Arthur Penn, que hasta entonces había acreditado postura social y cierta solvencia profesional en El milagro de Ana Sullivan (1962), con La jauría humana abre la fase más importante de su carrera, substanciada en Bonnie and Clyde (1967), El restaurante de Alicia (1969) y Pequeño gran hombre (1970). Su "estilo": prestar especial atención al guión, con una imagen de notable alto, apoyándose en directores de fotografía de solvencia acreditada. Ello nos podría empujar a clasificarle como "director sin estilo" y acaso no estuviéramos muy equivocados. Sea como fuere, firma algunas de las películas más interesantes de la industria norteamericana de los años sesenta, con gran proyección posterior.
En Bonnie and Clyde describe la historia de los dos famosos delincuentes invirtiendo el punto de vista tradicional. Y algo parecido propone en Pequeño gran hombre con la historia del enfrentamiento entre los pieles rojas y los colonos norteamericanos.
Hasta 1966, Sam Spiegel, de familia judio-alemana, había firmado algunas películas de gran éxito comercial y de crítica: La reina de África (Huston, 1951) y La ley del silencio (Kazan, 1954), ambas totalmente integradas en las corrientes conservadoras, dominantes en la industria norteamericana durante los primeros años de la guerra fría. Con El puente sobre el río Kwai (Lean, 1957), de vago sesgo antimilitarista, apunta un cambio de orientación culminado poco después en Súbitamente, el último verano (Mankiewicz, 1959), donde, al amparo de Tennessee Williams, se afrontan cuestiones vetadas radicalmente en Hollywood en tiempos de la ortodoxia Hayes: la homosexualidad como cualidad "no negativa". Esta cuestión, que había afrontado W. Wyler pocos años antes en La calumnia (1961), con un guión de Lillian Hellman, reaparecerá en la película siguiente de Spiegel: Lawrence de Arabia (Lean, 1962).
El guión. Está firmado por Horton Foote y Lillian Hellman. El primero había realizado dos películas de éxito desigual: Matar a un ruiseñor (Mulligan, 1962) y La última tentativa (Mulligan, 1965)) antes de participar en La jauría humana. Por su parte, Lillian Hellman, había escrito los guiones de algunas películas de excepcional calidad y alineamiento progresista: La loba (Wyler, 1941), La calumnia (Wyler, 1961)
Contexto cinematográfico:
1. Recuperación de la línea crítica anterior a la caza de brujas. Efectiva a partir de 1960 (Trumbo).
2. Competencia con la televisión. La jauría humana es un ejemplo de concentración de esfuerzos: cine de productor (Spiegel), de autor (Penn) y del Star System (Brando, Fonda, Redford). Fórmula ideal para hacer buen cine: actores con tirón, guión sólido (facilita el ritmo narrativo), buena dirección... Y, por supuesto, el factor "espectacular" propio del formato, que no puede emplear la televisión. No obstante, no tuvo demasiado éxito comercial (se habló de "fracaso")
3. Algunos asocian esta película con Perros de Paja (Peckinpah). Creo que tiene más relación con la Lolita de Nabokov (1955) o con la de Nabokov-Kubrick (1962).
4. Integra grupo con algunas de las películas más interesantes de la industria americana, basadas en el principio antes mencionado (Star System, espectáculo, buenos guiones, buenos directores, etc.). entre ellas: de M. Nichols; El graduado (1967) y ¿Quién teme a Wirginia Wolf? (1966)
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