El Cine como forma expresiva y estética

jueves, 2 de junio de 2011

La Huella (1972)

Por Ainara Santiago Langarika


“La Huella” fue la última película que dirigió Joseph L. Mankiewitz en 1972. Esta fue una adaptación cinematográfica de la exitosa obra de teatro de nombre homónimo. El creador de la obra de teatro Anthony Saffer, fue el encargado del guión para su adaptación. El largometraje obtuvo 4 nominaciones a Los Oscar.
La película cuenta con escasos escenarios que hacen que la atención se focalice en los diálogos e interpretaciones. En cuanto al reparto es muy reducido, pero no por ello peor, ya que Mankiewitz contó con la participación de dos grandes actores como lo son Laurence Oliver y Michael Caine. El primero interpreta a Andrew Wyke, mientras que el segundo se pone en la piel de Milo Tindle.
La obra de teatro original se divide en tres actos claramente diferenciados que se ven reflejados en la película. La película comienza con la invitación de Andrew a Milo a su gran mansión. Andrew Wyke es un rico y famoso escritor de novelas policíacas al que le gusta coleccionar juegos y autómatas extravagantes, pertenece a una clase social alta y está orgulloso de serlo. Debido a esto, desprecia a Milo por sus orígenes italianos y humildes. Milo es un joven y atractivo peluquero que por medio de su trabajo y su “encanto personal”, ha conseguido tener un salón de belleza en uno de los barrios más exclusivos de Londres, pero tiene un nivel adquisitivo muy inferior. Aunque en el fondo le acomplejen sus orígenes (su padre fue un pobre relojero italiano que emigró a Inglaterra para buscar una vida mejor), es evidente que Milo se siente orgulloso de haber prosperado en la vida. Así, el desprecio de Andrew hacia Milo está latente desde el principio en la manera de tratarle y de jugar con él para que se acabe delatando. En pocos instantes descubrimos que la intención de Milo es la de casarse con Marguerite, la mujer de Andrew, y sabemos que la verdadera razón por la cual Wyke se siente molesto es el hecho de su esposa le abandone por un hombre como Milo, alguien muy por debajo de él y no por el propio hecho del abandono. Este aparente desencadenante del juego, pasará a segundo plano a medida que transcurra la película.


El principal objetivo del escritor es humillar a Milo. Éste acaba siendo seducido por Andrew y acaba cayendo en su juego, cuando le propone el robo de las joyas. La  propuesta y la ejecución del robo toman un tono cómico que finaliza siendo violento cuando Andrew revela su plan y Milo está vestido de payaso y suplicando desesperadamente por su vida, mientras le apunta con una pistola. De esta manera, Milo acaba mostrando lo que quiere ocultar, una visión patética de sí mismo.
Es por ello que Milo se venga de Andrew con el engaño de la aparición del inspector Doppler (significa doble en alemán). El nombre del inspector es un anagrama del inspector  Plodder, personaje de las novelas de Andrew, cuyo principal protagonista es un detective que suele dejar en ridículo a la policía. Es por ello que cuando el astuto inspector Doppler entra en escena, Andrew cree encontrase ante uno de sus personajes. Pero no será así, el policía es tan competente como Milo le había advertido. Al conseguir engañar a Andrew, se igualan los marcadores y se descubre también como un jugador “ganandose” así su respeto pese a sus prejuicios clasistas. Puede verse un Milo que ha evolucionado, que domina completamente la situación y que ejecuta su venganza apresando al cazador en su propia trampa.
Cuando Andrew Wyke descubre el engaño de Milo, se da cuenta que no puede soportar la humillación y decide acabar con él.
En resumen, esta película es un conjunto de juegos astutos y psicológicos de giros inesperados, llenos de venganza, humillación y cierto humor negro entre dos oponentes. Una película en la que ni el propio espectador está libre de engaños.

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