 comentario:

  1. El otro día vi esta película y el argumento me pareció más interesante y menos pesado que el de Hero también de este director.
    Cabe destacar el concepto de “amor y respeto” de los orientales, muy distante del nuestro, aunque parece que la historia se ha occidentalizado un poco para su comprensión, recuerda a las novelas de amor de Yukio Mishima o a otras novelas orientales como El honor del samurai y El Puente de otoño de Takasi Matsuoka, La Ciudad Prohibida de Anchee Min e incluso a novelas orientales de autores occidentales como Shike de Robert Shea, cuyo desenlace es siempre fatalista, lo que quizás refuerce la visión de dualidad del hombre, el autosacrificio de la más bajas pasiones y la obtención del placer con solo el “tanteo”.
    Otra curiosidad, y gran acierto, es que el director emplee las cerámicas como telón de fondo al comienzo de la película en la Casa de las Peonías ya que durante el gobierno de las dinastías Sui y Tang la cerámica ganó popularidad progresivamente y se desarrollaron multitud de nuevas técnicas de alfarería.
    Aunque como he dicho esta película se me hizo más llevadera, Hero fue soportable por el gran despliegue de composición y estructuración de color de su fotografía, a mi parecer exquisita. Solo añadir una cosa más… «Pero qué bien trabajan los orientales»

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