El Cine como forma expresiva y estética

miércoles, 20 de enero de 2010

Acantilado Rojo, Jhon Woo, 2008, 2009

Los medios españoles recogen un artículo publicado por The Thimes, según el cual el gobierno chino estaría amenazando la explotación comercial de Avatar por razones políticas... y de competencia cinematográfica para facilitar la exhibición de Confucius... Los occidentales podemos sentirnos satisfechos porque aquí a nadie se le ocurre censurar una película por razones políticas ni de competencia cinematográfica, aunque en ocasiones parezca lo contrario.

En España aún no está claro cuándo podremos ver la película china más cara de su historia, dirigida por John Woo, editada de dos formas diferentes. La primera, para el mercado chino, consta de dos películas de 140 y 142 minutos, y la segunda, para el occidental, de una sola cinta de 148 minutos. Gracias a las posibilidades de comunicación actual, tenemos al alcance del PC las tres versiones, que podemos contemplar sin mayores problemas, pero con intrusiones publicitarias "peculiares", por calificarlo de algún modo.
Como indica el título, la película (me refiero a la versión china en dos partes de 282 minutos en total) escenifica un acontecimiento sucedido en China a comienzos del siglo III (d. J.C), empleado varias veces en la creación literaria. De entre las versiones editadas, destaca el texto escrito por Luo Guanzhong en el siglo XIV, "Romance de los tres reinos".

El resultado de la empresa colosal es una película de entretenimiento espectacular, dentro de lo que son las habilidades contrastadas de John Woo, especialista en peleas gimnásticas (deudoras del cine japonés de samuráis con los excesos consagrados por Ang Lee), hazañas bélicas, fuego y palomas, con algunas cualidades añadidas habituales en la amplia filmografía de este cineasta. Me refiero a una calidad fotográfica notable que, en esta película y exceptuando algunos zooms, me parece especialmente cuidada y sofisticada, aunque echo en falta mayor amplitud en las tomas de paisaje, acaso limitadas por las vicisitudes sufridas durante el rodaje. Como tengo próximo el "visionado" de "Ágora", me han nacido comparaciones perversas  para el prestigio de "nuestras" producciones...
El guión adolece de las carencias habituales en el cine de entretenimiento chino, frente a la competencia americana de similares pretensiones: esa "ingenuidad" que chirría al espectador occidental y, muy probablemente, requiere mayor dosis de familiaridad con las culturas extremo-orientales para valorarla con mayor justicia.
Woo marca un ritmo narrativo que no sólo se apoya en las acciones bélicas, aunque es obvio que éstas sirven para determinar los puntos de clímax más relevantes (arranques y finales de las dos películas), porque en esta obra el guión tiene un peso relativamente mayor que en otras afínes.
Aunque el argumento se polariza según fórmula maniquea, el guión está lleno de acotaciones que mitigan ese esquema, seguramente, para ofrecer una imagen de los hechos históricos más próximo a la visión moderna, enfatizando las cualidades de los protagonistas y sus capacidades para tomar decisiones en sintonía con las fuerzas de la naturaleza o al margen de ellas. Y en ese sentido, se me ocurre la maldad de forzar una comparación con Avatar...

Como el propio Woo ha enfatizado el paralelismo con los hechos históricos europeos de época antigua (hasta la caída de Roma), me reconozco condicionado por la ignorancia secular en asuntos orientales y me sorprendo con el despliegue de "reivindicaciones" que aparecen en la película. Francamente, hasta ver "Acantilado Rojo", sabía que la pólvora era un invento chino, que el desarrollo cultural de aquellas tierras fue muy superior al de Europa, al menos, hasta el siglo XVI, pero tenía clarísimo que el fútbol era un "invento" inglés. A lo mejor ésta es la razón por la que no podremos ver en pantalla grande "Acantilado Rojo" en la versión completa... Aunque en Occidente seamos muy demócratas y liberales, no estamos dispuestos a consentir que socaven los fundamentos más sagrados de nuestra propia identidad cultural. Of course!

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