Barry Lyndon (1975) de Stanley Kubrick, presenta una fotografía excepcional, a cargo de John Alcott, el cual recibió uno de los 4 Óscar que obtuvo la película. Se siguen a la perfección los encuadres, la regla de los tercios, planos, colorido,... creando un film agradable a nivel visual. Gran importancia de colores pardos en las prendas, en oposición con los trajes rojos de los capitanes, cargados de poder. Decorados y vestimenta espectaculares que reflejan el S. XVIII en el que se desarrolla la película. Como anécdota, es interesante saber que era tal la minuciosidad de Kubrick que hizo réplicas de los cepillos de dientes de la época y mandó diseñar los trajes que se veían en los cuadros.
Llena de juegos de luces y sombras, hablando de claves altas en el exterior; y claves bajas en el interior. Escenas rodadas con velas, sin utilizar focos, lo que generó un ambiente de escasa luz, y para el que fue necesario una lente Zeiss de 50 mm utilizado por la NASA. Un objetivo muy luminoso pero que reducía la profundidad de campo, por lo que las escenas parecen en ocasiones planas, sin perspectiva; y los actores pueden resultar hieráticos por estar limitados en sus movimientos.
¿La protagonista de Barry Lyndon? La música. Espectacular, a cargo de las adaptaciones de Leonard Rosenman. Desde el primer momento el ámbito sonoro cobra un papel relevante, con su inmediata aparición a modo de obertura la Sarabande de la Suite para clave nº 11 de Haendel.
En todo momento cumple su función a la perfección, habla por sí sola y es fiel a la imagen. Es importante saber que no se hicieron obras para el film sino que todo lo elegido es música clásica, excepto la música tradicional irlandesa de las primeras escenas.
Hablamos de compositores conocidos como Haendel, Schubert, Bach o Vivaldi; o marchas militares como los “Granaderos Británicos” o Hohenfriedberger, que mantienen atento al espectador en cada aparición, y elevan el ritmo narrativo, que en determinados momentos (sobretodo en la segunda parte) resulta lento.
En cuanto al ritmo, no ayuda el escaso número de planos cortos, y la cantidad de planos primeros y generales con los que se resuelve la imagen, acompañados en ocasiones con un zoom que sirve de transición entre ellos.
La cámara se caracteriza por no estar estática. Está en continuo movimiento, aunque los movimientos son lentos. Se recurre al travelling y en ocasiones observamos movimientos de cámara en mano, en las peleas; o movimientos circulares, contrarios al sentido de los protagonistas lo que genera una fuerte tensión en el espectador, además de elementos empleados por Kubrick como la tormenta, lluvia, música (instrumentos agudos como el flautín, o percusión), claves bajas, velas, escopetas, lanzas,… que en un principio pasarían desapercibidos, pero son evidentes generadores de tensión.
A pesar de que en su estreno Barry Lyndon fue un fracaso de público y crítica, porque era diferente a otras películas históricas, su calidad sonora y fotográfica es incuestionable.
Stanley Kubrick mediante sutilezas perceptivas y grandilocuentes maniobras cinematográfica nos sumerge y muestra los países europeos del siglo XVIII, sus guerras, sus código y tabúes, sus vestimentas... esta pelicula es amplia en contenidos que el director ha sabido plasmar con un estilo coherente y bellísimo.
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