¿Podría decirse que la última película de Scorsese es un homenaje a Hitchcock? ¿Podría insinuarse que Hitchcock realizaría este tipo de cine en la actualidad? Bueno, todo esto es más complicado de lo que parece. Para nada. Scorsese, podría decirse así, reúne en su memoria personal toda una historia híbrida de mecanismos a utilizar en un cine tan personal como impersonal. Si reunir para sí una serie de sistemas para crear una fórmula coherente es ser admirador del cine con mayúsculas, estamos en lo cierto: es un director original. Digamos que en esta nueva demostración de todo un saber ha dado un interesante giro en su trayectoria. Conocedor como nadie de cómo conseguir retener al público dándole lo que quiere con una lección cultural de más de cien años de celuloide, Scorsese plantea una historia psicológica de la más alta aspiración dentro de su coherencia como director de nombre propio.
En Shutter Island hay todo un viaje a las entrañas de la locura o, tal vez, de la inestabilidad emocional. Hay ciertas palabras que se emplean con demasiada facilidad y creo que este es el caso. Lamento mi anticipación a la hora de calificar algo tan susceptible de universalización. Digamos, para ser más claros y directos, que el director en este caso logra dominar de la forma más maquiavélica al espectador que le rinde tributo: con la estrategia de introducción en la mente del personaje protagonista. Conseguimos, por tanto, estar dentro de él, ser él, sufrir como si fuésemos los que estuviésemos allí y no el actor. Que Dicaprio estuviese sentado en el patio de butacas tomándose las palomitas tan tranquilamente. Cuando todo va tomando cuerpo, cuando sentimos como él que todo aquello ha de acabar, terminamos pensando, casi cuando ya pasan tres cuartas partes de la historia, que el que está acabado es él. Aún así, comprendemos su situación nuevamente, la apoyamos pero nunca nos apiadamos, pues esto suele significar una cierta arrogancia, un cierto “yo no estoy allí y nunca lo estaré”.
Todo un armazón montado con exactitud, todo un Macguffin en torno a una historia que creemos que debe ser cierta. Nos resistimos y luego nos resignamos, como el protagonista, a asumir una segunda parte que no veremos más que en su comienzo. En esto sí podemos afirmar que Hitchcock en estado puro se encuentra en nuestro siglo XXI, que “Recuerda”, “Rebecca” o “Psicosis” vuelven a estar sueltos, que se repite la historia de Cary Grant con el señor Kaplan.
Encontramos, en un primer momento, que las historias de terror no debían de buscarse en monstruos o fantasmas en nuestra época, sino en seres como nosotros capaces de cometer toda una serie de atrocidades ante nosotros y sin conseguir que lo descubramos. No olvidemos que el doctor Moreau no es otra cosa que el un personaje entre el doctor Frankenstein y los científicos nazis. Así pues, la cosa ya va acercándose. La historia del personaje de la película podría también recordarnos al de “El gabinete del Doctor Caligari”. Por lo tanto, ya no nos vale a figura de Hitler, no podemos seguir con esto. Lo que ahora nos acontece va más allá de un nombre propio. Es el ser humano en toda su complejidad.
Toda una proeza digna del mejor hilvanador de historias.
Pero... ¿y si te fijas al principio del film, cuando DiCaprio vomita en el barco... en que lleva una tirita en la frente que "nunca" desaparece? Pues se te cae todo… y ni sientes como el protagonista, ni Macguffin ni nada de nada… y mucho menos Hitchcock.
ResponderEliminarEl final de Caligari debería haber sido el planteado por los guionistas (Janowitz y Mayer): el de un hombre cuerdo en un mundo dominado por un tirano que pretende hacerle pasar por loco. No fue así en el film de Robert Wiene... ni tampoco en el de Scorsese. Esos lazos de poder que lo atrapan todo, sin embargo, son mucho más reales y menos exhibicionistas que el tirano por excelencia: Hitler, por ejemplo. El sistema posee infinitos lazos de ese tipo que hacen el mismo daño, alienan de la misma forma e, insisto, dan menos la nota.
Atención SPOILER: Lo único “original” del film es el final. O la decisión del prota que decide… hacerse pasar por loco porque prefiere que le coman el seso de verdad, para no recordar nada. Eso es el único hallazgo, y llega en el minuto final de un film de más de dos horas y media… No es rentable. No.
Pues yo la he visto este lunes yme parece que deberías de volver a verla. Si no has sentido nada a lo largo de la pelicula, si Scorsese no ha jugado contigo.. Creo que la cosa va más allá de si esto es o no es una copia de otras cosas. Si no te ha dicho nada esta pelicula es que no pusiste bien el piloto automático. la pelicula no te atrapó, no conseguiste dejarte llevar por ella. El piloto debes ponerlo bien... ¿no? No se, contestame por favor, no aguanto la incertidumbre. Gracias.
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ResponderEliminarPutavirus, en internet, cuando vas a mencionar algo importante sobre la peli se pone Spoiler (lo pongo yo y todo cristo, críticos, mindundis, everybody...) Así, la gente sabe que no debe seguir leyendo si no quiere que le revienten nada.
ResponderEliminarAsí que el que se sienta reventado, avisado estaba.
¿Mejores argumentos?... Lo perturbador sería que el pollo no estuviera loco y que "en verdad" le hicieran creerse loco, y "realmente" se sintiera loco. ¿No crees? Lo dmás es un spot de TV.
Ahora que lo pienso, quizás Scorsese podría haber dejado eso abierto... pero creo que lo cierra totalmente, por eso me fastidió. Pero esto no quiere decir que Scorsese no sea un maestro y un artista. Yo pagué religiosamente mi entrada.
Desde un principio empezamos a disfrutar con el bello montaje de este film de Scorsese. Nos dejamos atrapar por la historia del joven agente al que le envuelve aquella isla enfermiza. El planteamiento estético y fotografía nos atrapa, hace creer al espectador que está en ese lugar. A medida que la historia se desarrolla, estamos cautivados, disfrutando de cada momento de tensión en aquel antiguo fuerte. Sentimos ser el protagonista pero nos desorientamos cada vez que aparece su mujer fallecida, aquella que fue actriz secundaria en Dawson’s creek. Ésta hace su aparición en demasiadas ocasiones, en las que sin venir a cuento acaba por agobiar de mala manera al protagonista.
ResponderEliminarEsta vez, es posible que Scorsese haya pecado de abusar de este tipo de cosas, ya que a pesar de que la fotografía de este film es magnífica y muy conseguida, parece ser que quiere volvernos locos a nosotros, con las numerosas vueltas de tuerca que realiza la santa de la mujer del protagonista con sus diálogos y el enloquecido final que desmerece el argumento del cual se podría haber sacado un máximo partido.
El público se engancha a la película desde un principio, pero cuando esta va concluyendo, queda insatisfecho y no puede creer que Scorsese caiga en la típica historia en la que el verdadero loco es propio protagonista. Finaliza con un final cerrado, convirtiéndose en un popurrí, con resultados tan interesantes en cuanto a ambientación, fotografía y la trama que prometía mucho más que aquel desenlace...
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ResponderEliminarVaya… y ¿qué hago ahora con la Katana que me he comprado para la lucha?
ResponderEliminarA ver. La tirita: Cuando Leo (DiCaprio) está en el barco, justo al principio del film, lleva una tirita en la frente. No pasa nada, tan sólo una tirita… Pero ésta, permanece en su frente durante todo el film. A mí a los 15 minutos me mosqueó.
Dos: Cuando aparecen los polis Leo dice: “¿están un poco tensos no?”. Segundo mosqueo.
Tres: El compañero, que parece un psicólogo más que otra cosa. Tercer mosqueo.
Cuatro: El director del hospital… Mosqueo absoluto: Caligari.
Cinco: Momentos flashbacks, recuerdos… más mosqueo.
Seis: Momento cueva y tía en la cueva… Si en estos momentos uno no se ha dado cuenta de que el tipo está zumbado, pues evidentemente hay un pilotazo automático.
Yo, desgraciadamente, me di cuenta de que estaba zumbado de verdad en el momento poli. Qué le vamos a hacer. Pero insisto, como dije en el blog, a mí El sexto sentido me engañó hasta el final. Y volvería a verla bastantes veces. Esta no.
Pero mi opinión nada tiene que ver con la tuya o la de otros. Y te aseguro que soy de las que ven las pelis en piloto automático total. Por esta razón disfruté como una posesa con Avatar y no me corta decirlo. Bendecir el cine de Murnau (todo) no significa maldecir a Cameron. No en mi caso.
Lo del McGuffin no sé por qué lo he soltado. Hitchcock= mcGuffin=objeto, elemento de suspense que mantiene la trama y que, en general, es una estupidez. Ejemplo brutal: Encadenados. El McGuffin aquí es la botella de uranio.
En fin. Más siento yo que te haya sentado tan mal mi “crítica” pero… no es una crítica. En el blog no ejerzo de crítica porque no estoy cualificada ni es mi deseo estarlo. Tan sólo manifiesto mi “respuesta”, ante el cine, el arte y todo lo demás. Es tan solo un ejercicio de escritura. Ya intentaré no ser tan categórica en otros post para no herir sensibilidades pero, qué quieres que te diga, es mi blog y a veces me gustaría soltar lo que pienso tal cual.
Y no te disculpes, que yo estoy encantada de la vida. Quizás el film de Scorsese me hubiera emocionado hace unos cuantos, muchos años también, igual que te ha emocionado a ti. Ya me gustaría a mí que fuera así.
Supongo que es fácil que una película de Scorsese funcione. Y también que el piloto automático disfrute viédola.
ResponderEliminarEstá claro que un director como éste es capaz de utilizar con destreza los recursos perceptivos y la trama argumental para mantener sentado en su butaca al espectador.
Pero en mi opinión la película no es tan buena y ni estremecedora como algunos habeis señalado. El comienzo por ejemplo, a pesar del espejo del primer plano, de la actitud de los polis o de la música de tensión no me resultó tan atractivo ni excitante como cabría esperar de un director de tanto prestigio.
Pero para no extenderme mucho y a modo de conclusión rápida. Para no dar la brasa con reseñas y comparaciones históricas, quería decir que efectivamente 140 minutos han resultado ser demasiados para contar la historia, y no han aportado mayor calidad narrativa, sino que hincluso han conseguido qe todos los giros, retrocesos y demás recursos realentizaran el ritmo de la película.
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ResponderEliminarSe me olvidaba un dato en referencia a la tirita. Justo cuando “sabemos” que él puede estar loco (en el momento del faro, cuando llega arriba y se encuentra al director, no sé si un poco después), la tirita “desaparece”, y en su lugar… hay una pequeña cicatriz en forma de aspa…
ResponderEliminar¿Lo notaste?
Quiero decir, que la tirita podría suponer, en un principio, tipo duro, poli, se ha cortado afeitándose la frente, ja, ja… pero también, una operación, incisión… Por eso me mosqueó.
David también me ha recordado una cosa que olvidé (y más viendo el trailer, que no había visto), la duración… Si ves el trailer flipas, con el careto de Jackie Earle Haley, la iluminación, decorados, foto, lo que quieras… parece un horror de peli (en el buen sentido). Sin embargo, son más de dos horas y media en las que ocurre apenas nada porque Scorsese, o el guionista, o la productora lo hacen mal. Se dedican a darnos pistas desde el principio, pistas falsas que deberían inquietarnos y no lo consiguen. Por desgracia nada resulta “temible” ni “terrible” en el film… ni siquiera el pasado de DiCaprio (que lo es). Todo el drama de su pasado se evapora, no sé si por su interpretación (me gusta DiCaprio pero he descubierto en esta peli que no me gusta tanto), la de su esposa esquizofrénica (error terrible de casting), la de su compañero Mark Ruffalo (no me gusta nada), la de Ben Kingsley (otro actor que tampoco me gusta)… en fin.
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ResponderEliminarPor cierto... No, no noté lo de la tirita...jo...
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